El VAR, ese fenómeno tecnológico que, por una razón u otra, siempre está en boca de todos al finalizar un encuentro. Esta vez la escena del crimen la protagonizaron Cuéllar y Luis Suárez en la jugada del segundo tanto local. Los encargados de analizarlo, tanto a pie de campo como desde las oficinas, decretaron el gol del uruguayo que rompía la igualdad en el luminoso. Pese a que el argumento de la película se focaliza en esta acción, los focos también apuntaron en otras direcciones.
En esta ocasión a Ousmane Dembélé sí que le sonó el despertador a tiempo. El francés comenzó enchufado desde el primer momento en el que pisó el verde del Camp Nou. Lo que no sabía era que su partido iba a oscurecer al ritmo de la noche hasta terminar con una retirada imprevista. Su tobillo bailó al ritmo de sus regates y puso fin a una nueva reivindicación de la joven perla blaugrana en su particular teatro local. El protagonista de la obra le pasó el testigo al que sería el actor secundario, Leo Messi.
El tango argentino hizo bailar de nuevo a todo el graderío, al que levantó en dos ocasiones al ritmo del gol. El segundo tanto lo provocó, pero el tercero lo materializó. De esta forma ponía fin a la ilusión pepinera reavivada en escenas anteriores con el gol de Braithwaite. El jugador danés continúa de dulce desde su llegada al sur de Madrid y está devolviendo toda la confianza depositada sobre él desde su primera actuación.
Visitar el Camp Nou se podría considerar un deporte de riesgo. Cuando todo parece ir bien encaminado da un revés repentino provocado por algún jugador culé. Pellegrino sabía a lo que se enfrentaba y su Leganés ya había saboreado la victoria ante el Barcelona en la presente temporada. La remontada de Butarque impulsaba las botas y los corazones blanquiazules hacia otra heroica victoria. Esta vez, quién sabe si por culpa de Luis Suárez o del VAR, la victoria se esfumó tras la entrada del de siempre, el de la zurda endiablada firmada por el nombre de Lionel.