La situación social de ruptura entre directiva y afición que atraviesa el Rayo Vallecano parece que no va a terminar pronto. Las protestas de la afición desde la salida de los precios de los abonos no han parado, si bien es cierto que cada vez ha ido cediendo más, la directiva por su parte no ha dado el brazo a torcer y no ha aceptado ninguna de las medidas que ha propuesto la afición.

Este ambiente de crispación no solo afecta a los aficionados, pues el equipo lo nota. En Vallecas no hay animación y está lejos de ser lo que estaos acostumbrados. El fondo no ruge y por ende, el estadio calla y está en silencio. Mientras la directiva mira hacia otro lado, un ambiente hostil afecta al equipo sobre el terreno de juego y los resultados así lo reflejan.

La realidad es que, en esta situación, el objetivo de volver a primera división este año se antoja difícil. El equipo no está sacando los partidos necesarios para estar arriba y en casa no está arropado, aunque cuando juega de visitante sí que hay animación. Han sido diferentes voces las que han hablado sobre el tema durante la temporada, entre ellos Roberto Trashorras o el mismo Paco Jémez, que respeta la decisión de los aficionados, pero afirma que le gustaría el ambiente al que está acostumbrado Vallecas.

El próximo partido se juega fuer, en Soria, por lo que está asegurada la animación y el ambiente de fútbol, aunque sea lejos de casa. Habrá que ver si en el encuentro frente al Zaragoza del 23 de noviembre la afición, pero sobre todo la directiva, hacen algo por solucionar el problema y ayudar al Rayo a volver a Primera división, porque sin la afición no habrá ascenso.