Por fin. La pesadilla sin fútbol y sin normalidad parece tener un fin. De momento. Con el país metido de lleno en la desescalada, a pesar de que algunas comunidades sigan en Fase 1, el Gobierno devuelve a la ciudadanía algo que añoraba muchísimo tiempo: el fútbol. Después de ver como Alemania regresaba a la normalidad con partidos a puerta cerrada, Sanidad informó hace una semana que regresarían las competiciones. El pasado domingo, LaLiga confirmó los horarios de Primera y Segunda y se ha iniciado un proceso de preparación para el regreso a la pasión que tanto nos mueve.

Obviamente estos partidos se realizarán a puerta cerrada. Habrá que esperar aún para saber cuando podremos regresar a Carranza y disfrutar de nuestro equipo. De momento, habrá que conformarse con lo que nos ofrecen, que ya es mucho. Con lo que seguro no se va a conformar Álvaro Cervera, ni la plantilla ni los aficionados es con terminar la temporada sin pelear por el ascenso. En un momento donde el Cádiz necesita más que nunca aspirar por un proyecto que le salve económica y deportivamente, ascender es una obligación. Por ello, el equipo técnico ha reclamado concentración. Mente fría.

El Cádiz tiene por delante un calendario complicado con partidos con menos de 72 horas de margen. La plantilla lleva tiempo tratando de adaptarse a la nueva situación y el estado físico y mental mejora por momentos. De lo que sí están contentos Cervera y sus ayudantes es de la actividad de sus jugadores durante el confinamiento. Al parecer, ha habido jugadores en mal estado que la cuarentena les ha ayudado para ponerse a tono para la reanudación del campeonato.

Y evitar una decepción es lo que quieren hacer. Después de todo lo conseguido, el buen fútbol mostrado y de las ganas de la afición por vivir una alegría mayúscula no puede quedarse al final en un premio minúsculo. Una -nueva- salvación en Segunda. Ahora más que nunca es cuando necesita creer el equipo y luchar hasta el final para conseguirlo. Al menos intentarlo, no como en otros años donde se pudo y no se quiso.

Aunque, seguramente, si la decepción florece en nuestros corazones, sabremos perdonar otra vez. Porque, al final, quien nos mueve del asiento y nos pone el corazón a mil es el Cádiz. Esté donde esté. Es un hecho irrefutable. Con lo cual, de momento, podemos contentarnos con ver de nuevo a los amarillos correr por Carranza.