Son todo sonrisas en el Real Madrid, que ha conseguido sumar los quince primeros puntos en liga y continua con su idilio en la Champions League. Sin embargo, los aficionados muestran una pequeña preocupación, y es que el equipo no ha terminado de despegar pese a todo, mostrando unas carencias en el juego muy peligrosas y siendo dominado en algunos tramos del partido.

Carlo Ancelotti no está preocupado,  y, ¿Cómo no estarlo si no lo está él? Su tranquilidad se impregna en el vestuario, que respira calma, confianza y hace saber a los suyos que está contento, que no tienen absolutamente nada de lo que preocuparse. Tiene absolutamente a toda la plantilla enchufada, y el último fuego, Asensio, ha sido solucionado tan rápido como había llegado, demostrando que lo primero es la gestión de grupo y los resultados, y por último, todo lo demás.

El físico como emblema

Y es que este Real Madrid tiene algo que le caracteriza. Florentino Pérez lleva desde hace varias temporadas preocupado por este aspecto, en esta evolución que va adquiriendo el fútbol donde las piernas y los músculos pueden llegar a ser más importante que el talento, por lo menos el individual. No se antepone tampoco el club blanco al talento, por supuesto, pero es consciente de que en una temporada tan larga como esta, Mundial incluido, el físico puede marcar la diferencia.

De forma casi inequívoca, hay que pensar en Fede Valverde, el jugador que encabeza esta revolución del físico que vive el Real Madrid. Y es que Ancelotti, con la plantilla que tiene, no necesita ganar los partidos en la primera parte, porque los puede ganar en la segunda. No necesita dominar porque puede desgastar, tener paciencia, aguantar el 'runrún' y ganar el partido en los últimos diez minutos. Porque cuando el rival no puede más, Valverde, Camavinga, VInícius, Rodrygo o Tchoumeni corren como si acabaran de empezar, desgastando psicológicamente al rival a base de físico. Es una nueva revolución.