El Cádiz hace ya semanas que regresó a la senda del triunfo tras una etapa de indecisión, de duda, generada por los resultados y las lesiones de algunos de los pilares del equipo dirigido técnicamente por Álvaro Cervera. Ahora todo es optimismo, es muy sencillo subirse al carro del éxito, especialmente tras seis encuentros en competición oficial saboreando las mieles del triunfo -entre ellos una histórica victoria en Copa ante el Betis en el Benito Villamarin-. En este deporte que tiene la memoria tan corta, que vive un juicio sumarísimo prácticamente cada semana, lo más complicado es mantener una línea de regularidad y morir con una idea llevándola hasta el final superando este tipo de situaciones tan habituales.

Álvaro Cervera ya la vivió en dos ocasiones durante los casi dos años que lleva al frente de la parcela técnica del club de la Tacita de Plata. La primera ocasión en el primer tramo de la temporada pasada, cuando jugando con un porcentaje alto de los jugadores que tenía en Segunda B, tuvo que mantener el tipo hasta que los refuerzos llegados en aquel verano fueron encontrando la forma y asimilando los conceptos tácticos de su entrenador. Ahora que ha logrado salvar su segunda ‘bola de partido’ son pocos los que en Cádiz dudan de que en estos momentos y con los mimbres que tiene el equipo amarillo, Álvaro no sea el técnico ideal.

Somos lo que somos

Desde que llegó  en el último tramo de la campaña 2015/16, lo hizo con una transparencia poco habitual en el fútbol profesional y con muy poco margen para sacar el máximo rendimiento a un equipo en claro declive y con una marcada tendencia a la irregularidad. Cuando todo era pesimismo y prácticamente nadie confiaba en aquella plantilla para afrontar la liguilla de ascenso a Segunda A, Álvaro hizo un análisis exhaustivo de la misma y en tiempo récord sacó el máximo partido a sus jugadores.

La solidaridad en el esfuerzo, el trabajo táctico, la fe, la calidad de algunos futbolistas y la dosis de fortuna necesaria en momentos clave, hicieron posible lo que llegó a considerarse como un milagro. Pero los milagros no existen y Álvaro que no dejó de repetir en ningún momento: “Somos lo que somos, somos el Cádiz y ganamos dónde podemos ganar” fue uno de los principales artífices del ascenso. Precisamente de lo sucedido en aquel histórico desenlace subyace una anécdota que aún persiste, pues tras un partido desafortunado uno de los componentes del plantel llegó a declarar: “Somos una banda”. Aquello caló hondo pero la banda, aquella banda acabó convirtiéndose en la familia que es hoy y que consolida cada vez con mayor fuerza al Cádiz en el fútbol profesional.

La humildad, la sinceridad de “El Gafas”

Desde entonces Álvaro se ganó el respeto y el cariño de una afición que valora la sapiencia y capacidad de trabajo del técnico, pero muy especialmente su humildad y su sinceridad. La sinceridad necesariamente debe ir acompañada de la honestidad, la sensatez, la transparencia y el tacto, pues hay quienes por llamarse sinceros se pasan de groseros y esto lejos de fortalecerla, la hiere y debilita.

Álvaro Cervera es uno de esos extrañísimos casos en la profesión del fútbol que ha obtenido la estima pública y de su afición sin haberlo previsto, y por así decirlo, a pesar suyo. De hecho la afición del Cádiz ha sabido gestionar la paciencia y descifrar el método de trabajo de Cervera, con un estilo muy definido y no siempre atractivo en el juego para el espectador. Tanto que los aficionados son conscientes de que en el Cádiz ningún futbolista se ahorra un solo esfuerzo y todos tienen muy claro hasta dónde pueden llegar y la forma de hacerlo.

La grada le tiene especial cariño porque conoce que el ‘culpable’ de todo ello es Cervera. Es habitual que coreen su nombre algo que agradece mucho el técnico, tan humilde que se siente incómodo ante la situación. El gafas, como es conocido Álvaro Cervera coloquialmente entre el cadismo, ha declarado al respecto: "sólo me ha pasado en Cádiz" “Yo estoy en lo mío, pero me entero. A mí me da vergüenza, me apetece salir y saludar, pero no puedo hacerlo. Yo lo agradezco mucho".

Fuera tópicos

Precisamente estas palabras del entrenador cadista son una muestra más de la que posiblemente constituya su mayor grandeza. No en vano se agradece enormemente que un entrenador acuda a rueda de prensa a expresar su visión a los medios de comunicación -que en realidad es una forma de dar explicaciones a su afición- sobre el juego y las decisiones tomadas en función del desarrollo del partido, sin recurrir al manual de tópicos y frases hechas a las que recurren el resto de entrenadores. Cervera es especial y distinto a todos los demás porque nunca se esconde, nunca miente y si en algún momento ha de reconocer que se ha equivocado no tiene ningún problema en hacerlo. Además no engaña a nadie, siempre va de cara, si el equipo juega mal y gana lo dice y si es al contrario también.

Las excusas no sirven

Como dijo George Washington es mejor no ofrecer ninguna excusa que una mala y el técnico cadista jamás tuvo que hacer uso de ellas para convencer a nadie. De hecho si lo ya conseguido en la pasada temporada por el Cádiz tuvo un mérito enorme, mucho más complicado son estos 29 puntos que el equipo amarillo ya acumula en la clasificación. No en vano en el curso pasado el Cádiz sorprendió a muchos equipos por su forma de jugar, su solidaridad, su solidez como equipo y su trepidante salida al contragolpe con los dos mejores extremos -a la vieja usanza- de la categoría.

En cambio en la actual temporada el Cádiz perdió aquella capacidad de sorpresa, todos conocen la forma de jugar del equipo dirigido por Cervera y los diversos dibujos tácticos para contrarrestar sus virtudes. Por ello tiene tanto mérito lo suyo, porque el Cádiz se ha ganado el respeto de toda la categoría y, a poco que ha conseguido ‘enchufar’ a toda la plantilla -toda la banda, toda la familia- en su forma de sacar el máximo partido a las características de cada jugador, ha vuelto a ser uno de los equipos más competitivos de la liga 123.

El camino de la verdad

Una de las cualidades principales que debe tener un líder, un educador, un entrenador, es la de ser asertivo, dar las indicaciones tácticas y técnicas en el momento adecuado, mostrar seguridad y confianza en sí mismo para de esta manera convencer a los demás. Reforzar una idea y horadar en la psicología del resto para que te sigan hasta el fin del mundo. Y una de las grandes virtudes que posee este transparente entrenador, es que logra que todo el mundo acabe creyendo en él.

Lo consiguió con aquella plantilla de Segunda B en la que nadie creía, lo consiguió con Manuel Vizcaíno, Quique Pina y Cordero, y lo más difícil, lo consiguió con una afición que le aprecia tanto su valía como profesional como su grandeza como persona. Tanto que la afición ya no espera que el Cádiz -un equipo modesto- juegue un fútbol espectacular, sino que simplemente siga las instrucciones de su técnico, pues de esta forma siempre estará mucho más cerca de conseguir su objetivo. Y es que en el Cádiz la verdad solo tiene un camino, y no es otra que la que cuenta y transmite “El gafas”, aquel que en esto del fútbol se puede ir hasta ese fin del mundo…