El runrún de Preferencia: la maldición del líder

El Celta se plantó como líder tras el pleno de puntos de la segunda jornada y antes del parón liguero. ¿Una buena noticia? No. Como ya se anunció en estas líneas, el equipo vigués tiende a experimentar un bloqueo inexplicable cuando se trata de defender la primera plaza, hasta el punto de diluirse como un azucarillo contra un rival en inferioridad y con dos goles de ventaja. El empate contra Las Palmas mantiene al Celta invicto, pero siembra de dudas su rendimiento.

El runrún de Preferencia: la maldición del líder
El Celta se cayó del liderato como más duele: desperdiciando una ventaja de dos goles contra un rival en inferioridad (Foto: LFP)
miguelgallego
Por Miguel Gallego

Las pequeñas lagunas de juego vislumbradas a través del filtro de la superioridad numérica en los dos primeros partidos afloraron de golpe contra Las Palmas, convirtiéndose en un torpedo a la línea de flotación de un Celta que llegaba lleno de autoestima, y creando un cisma entre el equipo y un sector de la afición. Quizá son señales exageradas teniendo en cuenta que el cuadro vigués sigue sin perder tras tres jornadas, pero no cabe duda de que su imagen, sobre todo a nivel defensivo, no estuvo a la altura de las circunstancias, como reconocieron los protagonistas tras el choque.

La expulsión de cada día

Las circunstancias que rodean los partidos del Celta están siendo dignas de estudio. Escapa a toda lógica, y de hecho es un hito histórico, que el club haya conseguido una expulsión del rival antes del minuto quince de cada uno de los tres partidos. Sin duda es una ventaja operativa, sobre todo si viene acompañada de un penalti que no cuesta mucho trabajo convertir en el 1-0. Sin embargo, desde el vestuario ya hay quien proclama que la ventaja no es tal, ya que el rival cede todo el peso del partido al Celta, y este asume la superioridad como una presión extra que lo atenaza.

Habrá que esperar un partido en igualdad para saber si esa presión añadida viene de la superioridad numérica, del liderato, o es una característica de este Celta

Iría contra toda lógica decir que al Celta le perjudica jugar contra diez. Pero tampoco hay que olvidar que los de Berizzo ofrecieron muy buenos minutos en igualdad numérica, tanto contra el Rayo como contra Las Palmas, que desembocaron en sendos mano a mano que se saldaron con las famosas expulsiones. La conclusión es que habrá que esperar un partido en condiciones 'normales', es decir, once contra once, para saber si esa presión añadida viene de la superioridad numérica, del liderato, o es una característica de este Celta.

Un conjunto de individualidades

En circunstancias normales, es bueno tener un equipo plagado de jugadores de calidad, de hombres a los que les gusta ser protagonistas y echarse al equipo a la espalda en los momentos difíciles. Sin embargo, si se acumulan en la misma ubicación, póngase por caso la delantera, crean un pequeño problema. En momentos de necesidad, de esa presión añadida por el empate de un rival en inferioridad, cada uno de los delanteros del Celta quiere hacer la guerra por su cuenta y resolver la papeleta en solitario. Se vio claramente contra Las Palmas. Ese último pase necesario para abrir una defensa poblada y cerrada no llegaba. Tanto Aspas como Orellana y Nolito se la jugaron excesivamente de forma individual sin conseguir el objetivo, ese cuarto gol que hubiese enterrado una semana más todos estos pequeños defectos.

Ha sido con las prisas, con las urgencias de ver un partido igualado, cuando el engranaje se ha atascado

En años anteriores se echaba en falta un delantero centro algo más móvil y habilidoso, un futbolista que también pudiese entrar en las endiabladas combinaciones entre Nolito y Orellana, a los que les sigue encantando asociarse entre ellos para tormento de las defensas. Charles y Larrivey cumplieron un papel más convencional, el de fijar a los centrales para facilitar esos movimientos. La llegada de Iago Aspas este verano garantizaba un paso más en esa delantera endiablada, caótica y genial. Y todo ello quedó plasmado en estas primeras jornadas, en las que el equipo ha conseguido goles con facilidad. Pero ha sido con las prisas, con las urgencias de ver un partido igualado, cuando el engranaje se ha atascado. Los tres delanteros celestes tendrán que ajustar un poco sus movimientos si quieren seguir sorprendiendo a las defensas y, por qué no decirlo, pensar un poco más en clave de equipo y menos en la gloria personal.

De Guidetti, el Tucu y los pitos

En esta combinación hay un nuevo elemento, un cuarto hombre llamado John Guidetti. Tras el éxito de la delantera de cuatro en el tramo final de la pasada temporada, el celtismo se frotaba las manos ante la perspectiva de repetir la experiencia con Guidetti y Aspas cubriendo las ausencias de Santi Mina y Larrivey. Un cambio de cromos que se presumía beneficioso para el equipo.

Sin embargo, el Toto Berizzo ha preferido equilibrar el juego con la presencia en la mediapunta del Tucu Hernández, un jugador que no destaca por ser de los más queridos en Balaídos. A pesar de que el rendimiento del internacional chileno está siendo más alto al del año pasado, la afición lo está mirando con lupa. Sin duda, para algunos obedece al deseo de ver a John Guidetti compartiendo la punta de ataque con Iago Aspas. Para otros, el argentino es el blanco cuando el equipo no rinde como se espera. Y algunos proclaman abiertamente que el Tucu no es un buen futbolista. La conjunción de todos estos factores desembocó en algunos silbidos al jugador durante el partido contra Las Palmas. Quizá en un intento por protegerlo, Berizzo optó por sacarlo del campo e introducir la esperada delantera de cuatro cuando el marcador aún era favorable. Como ya se ha indicado más arriba, probablemente lo que más necesita este Celta no es más pólvora arriba, sino más seguridad defensiva, lo que no se consiguió con la marcha del Tucu. Un error que reconoció el técnico tras el partido.

Parece un hecho objetivo que silbarle al propio equipo o a sus futbolistas no es una buena idea

Mucho se ha hablado de los silbidos desde el final del encuentro. El propio Celta ha emitido un comunicado para pedir más apoyo. Desde estas líneas no se pretende sentar cátedra, sino interpretar lo que sucede sobre el campo. Y parece un hecho objetivo que silbarle al propio equipo o a sus futbolistas no es una buena idea. No ayuda a los aludidos y, mucho menos, al grupo. Aumenta la tensión, la presión y el nerviosismo, y puede provocar decisiones erróneas en el verde y en la banda. Una manera de reivindicar, por ejemplo, la presencia de Guidetti es ovacionarlo cuando entra en el partido. Y pocos futbolistas han provocado tanta simpatía con solo un puñado de minutos disputados.

Mucho que mejorar en defensa

La defensa ha sido la única línea que no ha sufrido ninguna variación este verano. Tanto el portero como la zaga están formadas por los cinco hombres que más minutos disputaron la temporada pasada. Es por ello más extraño que los desajustes hayan sido los típicos de un equipo en construcción. Contra Las Palmas, y en superioridad numérica, los tres goles concedidos nacen de errores defensivos. Pero no son errores puntuales de un jugador. Son concatenaciones de errores que permiten a los delanteros segundas y terceras opciones. Si a esto se le suma que el equipo se partió con los cambios, con una unidad ofensiva clarísima formada por Bongonda, Orellana, Nolito, Aspas y Guidetti, y otra defensiva formada por los cuatro de atrás (contando a Wass como lateral) y Augusto como única ayuda, el resultado es un correcalles en el que la defensa céltica, que no destaca precisamente por su velocidad, tiene las de perder.

El Celta tiene trabajo por delante, como reconoce el propio técnico. Pero sin haber jugado un fútbol exquisito acumula siete puntos en tres partidos, lo que no está nada mal. La maldición del liderato parece una batalla perdida. Por la razón que sea, al equipo no le sienta bien encabezar la tabla, a pesar de que ya no quede ni un solo jugador desde la última experiencia en las alturas. Pero ese no parece un problema urgente en la agenda inmediata de Berizzo, ya que el calendario no invita a pensar en la primera plaza a corto plazo, y sí en solucionar las lagunas destapadas por Paco Herrera y los suyos.