La tragedia del curso pasado volvió a repetirse: los de Luis Enrique naufragaron en Balaídos. El planteamiento inicial de Berizzo superó claramente al del técnico asturiano y buena prueba de ello fue el 3-0 que reflejaba el electrónico al descanso. Los azulgranas mostraron una versión mejorada con la entrada de Iniesta y comprometieron el resultado, pero un error de bulto de Ter Stegen dejó prácticamente sentenciado el partido. Aun así, un tanto de Piqué -que también anotó el primero- puso el picante hasta el desenlace.

Berizzo ahoga la salida de balón

El plan de Berizzo ganó con una superioridad insultante al de Luis Enrique en el primer tiempo. Una presión asfixiante sobre la salida de balón y la actuación estelar de Iago Aspas encarrilaron el duelo con un 3-0 que hacía justicia visto lo visto. Un Barcelona plano e impreciso se ahogó ante un Celta llevado en volandas por su afición.

El técnico argentino sabía cómo dañar y la ejecución de la idea fue sencillamente perfecta: acosó constantemente a Mathieu -mucho más limitado que Piqué en salida de balón- y encerró a Busquets para que no pudiera girarse y conectar con los interiores. Los de Luis Enrique comenzaron a ceder metros paulatinamente y un gran tanto de Pione Sisto desató la furia viguesa: en apenas 10 minutos liquidaron a un Barcelona desquiciado, al que solo le servía que el colegiado señalara el camino a vestuarios. Iago Aspas -asistió en el primero, anotó en el segundo y participó directamente en el autogol de Mathieu- protagonizó un sinfín de movimientos repletos de sentido. El gallego colapsó por completo el sistema defensivo del Barcelona, que no obtuvo respuesta a su actuación durante los primeros cuarenta y cinco minutos.

Presión alta del Celta de Berizzo | Foto: Daniel Guillén (www.socceryou.com)
Presión alta del Celta de Berizzo | Foto: Daniel Guillén (www.socceryou.com)

Iniesta y el lavado de cara

Así como el Celta goleó en el primer tiempo, los de Luis Enrique también pudieron salvar los muebles aun no alcanzando un gran nivel de juego. Por tanto, la historia resultó ser bien distinta tras la reanudación: el bajón físico de los vigueses unido a la entrada de Andrés Iniesta permitió al Barcelona soñar con la igualada y quién sabe si algo más. Los espacios comenzaron a surgir con mayor facilidad e Iniesta -que cumplía 600 partidos como azulgrana-  llevó la manija y orquestó el juego de los suyos. Con el manchego en el verde, se encontró la fluidez en la circulación necesaria para dañar a los de Berizzo y se produjo una conexión permanente con los hombres ofensivos, que estuvieron completamente aislados en la primera parte. Sin embargo, un error infantil de Ter Stegen dificultó mucho la tarea cuando el electrónico reflejaba el 3-2: en un intento de conectar con Mathieu, el balón golpeó en Pablo Hernández y terminó en la red. El Barcelona siguió intentándolo a toda costa y la épica de Piqué hizo creer, pero fue en vano.

3-2-3-2 dentro del desorden

Dentro del desorden que supone ir por detrás en el marcador en los instantes finales, el Barcelona se organizó en torno a un 3-2-3-2 que acumulara muchos hombres en tres cuartos del campo. Con Paco Alcácer -que sigue a cero- y Luis Suárez en la doble punta que ya vimos en Borussia Park, Luis Enrique alineó a Denis Suárez, Arda Turan y Neymar en una triple línea de mediapuntas con Iniesta y André sosteniendo mínimamente al equipo por detrás. Finalmente, Piqué -que pudo anotar el tercero en su cuenta particular-, Mathieu y Sergi Roberto formaron la línea defensiva.

Organización FC Barcelona en el tramo final | Foto:Daniel Guillén (www.lapizarradelmister.com)
Organización FC Barcelona en el tramo final | Foto:Daniel Guillén (www.lapizarradelmister.com)

Busquets y Mathieu, señalados

Luis Enrique aseguró en la rueda de prensa previa al duelo que la única receta para derrotar al Celta era “no cometiendo errores”. Pues bien, los azulgranas pagaron este peaje a un precio muy alto. Sin embargo, hay tres jugadores que sobresalen por encima del resto: Busquets, Mathieu y Ter Stegen, que distaron mucho de mostrar la versión a la que nos tienen acostumbrados.

El de Badía se descolocó más de lo habitual, se vio completamente superado en muchas fases del encuentro y, al igual que Mathieu, con balón no aportó fluidez a la circulación por la lentitud en la toma de decisiones. En el caso del francés, su fragilidad defensiva y su incapacidad para dar salida al balón obligaron a Piqué a multiplicarse en numerosas ocasiones. En el siguiente mapa se puede observar con mayor claridad: su tendencia de hacer los pases en horizontal no permitieron avanzar en la construcción. 

Mapa de pases de Mathieu | Foto: Daniel Guillén (/www.fourfourtwo.com)
Mapa de pases de Mathieu | Foto: Daniel Guillén (/www.fourfourtwo.com)