La derrota rayista frente al Mirandés se puede resumir en dos pilares fundamentales: fallos puntuales en defensa y falta de acierto ante la meta rival. Esos dos problemas lleva padeciendo el Rayo Vallecano desde que en la primera jornada de Liga cayera en el Martínez Valero ante el Elche por 2-1. Tras una pretemporada inmaculada, con siete victorias y un empate, el equipo no carbura a pesar de que Sandoval sigue tocando algunas piezas para encontrar su once ideal.

Tras la victoria en la cuarta fecha frente al Mallorca, parecía que el Rayo ya había encontrado su fórmula de juego: Clavería y Zuculini en la medular, dejando más libertad a un Roberto Trashorras que con espacios puede decantar un encuentro él sólo, como sucedió frente al Mallorca. Pero en Anduva eso no pasó, ya que el Mirandés, debido a su intensidad y a su extraño esquema de juego, 1-3-3-3-1, vuelve locos a sus adversarios ya que de pronto un lateral aparece como extremo o un enganche como mediocentro para sacar el balón jugado, si bien suele abusar en exceso del balón largo.

Con varias novedades en el once, como eran Galán y Nacho en los laterales, Embarba en una de las bandas y Manucho arriba, el equipo comenzó bastante bien el encuentro, dominando y maniatando a un Mirandés que demostraba que con espacios podía dinamitar el partido. Tras una primera media hora de juego correcta, en una gran jugada individual de Pedro Martín los locales se adelantaban en el marcador, tras entrar desde el lateral del área ante la mirada de toda la zaga rayista, que veía como iba a tomar remar si querían llevarse algo positivo de Anduva.

Sin embargo, Adrián Embarba renovaba las ilusiones franjirrojas con el gol del empate justo antes del descanso, un gol psicológico que a la postre no serviría de nada. Tras una buena internada de Nacho su centro al segundo palo era rematado a la red por el ex del Carabanchel. Pero poco duró la alegría, ya que en una jugada desafortunada, Toño estrellaba un saque suyo en Guarrotxena y éste aprovechaba el error para volver a poner por delante al Mirandés en el marcador y dar la victoria a los rojillos. Lo cierto es que un equipo como el Rayo Vallecano que quiere jugar el balón desde atrás, debería facilitar la salida de balón a su guardameta, que no tuvo otra opción que golpear el balón en largo, lo que sumado a la inteligencia y la astucia del jugador local acabaron con el balón dentro de la portería visitante.

Desde entonces hasta el final del duelo, un quiero y no puedo constante con más corazón que fútbol, intentándolo por todos los medios pero sin acierto ante la portería de Sergio Pérez. A pesar del aliento incansable de los rayistas desplazados hasta Miranda, el Rayo se volvió para Madrid con su tercera derrota seguida lejos de su feudo, y con la sensación de que no acabe de acostumbrarse al ritmo de una categoría muy dura y exigente como es la Segunda División.