Corría el minuto sesenta y seis cuando Natxo González decidía dar entrada al suizo con la intención de dotar al ataque zaragocista de nuevas ideas. Pocos minutos tardó Oliver en devolverle la confianza al entrenador y levantar a más de uno del asiento.

Calidad a raudales en cada uno de sus toques de balón. Pero sobre todo destacar que el nuevo Buff es un jugador que está mucho más vivo sobre el campo, que muerde y lucha cada pelota como si fuera la última. Lo otro viene de serie.

Tan criticado otras veces, hay que reconocer que la transformación del suizo es obra de Natxo. La dosis de banquillo era necesaria para darle a Oliver la oportunidad de reflexionar y conocer el fútbol español. Jugar andando no es suficiente, ya no vale. Ahora, la plantilla cuenta de nuevo con un activo para competir por un puesto en el once titular y no perderlo de nuevo será la tarea pendiente para el futuro.

El otro día Buff tuvo una primera oportunidad de libre directo, el tiro se marchó por poco. Minutos más tarde, desde un poco más cerca y con una grada que marcaba el tempo al grito de: ¡Buff! ¡Buff! ¡Buff!; el suizo hacía lo propio con un excelente lanzamiento de falta.

Por el camino, el suizo levantó a la grada en dos ocasiones. En primer lugar, con un sombrero en la frontal del área que no dejó indiferente a nadie. En los instantes finales del partido un sutil remate por encima del portero. Puro fútbol.

Quedará para el recuerdo de esta temporada la actuación del suizo, pero sobre todo tiene que servir para el desarrollo de Oliver como futbolista. Además, en lo colectivo, el grupo se puede ver muy beneficiado de tener una nueva opción para el ataque, aportando más fútbol y último pase al equipo.