Después de este último partido en Montilivi, las sensaciones del entrenador Pablo Machín se convertían en un auténtica espiral de contradicciones. Por un lado el equipo era efectivo y capaz de marcar tres goles en un partido añadiendo el esfuerzo de dar la vuelta al partido casi en dos ocasiones. Pero la parte negativa es la cantidad de goles que recibe el conjunto gerundense nada más empezar la liga.
El técnico soriano lo dijo claro en sala de prensa después del enfrentamiento: "Hay cosas para estar muy orgulloso y otras para tirarse de los pelos. Quiero pensar que esto nos pasa porque en este punto del campeonato aún nos queda formar el bloque". Machín intentó resumir esas sensaciones que tenía: "No me puedo quedar con lo positivo, que son muchas y difíciles de hacer, pero quizás hemos fallado en el que es más fácil, que no necesitas tanta energía ni calidad. En temas más de concentración y aspectos tácticos". Todo ello hizo que Machín respondiera "ni sí, ni no, ni todo lo contrario", a la pregunta de si estaba satisfecho con la línea del equipo. El entrenador del Girona volvió a admitir que hay mucho margen de mejora: "Nos queda mucho por trabajar. El fútbol cada día pone a cada uno en su sitio, y somos un equipo que tenemos que demostrar qué nivel tenemos. No sirve de nada lo que hemos hecho; es más, para nosotros ahora es un lastre, porque todo el mundo nos respeta más".
Los tres goles recibidos hacen mirar hacia atrás. Cuando le preguntaron por si Bounoure podía hacer más, dijo: "Siempre podemos hacer más, yo el primero. Siempre digo que el primer culpable de cualquier gol es el delantero, y lo más fácil es culpar a los defensas y el portero. Cuanto más te acercas, la responsabilidad es mayor y debemos asumir". Pese a eso, admitió que están recibiendo demasiados goles y que necesitan encontrar el equilibrio. "El equilibrio lo suele dar el centro del campo, y hoy era muy ofensivo. Los dos jugadores que acompañaban Pere, Borja y Portu, tienen la portería entre ceja y ceja. Arriesgamos y somos valientes. Antes también lo éramos, y conseguíamos ser un equipo equilibrado. Mi trabajo es procurar ser un equipo más sólido, capaz de atacar mucho pero también que nos generen pocas ocasiones".
Pablo Machín finalmente valoró la capacidad de reacción de sus hombres y citó la impaciencia que había notado en la afición blanc-i-vermella en la grada. "Se oía un runrún, como si fuéramos el Barça y tuviéramos que ganar a cualquier rival. Hemos sabido sobreponernos a todo esto después de una fase en la que había demasiada ansiedad, también de los jugadores. Hemos empatado y hemos tenido muy cerca el 4-3".