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Iñaki Bea o la nada

El Numancia se muestra inoperante en la parcela ofensiva mientras el preparador vasco se empeña en mirar hacia otro lado. Tras el duelo frente al Barcelona "B", Iñaki Bea aseguró que su equipo había cuajado un buen encuentro y que el fútbol había sido injusto nuevamente. Su discurso no cala en la afición numantina.

Iñaki Bea o la nada
Iñaki Bea en la rueda de prensa previa del pasado viernes. Imagen: Numancia.
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Por Marcos D. Martínez Zamora

La Real Academia Española de la Lengua define la nada como “la inexistencia total o carencia absoluta” de algo, siendo el fútbol, en este caso, el objeto que nos compete. La nada es la realidad del Numancia en cuanto a construcción ofensiva se refiere, siendo un equipo incapaz de generar algo positivo en portería contraria, lo que le ha llevado a conseguir un único gol en los últimos seis encuentros (lo que se traduciría como nueve horas jugando para conseguir un solo tanto). Y a los mandos de todo esto, el capitán del barco, al menos de momento, Iñaki Bea. Prometió rock and roll y está produciendo canto gregoriano desafinado. Pero, por si fuera poco, está demostrando que vive en una dimensión paralela y que, o va sobrado de ego, o se está riendo de toda la afición numantina.

Podrían atribuirse muchas etiquetas para describir los encuentros que el Numancia está cuajando como local: malos, planos, tostones, aburridos, insulsos, insípidos… Pero llama poderosamente la atención que, de entre todos ellos, Iñaki Bea haya elegido tras el duelo frente al filial del Barcelona el de “partidazo” unido al típico llanto amargo de entrenador de “el fútbol está siendo injusto con nosotros”. Pues no, si el equipo no hace nada ofensivamente, el fútbol te lo devuelve, siendo en este caso el mayor premio posible el del empate (que podría haberse evaporado con el larguero del Barcelona “B” en el tiempo de descuento).

Cualquiera que haya visto el espectáculo que han ofrecido tanto catalanes como castellanos no saldrá de su asombro al comprobar cuál ha sido la impresión del técnico vasco sobre el duelo. Hoy no había excusas, la tarde era perfecta para la práctica del fútbol. No había un terreno de juego en mal estado como en Logroño o un césped saturado de agua como en Irún. Hoy el problema volvía a ser el mismo, el Club Deportivo Numancia y, por ende, Iñaki Bea. Sin cambios hasta prácticamente el minuto 70 pese a no haber generado casi peligro en meta contraria estás condenando a tu equipo a alejarte de la victoria.

Malas sensaciones en el tramo final

La situación del equipo no es tan preocupante por la posición (décimo, con cinco puntos sobre los puestos de descenso a falta de siete jornadas) sino por las sensaciones que transmite el entrenador dentro y fuera del terreno de juego. Ya lo advertimos aquí tras sus declaraciones después del partido frente al Castellón y hoy ha vuelto a tropezar sobre la misma piedra. Mientras tanto, durante los encuentros sigue valiendo el ritmo lento y vago durante los 90 minutos sin apresurarse a buscar un juego más continuo a medida que se va agotando el tiempo (hoy nuevamente pedía calma a sus jugadores cuando estos parecía que querían presionar al equipo visitante). Lo peor de todo, es que el técnico vasco asegura que él comprueba cómo el equipo va haciendo lo que le pide y va teniendo su sello. Pues bien, si este es el sello de Iñaki Bea, yo no lo quiero.

Pese a que no debería tener problemas para salvarse en su estreno en Primera RFEF, este tramo final de temporada está demostrando que Iñaki Bea no debe continuar al frente del cuadro rojillo a final de temporada. Un empate no se puede firmar nunca como local a priori (en Los Pajaritos no ha sido así ni en Primera División) y parece que es lo que va buscando Iñaki Bea encuentro tras encuentro.