Mientras en la ágora barcelonina se debate sobre el estilo que debe adoptar el club, el rumbo a seguir y algunos sectores invocan al Cruyffismo para volver a llevar al equipo al Olimpo del juego, los directivos han asumido su participación en el debate, y han fichado a Ousmane Dembélé,de 20 años.  No es una regresión a la MSN ni una adaptación al estilo Guardiolista. Con Dembélé se abren nuevos caminos.

Vimos en la primera jornada de Liga como, a pesar de hacer una buena presión, de los buenos movimientos de Deulofeu y Roberto y de la omnipresencia de Leo Messi, al equipo le faltaba aquél factor que te hace temible. Aquel punto de magia, de desborde, que aceleran el ritmo, resuelve jugadas o desencorsetan partidos. En la actual plantilla del Barça ese jugador se había quedado en la retina del culé con la sombra alargada de Neymar, el astro brasileño. Ahora, con el fichaje de Dembélé se abren nuevas posibilidades y nuevos caminos. Pero, ¿qué puede aportar Dembélé? ¿Qué papel jugará en el sistema de Ernesto?

Para dar respuesta a estas preguntas hace falta hablar sobre este jugador. Hace apenas un par de años se codeaba en el Stade de Rennes, sin contrato profesional. En dos años ha pasado de ser una promesa a convertirse en la figura por la que los culés han suspirado todo el verano, endiosado, ahora que Neymar ha sido condenado al ostracismo en el Camp Nou. Este jugador llega aún más joven que el carioca, con una característica que le hace diferente: su dominio de las dos piernas. En una entrevista aseguró que era zurdo, aunque disparaba con la derecha. Algo que puede parecer antagónico, pero que resume a este jugador; es imprevisible. Partiendo desde la banda, su capacidad de manejo con ambas piernas hace de él un driblador descomunal, siempre alejando el balón del defensor y buscando la salida más dañina para el rival. Fue el máximo regateador de la Bundesliga con 19 años. Además, su gran dominio con la pelota le hacen un asistente tremendo. Firmó 22 asistencias la pasada campaña. Su velocidad, cambio de ritmo en espacios cortos y talento individual, provocan que encuentre un sinfín de soluciones para zafarse de su marca.  Su mayor “pero” es la falta de gol. El año pasado firmó 6 jen liga, una cifra que puede parecer irrisoria si se compara con las obtenidas por la MSN. Pero se tiene que contextualizar la cifra. Allí convivía con otro rol, el de un jugador que abría caminos y alternativas, pero no era el encargado de definir. Para eso estaba Aubameyang.

Todo este huracán de individualidades puede derivar en dos cosas: ser un elemento aislado en el juego, con una misión clara; desbordar, o formar parte de un engranaje más complejo, uno que permita a Dembélé moverse por el centro, como le vimos en muchos tramos de partido en Dortmund, y dejar el carril liberado para Alba. Esta segunda opción requiere de unos automatismos y una madurez que puede que tarde en coger. A sus 20 años recién cumplidos, el joven talento debe adaptarse a un modelo, y a Leo Messi. Su conexión con el argentino estará en las claves de la temporada. Ante este Messi desatado, libre, le puede ir muy bien contar con un jugador como el francés, capaz de romper a la espalda, en desmarques asesinos, o de bajar a asociarse en espacios reducidos. Además, su buen toque en los últimos metros puede ser vital para que Leo marque muchos goles en el balcón del área, esa zona tan especial para Messi.

En pretemporada ya vimos que Valverde quería juntar a mucha gente por el medio y liberar a los laterales, así que es de suponer que Dembélé hará de “falso extremo”. Su mayor dificultad será decidir cuándo requiere ir a la banda y cuándo no. En esa toma de decisiones se mide la madurez de un jugador. Por lo tanto, el Barça gana una pieza vital que permita reactivar el costado izquierdo y cuando el juego lo requiera, convertirse en un socio más en la zona de medio campo.  Dembélé puede ahondar en la crisis existencial de este Barça,que se debate entre el balón o el espacio, pero con la peculiaridad de hacerla dulce. Con la MSN fuimos felices. Es el turno ahora de Dembélé.