San Lorenzo llegó para quedarse. Desde su arribo a la Liga Nacional, a partir de una fusión con Sportivo 9 de julio de Río Tercero, no detiene su marcha y sigue en un victorioso andar. Evidentemente, no hay un equipo que le pueda cuestionar su liderazgo cimentado en base a dos campeonatos obtenidos en las últimas dos temporadas. En ambas ediciones (2015/2016 y 2016/2017) el Cuervo de Boedo desplegó un básquet de alto vuelo con Nicolás Aguirre, Walter Herrmann, Bernardo Musso, Lucas Faggiano (ahora en San Martín) y Marcos Mata por mencionar a los artífices de aquel escudetto ganado en su primera incursión en la Liga Nacional. Luego arribaron Gabriel Deck, Mathias Calfani, Jerome Meyinsse, Selem Safar y Santiago Scala para jerarquizar al plante de Julio Lamas y vaya que dieron su resultado. Partido tras partido, estos componentes de San Lorenzo tuvieron que revalidar y renovar sus credenciales basquetbolísticas ya que se viven tiempos en donde ya no se ganan los partidos con los nombres, con la historia o con las individualidades. He ahí la mano que mostró Lamas y explica el presente del equipo de Gonzalo García. El mérito de estos técnicos yace en que durante el andamiaje pueden constituir verdaderos equipos, donde no reine el egoísmo, la intolerancia, el despotismo y la indisciplina. Es sabido que un plantel con muchas individualidades, por los menos en la teoría, tiende a generar zonas de conflicto que pueden volverse contraproducente para las metas del equipo, por eso se valora mucho a los técnicos que saben manejar grupos a través de su liderazgo, su buena comunicación y, fundamentalmente, la eficacia que muestran en la gestión de egos.

En líneas generales, San Martín de Corrientes fue un rival que luchó duramente para quedarse con el partido. Tal vez la sequía que hubo en el primer cuarto y la buena defensa del conjunto local, hicieron que el conjunto de Sebastián González entre desconcertado al juego y no pudiera plasmar una idea de juego que le viene rindiendo sus frutos en cada uno de los partidos. Los correntinos tuvieron que lidiar con la dupla explosiva conformada por Gabriel Deck- Darquavis Tucker que generó un desorden en la retaguardia defensiva de San Martín y fueron autores de una diferencia de puntos obtenida durante el primer tiempo: 29 a 12 a favor de San Lorenzo. Eso obligó a que los visitantes aplicaran una defensa zonal que inquietó al equipo azulgrana y mediante los buenos trabajos de Justin Keenan, las penetraciones de Reynaldo García y el aporte de Leonardo Mainoldi, San Martín empardó el juego en 52 puntos.

Esto fue el preámbulo y una especie de aviso de lo que iba a desarrollarse en el último cuarto. El comandante Sebastián González sacó a relucir su mejor guarnición: Treise, Keenan, Mainoldi, García y Lescano fueron los artífices de un gran juego y posibilitó que los correntinos ganaran el juego por una diferencia de seis puntos. Sin embargo, el local renovó fuerzas e intérpretes (apariciones momentáneas de Mata y Blair) para que el encuentro se fuera a suplementario. El dato saliente fue la poca efectividad en libres que hubiese sido una herida mortal para uno u otro equipo.

El suplementario representó un dolor de cabeza para San Martín y San Lorenzo porque la acumulación de faltas, el cansancio y el desgaste se hicieron presente para dificultar el desarrollo del encuentro. Justiz, Deck y Sandes salieron por infracciones, mientras que Keenan abandonó la alineación principal al cierre del suplementario. San Lorenzo se quedó con el juego por 83 a 78 porque tuvo la sabiduría, el temple y el criterio para cerrar el juego ante una sucesión de desaciertos de la visita que jamás pudo solucionar. De esa manera, los sanlorencistas gritaron victoria y mantienen la supremacía en el básquetbol argentino.