A altas horas de la noche el único tanto del compromiso copero de Andrés Ibargüen inundó de alegría las tribunas del Murillo Toro que perfila al equipo ‘pijao’ a una posible clasificación a la siguiente fase del torneo continental.
En un horario poco convencional para vivir un partido de fútbol pero con un marco digno de Libertadores, Deportes Tolima y el Independiente del Valle se medían fuerzas en una final adelantada por el grupo D. Las doce mil almas que pagaron su entrada se encontraban expectantes debido a que el conjunto local se jugaba la chance de seguir con vida en la Copa o de abandonar la lucha por una casilla en la segunda ronda.
El partido desde la previa pintaba paridad y eso se materializó desde el minuto cero; no obstante, el árbitro argentino Patricio Loustau impartía autoridad con mucha agudeza para el dueño de casa: antes de la media hora de juego el cuadro tolimense ya tenía a sus dos zagueros con cartulina amarilla, y eso los condicionaba ante los choques personales con los delanteros negriazules.
Se vio una mejor cara de la visita en el primer episodio con arribos que pusieron en riego al pórtico defendido por Alexander Domínguez: un par de tiros desde media distancia que puso los pelos de punta a la fanaticada ibaguereña. La más peligrosa del Tolima fue en el minuto 34 con un cabezazo del paraguayo Gustavo Ramírez que de manera providencial atajó el cancerbero del onceno ecuatoriano Moisés Ramírez.
En la parte complementaría el vinotinto y oro tomó las riendas de la contienda accionando el modo de juego vertical al activar la banda derecha con el lateral Junior Hernández que insertó al extremo Anderson Plata para tamizar las líneas de contención de su contrincante. Un tándem que produjo una serie de oportunidades que sacudieron el área ecuatoriana.
La falta de eficacia y precisión a la hora de definir fue el pecado capital del Tolima: disparos desviados de Plata y un remate que salió de la testa del paragua Ramírez que se estrelló de manera inconcebible en el palo. Tal implicancia negativa obligó a Hernán Torres, timonel del club de Ibagué, a poner en cancha al cerebral Daniel Cataño y al ariete Michael Rangel.
Las manecillas del reloj avanzaba y el cronómetro marcaba que el partido se acercaba a su culminación; y la resignación era el semblante que se observaba en los rostros de los hinchas pijaos. Pero apareció el mismo personaje que se asomó en el partido anterior en Belo Horizonte: el gol agónico; que ahora parece ser el cómplice favorito del Deportes Tolima.
Sobre los 88’, Daniel Cataño atrapó un rebote y con un centro de terciopelo le puso la esférica con suma exactitud a la cabeza de Andrés Ibargüen, quien depositó la pelota en el lado de la malla que si vale para vencer al guardameta y por ende decretar el tanto de la victoria. Un desenlace heroico gracias a un gol dorado que sacudió a todo el Coloso de la 37.
Este potosí de tres puntos pone al Deportes Tolima en la segunda posición con siete unidades siendo el escolta del líder Atlético Mineiro que tiene ocho puntos en el grupo D. La siguiente salida del musical en el certamen de clubes más importante del continente será el próximo 18 de mayo cuando reciba al América MG.
