Tigres vuelve a disputar una final de la CONCACAF Champions League por segunda vez consecutiva, después de superar de manera clara al Vancouver Whitecaps en la vuelta de las semifinales. Los canadienses consiguieron adelantarse en los primeros minutos del partido, pero a partir de ese momento desapareciendo, dejándole el dominio completo a su rival. No fue hasta la segunda mitad cuando estos consiguieron superar a la poblada defensa local, y primero Gignac y en los últimos minutos Álvarez, dieron el pase definitivo a su equipo.
Esperanza canadiense
Desde el pitazo inicial, Tigres tuvo claro que no querían dar opciones a los canadienses a disputarles la eliminatoria, y en los primeros segundo Sosa puso sobre aviso a la defensa con un disparo desde dentro del área que obligó al defensa a rechazarlo.
Pero los canadienses no se quedaron atrás y en el minuto dos tuvieron su primer acercamiento sobre el área, y consiguieron sorprender a su rival, anotando el primer gol, que llenaba de esperanza al BC Place. Break Shea sacó provecho de un rechace de Guzmán para volver a disparar a puerta y adelantar a su equipo en el marcador.
A partir de ese momento, los felinos trataron de poner coherencia en el partido, buscando detener un posible énfasis de los locales tras el gol anotado. Llevaron la iniciativa del encuentro manejando el balón y marcando el ritmo del partido ante un rival que se encontraba muy cómodo aprovechándose de los contraataques. Esta situación propició que los visitantes generasen situaciones en las que pusieron en problemas a la defensa rival.
Poco a poco los canadienses fueron ‘desapareciendo’ del partido, dejando su participación en meras acciones con cuentagotas. Los universitarios siguieron percutiendo el área de su rival, y en el minuto 27 Vargas perdonó la primera acción clara de peligro que hubiese igualado el encuentro y dado una clara ventaja en la eliminatoria.
En los minutos previos al descanso el juego se desarrolló en su gran mayoría en el centro del campo, lo que hizo que no se viesen llegadas a ninguna de las áreas.
Premio a la insistencia
En el inicio de la segunda mitad fueron los canadienses los que dieron el primer aviso con un disparo de Bolaños que Guzmán tuvo que atajar. Esta acción no fue más que un espejismo de en lo que se convirtió el encuentro a partir de ese momento.
Tigres comenzó a tener el balón, volviendo a llevar la iniciativa y buscando unos espacios en la defensa rival, que tardaron en encontrar. Su primer disparo a puerta con peligro no llegó hasta el minuto 54, cuando Vargas golpeó al arco, pero el balón se marchó cerca del palo izquierdo. El chileno se mantuvo muy activo durante los siguientes minutos y en el 62 volvió a poner en peligro el resultado de los canadienses con un cabezazo que se marchó por encima del larguero.
Estas constantes acciones estaban acercando a los visitantes a un gol que se les escapaba por falta de puntería. Esta circunstancia obligó al entrenador de los Whitecaps a mover el banquillo y reforzar un centro del campo que estaba viéndose superado en todas las acciones. Con la entrada de Tchani, incorporaba un mediocentro defensivo con mucha altura que pudiese ayudar en las segundas jugadas o en los balones aéreos.
Más de sesenta minutos de partido tardó Tigres en anotar el primer gol
Pero este cambio no le sirvió de mucho, ya que en apenas unos minutos Aquino asistió a Gignac para que desde fuera del área soltada un zapatazo a la escuadra que igualó el marcador. Este tanto hacía justicia a un partido en el que los mexicanos estaban siendo absolutamente superiores. Este marcador obligaba a los locales a tener que anotar tres goles, algo que se antojaba complicado, teniendo en cuenta el desarrollo de la eliminatoria.
A partir de ese momento apareció un protagonista en el partido, que hizo que los universitarios no lograsen una goleada. Se trató del guardameta Ousted, que en los siguientes minutos acumuló una serie de acciones que llegaron a desesperar a los atacantes rivales.
A cinco minutos del final del partido, el recién incorporado al terreno de juego, Damián Álvarez, lograba anotar el gol de la victoria de su equipo en el primer balón que tocaba. Aquino volvía a entrar en juego y cedió el balón a su compañero para que este diera el paso definitivo a su equipo. De esta manera, los mexicanos lograron su segunda final consecutiva en la máxima competición internacional.