El estadio Do Dragao, se empezaba a palpitar la última jornada de la UEFA Champions League, el himno de la copa se hacía oír, la hinchada explotaba, pero a su vez estaban nerviosos por lo que iba a pasar con el RB Leipzig debido a que los dos comparten el segundo puesto y uno solo acompañará al Besiktas a los octavos de final. Las canciones del local se hacía escuchar como si fuera una sinfonía de Beethoven, los dos conjuntos ya estaban dispuestos a pelearse por meter la pelota al arco.
Uno quiere clasificar y el otro va por el honor de irse con tres puntos, pero no le iba hacer fácil porque en la cancha el local se hacía muy fuerte a través de los cantos del hincha, era una energía extra que creaba un poder grande de confianza en los 11 jugadores del campo de juego. Cada vez que el Porto pisaba el campo de juego, la visita de achicaba, el césped verde temblaba, porque uno de los grandes de Europa empezaba a trotar para empezar este partido que era importantes para ellos, pero el Mónaco no renunciaba su sueño de quedarse con los tres puntos, ellos quieren demostar que le pueden hacer un buen partido sabiendo que están afuera de la copa.
El Porto con un dominio tempranero
El árbitro sueco Jonas Eriksson, colocaba la pelota en el centro del campo de juego, mira su reloj y dio la orden para que empiece a rodar la pelota. La visita empezó a dominar los primeros minutos iniciales, cuando el argentino Guido Marcelo Carrillo quiso rematar al arco, pero la astucia de José Sá salva al Porto que estaba paralizado al ver que el Mónaco marcaba el pasto con un buen manejo del balón. Hasta que el equipo portugués empezó a despertarse y a los 8 minutos del encuentro, Brahimi asiste con un formidable globo, en ese momento apareció el camerunés Aboubakar con su valentía, acomoda el pie y sentencia el primer gol de la tarde. Hizo temblar el estadio, tanto que hasta se escuchó en Alemania donde estaba el otro equipo buscando la victoria para clasificar, pero al oír al Porto todo se desvaneció para el equipo alemán.
Esto no iba a terminar acá, a los 33 minutos, Pereira habilita a Vincent, luego amaga como si fuera un jugador de la play y dan un tiro certero por debajo de las piernas del portero y anotaba por segunda vez. Su corazón latía 2.000 por hora de la locura que tenía por hacer un doblete, y al cerrar el primer tiempo Brahini tira un derechazo cruzado dejando al arquero raspándose sus guante con el césped y con un suspiro malo de no haber atajado la pelota.
El Mónaco dio todo
Los jugadores regresaban de un gran descanso, para terminar los 45 minutos que faltaban. El sueco miraba el minutero e inició el segundo tiempo con un Mónaco golpeado, pero que tenía oxígeno para pelearla. Fue así que a los 49 minutos, el centrocampista francés Meïté intento con un derechazo, pero el efecto le jugó en contra y no pudo cometer el primer gol. En cambio el Porto estaba relajado, parecían que estaban en un spa, esto se debe que el conjunto turco derrotaba con claridad a los alemanes, pero ese relax iba a terminar. A los 59 minutos Otavio quiso despegar la pelota, pero le tocó la mano, eso fue un terror para los portugueses, en ese instante, el defensor polaco Glik, patea el penal, y la mente del portero no falló pero sus manos si lo hicieron, ocasionó un silencio, pero al rato la tribuna empezó a corear el nombre del Porto para que sigan anotando.
En poco tiempo a los 65', el brasilero Alex Telles mete un bombazo a lo pelé, que se lo cruza al palo izquierdo del arquero. La euforia estalló y logró cambiar la cara de los portugueses, en cambio para el Mónaco era una tristeza, era como si le incrustaban una daga en el corazón. Pero el principado no se daba por vencido y a los 77 minutos, Radamel “el tigre” Falcao García mete un cabezazo certero en el ángulo derecho del arquero y descontaban otra vez, en cambio el local no se iba ir con las manos vacías, al finalizar el partido el delantero Francisco Soares salta como si fuera a dejar su vida y anota lo que era una goleada.
Cuando el sueco pidió la pelota, el Porto empezó a festejar mientras que al Mónaco le dejó un gusto amargo de no irse se tener al menos tres puntos.