¡Cuán felices fuimos José!

José Mourinho y el día más feliz de su vida, o lo que es lo mismo, el día que desvirtuó a Pep Guardiola.

¡Cuán felices fuimos José!
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Por Jordi Estopiñán Guarc

Pep Guardiola y José Mourinho son dos de los mejores entrenadores de la historia. Con dos modelos de juego dispares, ambos han conseguido dejar una huella imborrable en el mundo del fútbol. Pep por cómo ha cambiado la manera de entender el juego y José por cómo ha transformada a cada uno de sus equipos en un monstruo ganador. En consecuencia, los dos atesoran una vitrina envidiable, llena de títulos tanto a título individual como colectivo. Paradójicamente sus respectivos orígenes no están tan alejados. Antes de enfrentarse en los banquillos, compartieron una temporada (1996/1997) en el Fútbol Club Barcelona. En aquel entonces Pep era jugador y Mou ayudante de Bobby Robson. Probablemente nadie lo sabía, pero aquella relación puramente laboral desembocaría en una de las más ambivalentes y a la vez bonitas de la historia. Han pasado veintiún años de aquella temporada y se han enfrentado diecinueve veces donde el catalán posee mejores números que el luso.

En escasas ocasiones Mou ha sabido desvirtuar a los conjuntos de Pep, las pocas veces que lo ha conseguido han sido de modo excelente. En este artículo vamos a analizar tácticamente uno de esos partidos en los que Mou neutralizó al equipo de Pep. Estamos hablando de la final de la Copa del Rey que venció el Real Madrid al Fútbol Club Barcelona por 0-1. A continuación las claves.

El Barça jugó con su habitual 4-3-3, Mourinho sin embargo eligió un 4-5-1 que en fase ofensiva se convertía en un 4-3-3: en fase defensiva los extremos se posicionaban a la altura de los interiores formando así, una línea de cinco.

Ante salida de balón del conjunto azulgrana, los blancos presionaban en bloque bajo y en una estructura clara de 4-5-1. A lo largo del partido pudimos ver repetidamente la siguiente situación. El delantero centro, Cristiano, esperaba a que algún central iniciara una conducción para presionar en semicírculo (arco) y evitar posibilidad de retorno. Por dentro, Khedira inhabilitaba línea de pase con cercano a la vez que invitaba con su postura corporal a que central filtrara un pase interior. Continuamente los extremos del Barça se ofrecían por dentro para recibir balón. En este caso, Villa se reconocía como falso hombre libre debido a que Arbeloa le presentaba un contexto falso. Los jugadores blancos disuadían a poseedor hacia espacios interiores, donde tenían ventajas a la hora de robar.

Fuente: Elaboración propia

Fuente: Elaboración propia

Cabe destacar que el Barça facilitaba esta tesitura. Cómo habitualmente hacía el equipo de Pep, jugaba con salida lavolpiana (salida de balón con tres). A mi parecer en aquel contexto era erróneo ya que el Madrid presionaba con un solo delantero. Esto desembocaba en que Xavi tenía que ocupar la posición que Sergio dejaba y Messi la que Xavi dejaba, perdiendo un efectivo por delante de balón.

Fuente: Elaboración propia

Los blancos presionaban el saque de meta muy altos, imposibilitando el saque en corto de este. Por consiguiente, el meta culé tenía que lanzar a extremos o al falso nueve. La mayoría de disputas las ganaban los defensas del Real Madrid ya que difícilmente Messi, Pedro o Villa podían ganar algún salto frente a Pepe, Ramos...

Por otro lado, para entender el curso del partido tenemos que fijarnos en el comportamiento tras pérdida del conjunto madrileño. Esta conducta cambiaba en base de la zona donde se perdía el esférico. Si el equipo perdía en zona tres, los jugadores replegaban intensivamente hacia sus posiciones forjando la estructura 5-1. Sin embargo, si el equipo perdía en zona dos el comportamiento era distinto. Optaban por hacer una presión individual a poseedor de balón para que este no jugara en profundidad. Esta presión individual tenía un objetivo y era que los que se encontraban detrás de él cerraran espacios y replegaran a sus posiciones.

Ante un equipo que optaba por presionar inmediatamente la pérdida, los merengues tras robo buscaban conectar con la referencia lejana, Cristiano Ronaldo. Mientras se ejecutaba el pase, los extremos salían como verdaderos aviones para que Cristiano descargase con ellos. Una vez tenía el balón el extremo, este buscaba atacar el uno para uno o buscar un centro al área. En caso de centro, llegaban al remate el delantero centro, el extremo opuesto y un interior de segunda línea.

El funcionamiento del medio campo fue brillante. Ante conducciones de medios a la segunda línea del Madrid, los medios blancos trabajaban e iban coordinados de manera excepcional. En el siguiente vídeo lo podemos ver. Ante conducciones siempre saltaba a poseedor un medio mientras que el espacio que dejaba, era cerrado por el resto de medios. Observen el comportamiento de Pepe, Xabi Alonso y Khedira, simplemente brillante:

Finalmente, tras insistir el conjunto madrileño consiguió su recompensa y anotó el gol que les alzaría con el título copero. Cómo no, el gol vino de un centro lateral, Di María puso un centro que Cristiano remató aniquilando a Pinto. Probablemente fue uno de los días más felices de la vida deportiva de Mourinho. El día que consiguió batir a su oveja negra. ¡Cuán felices fuimos José!