La pretemporada. Un tiempo para generar ilusiones. Una época de ensayos y probaturas. Un tiempo donde los astros se pueden permitir el lujo de torcer las botas. Un lapso donde los necesitados de oportunidades parecen tocados por una varita. Unas semanas de reivindicación y lucimiento en escenarios complejos, contra rivales imprevisibles, marcados todavía por la inactividad y el asueto.

El que brilla gana votos, aunque sean para el futuro a medio plazo. Borja Iglesias ha asimilado todas estas sensaciones. Las lleva bajo la piel. Es un goleador que quiere dar el salto. No tiene miedo al vacío. Está preparado.

El ariete del Celta B terminó la pasada temporada como tercer máximo goleador del grupo primero de la Segunda División B. Anotó 17 goles que valieron una permanencia. Tantos clave para un filial maltrecho, que volvió a sufrir vaivenes desesperados. Sólo dos hombres mejoraron su marca: Aketxe, el matador de la Cultural Leonesa (20); y Linares, quien jugó en otra dimensión en el Real Oviedo del ascenso (27).

Más allá de las anécdotas

No pocos delanteros acaban convirtiéndose en jugadores de una campaña. Como esos grupos que se enriquecen con una canción. Viven del año mágico en el que perforaron todos los arcos y acaban teniendo pesadillas con la gloria perdida. Borja Iglesias mantiene un idilio con la efectividad. Un amor inquebrantable que ha perdurado a pesar de las funestas aventuras que ha corrido el Celta B.

En la temporada 2013/2014, la del descenso anulado en los despachos, el avanzado estuvo un paso por delante. Se coló entre los máximos goleadores de la categoría con una precisión que pocos tienen. Cogió destreza en las sombras. Pudo contra los defensas más vigorosos y aprendió a bregarse en tierra hostil. Su biografía es prometedora. Una historia de brillos en un túnel que nunca le ha cansado, al contrario, le ha motivado.

Borja Iglesias consiguió debutar con el primer equipo el curso pasado. Fue en la jornada 17, frente al Sevilla en el Sánchez Pizjuán (1-0). Sustituyó al otrora hijo pródigo del celtismo, Santi Mina. El poder de A Madroa en ebullición. Un relevo de confianzas.

"Si lo necesita el equipo, confío en él", dijo Berizzo tras su debut en Primera

“Es un futbolista joven y con potencia física, necesaria para marcar diferencias en Primera División. Es un jugador de peso y envergadura, y si lo necesita el equipo confío en él. Ojalá nos ayude”, dijo entonces Berizzo. Resultó una declaración de afecto que no se correspondió con nuevas oportunidades. El chileno, hasta el momento, ha hecho un uso moderado de los jugadores de la cantera.

El delantero está escribiendo su enésima reivindicación esa temporada. Anotó dos goles con el primer equipo en la gira germano-austríaca. Vio puerta en el partido inaugural frente al Greuther Fürth (1-5) y repitió frente al Núremberg (2-2). De vuelta a la rutina con el filial volvió a disparar con acierto ante el As Neves. Sumó un doblete para redondear su cuenta particular.

Está centrado. Conoce sus objetivos. Tiene confianza y 22 años vividos con madurez. El Celta B se ha reforzado en este mercado estival con varios jugadores de ataque como son Guille Andrés, Rubén Ramiro y Marcos André. Borja Iglesias sigue siendo el primero en la candidatura ofensiva pero ocupa ahora un puesto aventajado en la lista de espera de Berizzo, un merecido primer puesto en una larga de cola de aspirantes. El cañonero aguarda, con la red en el punto de mira, una casualidad que le vuelva llevar a Primera.