El simple hecho de que el Sevilla FC se encuentre a momentos de disputar su tercera Supercopa de Europa consecutiva es un motivo más que válido para celebrar e inflar el pecho a puro orgullo. Pero lo cierto es que la más reciente, la caída ante el Barcelona de Luis Enrique, Lionel Messi, Neymar Jr., Luis Suárez y compañía, dejó una herida que al día de hoy no ha cicatrizado del todo.

Aquella larga noche en Tbilisi, Georgia, comenzó como una pesadilla, continuó con un momento en el que el cuadro rojiblanco parecía listo para tocar el cielo con las manos y culminó a pura desazón luego de que el máximo objetivo haya quedado lejos gracias a una pincelada del mejor jugador del mundo y al oportunismo de otro que siempre fue el elegido para las grandes citas del cuadro catalán desde su irrupción con Pep Guardiola.

Para ese partido, Unai Emery alineó a: Beto; Benoit Trémoulinas, Gregorz Krychowiak, Adil Rami, Coke; Ever Banega, Michael Krohn-Dehli; Vitolo, Vicente Iborra, José Antonio Reyes; Kevin Gameiro. El clásico 4-2-3-1 del ya histórico entrenador del Sevilla, pero que todavía no había dado el giro defensivo que se terminaría viendo durante gran parte de la temporada pasada. En el doble pivote eligió el juego por encima del marcaje, buscó que tanto Banega como Krohn-Dehli tuviesen en Iborra un bastón donde apoyarse para pasar al ataque y desplegó a Vitolo y al eterno Reyes para que abasteciesen a Kevin Gameiro desde los extremos junto a Coke y a Trémoulinas.

El entonces campeón de no solo la UEFA Champions League sino también de la Liga BBVA y de la Copa del Rey, llegaba con mucha confianza en medio de una buena pretemporada. Luis Enrique colocó en el campo de juego a un once con algunas variantes respecto de ese que había tomado el mundo por asalto en la 2014/15: Ter Stegen; Dani Alves, Gerard Piqué, Jeremy Mathieu, Ivan Rakitic; Sergio Busquets, Javier Mascherano, Andrés Iniesta; Lionel Messi, Luis Suárez y Rafinha. El 4-3-3 permaneció inamovible en los papeles, pero para este encuentro Busquets jugó un poco más abierto de lo habitual, Mascherano ofició de mediocentro, Rakitic ocupó la - falsa- posición de lateral para acoplarse velozmente al centro del campo en cada avance e Iniesta tuvo mayor libertad para moverse por tres cuartos de campo. Adelante Rafinha reemplazó a un lesionado Neymar Jr. y completó la tríada de ataque junto a los infalibles Messi y Suárez.

Comenzar con el pie izquierdo...

Sonará extraño el encabezado, ya que a los 3' de juego el Sevilla se encontró con un bonito gol de tiro libre de Ever Banega que le permitió ponerse en ventaja cuando todavía estaba tratando de acomodarse dentro del campo de juego. Lejos de tranquilizar al cuadro dirigido por Unai Emery, el gol lo hizo replegarse automáticamente en busca de una solidez que jamás apareció.

Si bien fue evidente que ambos entrenadores dejaron de lado algunas cuestiones defensivas colocando en el centro del campo a pocos jugadores de marca, el Barcelona no tuvo mayores problemas en superar al dueto Banega-Krohn-Dehli haciendo subir a Dani Alves y a Rakitic para tapar por completo las bandas. Sin ponerse nervioso por encontrarse en desventaja, los de Luis Enrique siguieron con su estrategia hasta que Lionel Messi a los 7' igualó la contienda con un tiro libre de esos que solamente pueden salir de sus botas.

Acto seguido, el Sevilla intentó hacerle frente al monstruo de las mil cabezas dando dos pasos al frente, pero a lo único que pudo apelar durante la primera mitad fue a ganar la famosa "segunda pelota" para tomar mal parada a la defensa culé. Y lo cierto es que eso sucedió muy pocas veces, considerando que la posesión fue escandalosa en favor del Barcelona durante el primer tramo del encuentro.

Corrían quince minutos de juego y Messi volvió a aparecer en toda su dimensión con otro lanzamiento de falta magistral que dejó a Beto parado y lamentándose por no poder hacer verdaderamente nada al respecto. Los errores defensivos del Sevilla, sobre todo en el retroceso mano a mano contra los tres delanteros, sumado a la muy buena labor de Rakitic e Iniesta como lanzadores unos metros más adelante que Mascherano y Busquets, descontrolaron al campeón de la Europa League al punto de convertirlo en un partenaire ideal para su rival.

A los 43', Rafinha aprovechó un gran pase de Luis Suárez dentro del área para poner un 3-1 que pareció finalizar con la contienda. Camino a los vestuarios, parecía imposible imaginar una remontada o siquiera que el choque se emparejase.

...Para luego enderezar la embarcación...

Con las energías renovadas, el Sevilla salió al campo de juego con la intención de aumentar su magro porcentaje de posesión y de forzar al Barcelona a dejar más espacios entre sus líneas.

Pero con 52' en el reloj, los pupilos de Unai Emery cometieron el peor de los pecados: un intento de salida desde el lateral hacia el centro encontró a Busquets anticipando a uno de los centrales y tocando suavemente para dejar a Luis Suárez cara a cara con Beto. El uruguayo, lejos de ponerse nervioso, controló el esférico y definió con sutileza para dejar el marcador 4-1 en favor de un Barcelona magistral.

El ingreso de Sergi Roberto en lugar de Andrés Iniesta y la lógica relajación - y también algo de cansancio- le abrieron la puerta al Sevilla tan solo cinco minutos después de haber recibido lo que parecía ser el golpe definitivo. José Antonio Reyes capitalizó un gran centro - previa subida a toda velocidad por la banda izquierda- de Trémoulinas y ante un desguarnecido Ter Stegen puso el 2-4 que levantó a la afición sevillista.

Unai Emery movió el banquillo correctamente y envió al césped a Yevhen Konoplyanka en lugar de un agotado Reyes. El ucraniano comenzó a abrir surcos en un mediocampo sin tanto poder de marca y logró poner nervioso a los catalanes. Mascherano le cometió una infracción evitable a Vitolo dentro del área en uno de muchos envíos aéreos y Gameiro con un disparo seco y alto marcó el tercero para el Sevilla.

Mariano y Ciro Immobile reemplazaron a un inerte Vicente Iborra y a un cansado Kevin Gameiro respectivamente y le terminaron de dar a los andaluces el impulso necesario para someter a un Barcelona que ya había apoyado la rodilla en la lona. Luis Enrique buscó mayor solidez con el ingreso de Marc Bartra en lugar de Rafinha pero solo expuso la nula longitud de su plantilla, dejando al equipo sin capacidad de desborde por la izquierda.

Para su mala fortuna, Bartra no marcó bien a Immobile en un lateral y el italiano solo tuvo que girar y habilitar con un envío preciso a Konoplyanka que ingresando en soledad por el otro sector empujó el balón al fondo de la red para decretar el 4-4 con diez minutos por delante. Más allá de los valientes intentos, con mucho amor propio y nada de orden táctico, el Sevilla no pudo doblegar a un Barcelona que supo como replegarse y encontrar en la posesión un poco de aire de cara a la prórroga.

...Y terminar cayendo de pie.

Con ambos cuadros fundidos mental y físicamente, Luis Enrique utilizó con lucidez su variante final: Pedro ingresó en lugar de Mascherano y así los Culés se lanzaron a por la gloria. Al Sevilla le faltó inteligencia para no colocarse tan cerca de Beto, algo que sucedió por la labor del rival y por un impulso casi inconsciente.

El primer tiempo adicional transcurrió sin demasiadas acciones, pero Lionel Messi volvió a infundir temor a los 114' con un nuevo lanzamiento libre. Si bien esta vez la barrera logró bloquear su disparo, el argentino tomó el rebote y con un remate esquinado forzó a Beto a una buena tapada. Pero al no poder controlar la pelota por completo, Pedro apareció como un clásico delantero punta para rematar al gol y desatar la locura culé en Tbilisi

Con el 5-4 como un balde de agua helada y tan solo cinco minutos para gestar otra hazaña, los de El Nervión tuvieron en Coke y Rami dos oportunidades claras para mandar el duelo a los penaltis. Para el lamento de una multitud presente en el estadio, ninguno de los dos tuvo la puntería suficiente como para vencer a Ter Stegen y ganarse otro boleto más. La gloria quedó muy cerca en un partido repleto de errores por parte de ambos equipos y entrenadores, pero que se terminó decantando en favor del Barcelona por ese plus que le da tener en su plantilla a Lionel Messi y por el respeto que el Sevilla le tuvo desde el 4-4 en adelante.

Apuntes para una final

Queda claro que el Sevilla estuvo en esa noche mágica y pesadillesca de Tbilisi a punto de quedarse con un partido digno del mejor Alfred Hitchcock. Lo que tendrá que hacer para poder vencer a un Real Madrid que, como aquel Barcelona, llega diezmado y sin varios nombres importantes, es mantener la fe en la idea de juego que Jorge Sampaoli viene implementando desde su llegada y saberse a la misma altura que los de Zinedine Zidane. 

No será tarea fácil, pero lo cierto es que es un solo partido y que cualquier cosa puede pasar. Lucha habrá y hasta el final sin duda alguna, es imposible prever otra cosa, pero lo necesario pasa por el juego, por el sostener un ordenamiento táctico coherente - con base en la posesión y en el poderío vertical- que moleste al Real Madrid y que disminuya todo su potencial. 

Actuar como una unidad, ejecutar el plan a pesar de las posibles y lógicas fisuras que puedan surgir, jugar de igual a igual durante los 90 minutos y entender que si están allí es - tal cual dijo Iborra en la conferencia de prensa- debido al trabajo y a la perseverancia y no a la providencia. Receta para hacer un gran partido ante uno de los mejores tres clubes del mundo, aún sin garantía de éxito, pero sabiendo que ese es el camino a seguir siempre.