El derbi madrileño, el primer duelo entre colchoneros y merengues en el Wanda Metropolitano, dejó una pobre imagen al espectador y una dubitativa motivación para el futuro próximo. El partido sin goles reflejó que no es el mejor momento de cada equipo, pero dejó muchos elementos en el filtro del análisis más profundo. Simeone fue el que quiso, esta vez, desordenar el orden.

Un partido sin meneos

Creación vetada, juego en pocos metros, sin tiempo a la velocidad y ataque en cuarentena 

Todo lo previsible fue corroborado. Alineaciones predecidas, sistemas conocidos, comportamientos naturales. El Real Madrid con cuatro en medio,  arrancando Isco desde parte izquierda y siendo Benzema quien bajara a recibir por medio. En el Atleti, se reconoció una zona amplía de cinco, donde Correa arrancaba desde parte derecha. Griezmann solo en punta.

Web Oficial Atlético de Madrid; A.G.

Ambos equipos, además, imitaron la manera de apretar y carecieron de prácticamente los mismos factores. El partido se jugó en pocos metros, se ocupó bien el espacio y la zona del centro quedó limitada  a pocos metros. Difícil romper líneas y complicado sorprender para llegar. Thomas y Casemiro – o en su defecto el mediocentro que bajara a recibir -  eran el foco de la presión más larga por parte del equipo rival, intentando así anular una elaboración cercana.

Con los pasillos centrales espacialmente ocupados de manera satisfactoria, el partido se intuía en la zona externa, pero tampoco fue una solución de fiabilidad. Correa y Saúl trabajaron para ayudar a los laterales, y a Isco en especial, la defensa fue perfilada hacía ese lateral para que no entrara al centro, su hábitat natural. El Atleti, por su parte, tuvo un foco más claro de ataque en ese espacio – pocas ayudas defensivas y recorridos largos de Marcelo y Carvajal- pero no fue aprovechado.

Tras el orden, Simeone buscó el desorden; Zidane en pause

Intentó encontrar Simeone la velocidad y el espacio pero le faltó tiempo

La segunda parte, optó Simeone por quitar un jugador de la zona de cinco, para adelantarlo con Griezmann. Carrasco y Saúl, jugadores de recorrido en la banda, para asegurarse  número de jugadores en las transiciones, cosa que necesitó en la primera mitad. El Madrid poseía más, en zonas sin peligro, pero a la hora de entrar a los pasillos interiores, el Atleti seguía anulando las máximas opciones posibles.

Fue a última hora, cuando Simeone optó por una tercera vía. Una tercera fase de partido para desordenar el partido e ir por él. La opción fue prescindir de sus dos delanteros, más posicionales y más de juego con balón, para poner en el césped a sus delanteros de velocidad y de ganancia de espacio.  Simeone intentó romper el partido, aunque esta fase tuvo su momento de peligro, con una ligera intención de repliegue extremo que se solventó con presiones  largas en búsqueda del equipo de Zidane, estancado.

La opción de Fernando Torres y Gameiro estiró a los equipos, ya condicionados por la recta final y el nerviosismo del empate. Ambos delanteros fijaron última línea y además separaron la preja de centrales, pero el equipo rojiblanco no vio ese espacio dilatado en  la zona central.  Gameiro la tuvo, pero el Atleti no concretó, pero eso ya es otro tema de debate muy largo. Simeone intentó desordenar un partido demasiado ordenado.

Ángel Gutiérrez