Los nervios fueron los principales protagonistas de los primeros minutos, con ambos equipos imprecisos por lo mucho que se jugaban. El Valladolid tiró de coraje y garra para poco a poco llevar el dominio del partido y el Sporting aprovechó los errores para salir a la contra y crear alguna ocasión aislada. Los de Sergio González jugaron un partido excepcional en todos los aspectos, con el único fallo en el gol del Sporting. Al principio las ocasiones eran mínimas, y la igualdad máxima, pero el público llevó en volandas al equipo hacia la victoria.
A partir del minuto 28 comenzó la locura. Tras un saque de falta Pablo Hervías puso un magnífico centro para que Calero rematara con la rodilla a la escuadra y pusiera el 1-0 en el marcador. Hervías después de su asistencia, volvió a convertirse en héroe. En el minuto 34, como ya hizo ante el Osasuna, anotó un libre directo por la escuadra izquierda de la portería de Mariño. Dos minutos después, el riojano puso un centro desde la derecha para que Jaime Mata la bajara con el pecho se revolviera en el área y Jordi Calavera en el intento de cortar el balón, introdujo el balón en su propia portería, 3-0 en 36 minutos de partido. Con este marcador se llegó al descanso.
Los de Gijón sabían que tenían que reaccionar y fueron con todo al ataque, creando peligro en varias ocasiones sobre la meta de Masip. Los mayores peligros del Sporting eran Michael Santos y Jony, constantes amenazas cada vez que tocaban el balón. Jaime Mata y Óscar Plano tuvieron la sentencia, pero Mariño realizó una gran estirada para impedir que el balón entre en su portería, y Plano envió el balón al lateral de la red. El Sporting necesitaba un gol para mantener viva la eliminatoria, y en el minuto 70 una excepcional salida desde atrás al primer toque acabó con un pase en profundidad que superó a Moyano y Jony solo ante Masip puso el gol que dio vida a los suyos para la vuelta.
Cabe destacar la animación de la afición en el recibimiento al equipo y la implicación durante el partido de las 23.801 gargantas que se dejaron la voz apoyando al equipo, cada gol era motivo de euforia y con el tanto que abrió la lata el aliento al equipo fue excepcional y propició los demás goles. Una de las mejores primeras partes que se le recuerdan al Valladolid en los últimos años.