Uno de los temas pendientes de la secretaría técnica del Celta este verano, era el de encontrarle una salida a Mor de forma que el club minimizase la pérdida económica de este fichaje, al mismo tiempo que se liberaba uno de los sueldos más altos de la plantilla.

El Celta ya había tenido este objetivo en anteriores mercados de fichajes, pero la escasez y racanería de las ofertas, empujó al club a darle una oportunidad tras otra al extremo turco de renacer y aportar su indudable calidad a la causa celeste.

Como agua de mayo llegó la propuesta del Galatasaray a Vigo. El club turco pagará al Celta alrededor de un millón de euros por la cesión de su compatriota, se hará cargo de su ficha este año, tendrá una opción de compra sobre el jugador una vez terminada la temporada de siete millones de euros y, en caso de ejecutarla, el Celta se quedaría con un porcentaje, el cual no ha trascendido, sobre una futura venta.

Si Emre Mor se encontrase a gusto en su país, y eso le llevase a centrarse en el fútbol y dar rienda suelta a la calidad que atesora, el Celta recuperaría algo de los 13 millones de euros pagados en el verano de 2017 y se quitaría de encima a un jugador que no ha rendido, ni parece que rendirá en Balaídos.

Si por el contrario, el jugador sigue con su actitud habitual y no convence a los dirigentes del Galatasaray, volverá a Vigo, y el Celta estará en la misma situación otro verano más, pero sin haber estado pagando su ficha toda la temporada, sin ser un díscolo en el vestuario y sin ocupar una plaza en la plantilla que bien podrá aprovechar otro jugador.

La cesión con opción de compra no obligatoria es lo mejor que ha podido encontrar el Celta por un jugador con calidad, pero sin actitud y que apenas ha disputado 350 minutos repartidos en diez partidos de Liga este año.