El Madrid apaga las llamas del infierno turco

Un gol de Kroos dio la victoria a un Real Madrid que pudo acabar goleando. Hazard, Benzema y Rodrygo conectaron arriba y pudieron sentenciar mucho antes. La clasificación, mucho más cercana.

El Madrid apaga las llamas del infierno turco
Kroos, Marcelo y Hazard celebran el primer gol / Foto: Real Madrid
alemartinez
Por Alejandro MartínezFernández

Aunque se tratara tan solo del tercer partido de la fase de grupos, el partido era una auténtica final. En el ambiente flotaba una sensación de partido vital en el que se decidía el seguir o no del equipo más laureado de la Champions en la competición, así como el futuro de Zidane. Todos hablaban de una visita al infierno turco aunque, más que eso, podía ser el paso por el purgatorio. Una derrota supondría el descenso al fuego cuya condena sería la eliminación europea. 

Finalmente el veredicto fue positivo. El Madrid se agarró al gol de Kroos para evitar quemarse en el infierno. Ganó por la mínima, sí, por increíble que parezca después de la infinidad de ocasiones. Mostró una buena versión y, de haber estado acertado de cara a puerta, pudo acabar goleando.

Comienzo enchufado

Tenía la lección aprendida el Real Madrid que salió enchufado desde el primer minuto. Ha regalado demasiadas veces los primeros minutos de cada partido, sin ir más lejos, el del pasado sábado en Mallorca. Cansado de ir siempre a contracorriente, el conjunto blanco a los 15 segundos ya había disfrutado de la primera ocasión con dos acercamientos peligros. Fue la primera vez que la defensa del Galatasaray mostró sus carencias. 

El equipo se mostraba conectado, queriendo apretar y robando arriba. Sin embargo, pronto fue el Real Madrid el que también demostró que sus virtud no es precisamente la seguridad defensa. En dos minutos Courtois realizó dos muy buenas paradas para gritar que él también puede ser importante. La segunda de esas ocasiones, llegó tras un balón parado mal defendido en el que todos estaban dormidos y Andone estuvo más listo. Los viejos fantasmas aparecían y el equipo turco y su afición se encendieron. Apretaba el infierno.

Un gol tranquilizador

Por suerte para el madridismo que veía como podía desmoronarse el buen arranque, llegó el primer golpe de extintor para apagar el fuego del infierno. Robó el balón Hazard que, tras tirar una pared con Benzema, puso un pase atrás que Kroos remató tocando en el defensa. Un gol que ponía por delante a su equipo y, sobre todo, ponía tranquilidad. No está el Madrid para sustos.

A partir de ahí el partido tuvo un denominador común, las malas sensaciones en defensa de ambos. Tenía la posesión el Galatasaray, pero cada vez que el Real Madrid robaba tenía muchísimo espacio por delante para que los tres de arriba que se mostraban precisos y con movilidad. Aunque para que los tres corrieran, necesitan de alguien que robara y los lanzara. Ese fue Fede, que se volvió a destapar con otro buen partido. El uruguayo ha roto las cadenas y se ha soltado la melena. Abarca una inmensidad de terreno espectacular y demuestra un despliegue físico insultante. Pinta a crack.

Con unos minutos finales en los que el Madrid parecía reservarse y mantener la tranquilidad con el balón se llegaba al final del primer tiempo. La sensación de que el rival en defensa flojeaba y una marcha más del Madrid podía sentenciar el partido, algo que con un Hazard y Benzema más inspirados de cara a puerta, podrían haber hecho ya.

Ocasiones infinitas sin premio

La segunda mitad fue un manual de cómo no sentenciar un partido que podría acabar siendo sencillo para el Real Madrid. Los de Zidane tuvieron infinidad de ocasiones. Siempre se quedaron a un paso, a un milímetro, a un pase. Siempre faltaba algo para que el balón acabara en la portería. 

Si se relatan las ocasiones que tuvo el Madrid nunca se acabaría la lista. Una tras otra, un contragolpe tras otro. Muchos espacios ante un Galatasaray que se marchó arriba sin importar los huecos que dejaban atrás. Hazard, Benzema y Rodrygo, que se marcó un partidazo, conectaban de forma incesante y las ocasiones se sucedían. El brasileño acabó con calambres. Comprensible. No paró de ayudar a Carvajal. Y, cuando le llegaba arriba, se atrevía con regates y una velocidad que hace ilusionarse al madridismo. Se graduó en un examen muy difícil.

La más clara, el larguero de Hazard tras un regalo de Benzema que el belga, después de irse de Muslera, no aprovechó. Se mascaba el gol pero no llegaba. Y eso, en el fútbol, se suele acabar pagando.

El diablo turco empezaba a mostrar su tridente y el infierno se venía arriba. Casemiro se afanaba en apagar incendios, en evitar que el Galatarasay culminara con la injusticia que hubiera sido el empate. Estaba a golpe de un accidente que pudo llegar en el 83' con un remate de Nzonzi de cabeza. Un gol turco dejaba la clasificación muy complicada. Era increíble que, después de la tremenda superioridad mostrada, el Real Madrid acabara sufriendo. Fue la condena a pagar por cometer el pecado de no sentenciar.

Finalmente, el Madrid supo enfriar los ánimos para acabar el partido sin sufrir demasiado. Apagó las llamas del infierno turco y se agarró a la clasificación para octavos. El próximo partido en el Santiago Bernabéu ante el Galatasary de nuevo con un panorama mucho más tranquilizador. El fantasma de la eliminación europea se aleja.