Escopeta de feria
Repetía el once de “gala” que tan buen resultado dio en el Colisseum Alfonso Pérez, algo aparente innecesario e incluso surrealista pues la tónica dominante debía ser para el conjunto local, siendo superiores en plantilla, el conjunto rumano estaba claro que iba a plantear un partido conservador, en busca de no encajar y encontrar alguna ocasión para dar la sorpresa.
Julen con lo que nos tiene acostumbrado en la actual campaña no sorprendió al plantear un partido de control con poca electricidad en ataque, pero aun así se encontró con un débil Cluj en aspectos defensivos, que en gran parte de la primera mitad concedió en demasiadas ocasiones gratas oportunidades para los sevillistas.
Pero no se puede fallar tanto y con tan “mala suerte”, entre los tiros que se marchan rozando el palo de Suso, Reguilón, Fernando…., las extrañas carambolas que no entraban tras rechaces de los defensas por un suspiro, las decenas de centros sin rematador, y las mas claras el tiro ensayado de Koundé que acabó aunque muy potente a las manos del portero, el chut de Ocampos tras una gran jugada de regate de Suso y De Jong posteriormente, que lanzó a los pies de Fernando y se marchó repelido y con la incertidumbre de si acabaría entrando o no; pero sin duda la más clara fue para Reguilón en jugada ensayada de córner que remató a placer en el área tras segunda jugada pero la estampó en el delantero neerlandés que no podía desaparecer.
No sabremos bien si era cuestión de “pólvora mojada”, de “mirilla desviada” o de “fuerzas espirituales” pero si perdonas en tantas ocasiones hasta el mas inofensivo de las presas se te pone brava cuando le arrinconas, pero no le haces daño. Al final tuvo que acabar pidiendo la hora y alegrándose de las manos milagrosas de Bono que salvó en dos ocasiones dos buenos remates en jugadas con mucha voluntad que terminó el club rumano, y la correspondencia de los jugadores de Petrescu en los remates fallidos a placer como anteriormente hicieron los sevillistas.
El despropósito
Todo lo anterior se fue a pique, con la silbada del público cansado del aburrido juego “lopeteguista”, los jugadores salieron con un estado de motivación por debajo del mostrado en los últimos 10 minutos de la primera parte. Provocó un descontrol en la salida de balón, en la presión e incluso en las actitudes defensivas, y esto se alargó durante toda la segunda mitad, incluso agravándose con los cambios que debían de mejorar el estado del equipo, el primero en salir fue Éver Banega, que, aunque dio salida a varios balones tras la línea defensiva del contrario también propicio perdidas y errores en ¾ de campo, suponiendo más llegada a la frontal del área para los rumanos.
Otros de los cambios fueron Nolito y En-Nesyri que no supusieron tampoco de mucha ayuda para la creación de ocasiones, que incluso más restaban que sumaban, como el sanluqueño que siempre se pone de cara al gol, pero de alguna forma acaba fallando, por sus eternos recortes en la frontal en busca de huecos que nunca encuentra en el remate extraño de cabeza que supuso una cesión al portero contrario.
Al final no se fue todo al traste gracias a las competencias del VAR a nivel europeo, que anuló el único tanto del encuentro, tras un control con la manos de Traoré, pero que la jugada finalizó con un tiro lejano, débil y raso que Bono no supo blocar pese a su simplicidad, y que luego alegaría en zona mixta que su error fue fruto de una desconexión al percibir la mano, un comentario impropio de un profesional que debe de cumplir hasta el último momento, independientemente de las circunstancias de la jugada.
Al final los andaluces pasaron, en víspera de su día (Dia de Andalucía) pero más como auténticos villanos que como héroes.