Es un domingo cualquiera y me dispongo a coger el autobús que me lleva a los aledaños de mi estadio, Mestalla. Antes de adentrarme en ese viaje de emociones, sensaciones y pura adrenalina cojo mi móvil y veo el once titular que el Valencia acaba de hacer público, pero no encuentro lo que buscaba. Después de nueve años viendo alineaciones no veo el nombre de Dani Parejo entre los seleccionados para disputar el encuentro. En ese momento, la tristeza se apodera de mi valencianismo y recuerdo que el capitán de la Copa del Centenario no volverá a pisar mi estadio defendiendo mi escudo porque unos dirigentes lo han tirado del club de su vida por venganza.

El fútbol hay veces que no tiene memoria, pero estoy seguro de que tu legado se recordará pase lo que pase y esté quien esté a las riendas del Valencia. Querrán borrarte de la historia, pero la historia no puede eliminarse tan fácilmente, Dani. En todo este tiempo has derrochado más valencianismo que muchos futbolistas nacidos aquí y que besaban el escudo como si de una acción normal se tratase, pero lo que más tengo en cuenta es que has sabido como levantarte cuando la afición que ahora tanto te añora te golpeaba día sí y día también.

Si he de ser sincero contigo, he de confesarte que yo también fui de aquellas personas que te criticaban por aquello que hacías fuera de los terrenos de juego. Nunca dudé de tu capacidad de llevar la batuta de mi equipo, por lo que las actuaciones que veía fuera del verde me desesperaban más. Sin embargo, puedo decirte con total seguridad que todas esas situaciones extradeportivas han quedado olvidadas para gran parte del valencianismo por todo lo que has hecho por este centenario club.

Imagen vía: @daniparejo_10 (Instagram)
Imagen vía: @daniparejo_10 (Instagram)

Quién te iba a decir que ibas a ser el jugador que levantaría el último de nuestros trofeos tras ser despojado del brazalete el año anterior a la llegada de Marcelino. Tus lágrimas en la final de Sevilla hablan por sí solas, en este club has sabido recomponerte hasta llegar a tu madurez futbolística. Si ya pensaba que era difícil encontrarte un sustituto, no sé cómo irán las cosas sin ti. La idea de un Valencia sin tu figura solo ha existido en un mundo apartado de toda realidad llamado Singapur.

Tú y tu familia os marcháis de la ciudad sin quererlo y sin saber el porqué de esta decisión tan suicida como inimaginable, pero en el imaginario colectivo del valencianismo estará más que presente tu nombre. Te has convertido en una leyenda viva de nuestro club y no veo otro final para tu carrera que no sea en Mestalla. Ojalá algún día vuelvas a sudar nuestra camiseta antes de que te decidas por colgar las botas.

Tu marcha deja un gran vacío, pero personalmente a mí me deja muy tocado. Cada vez que veía el Valencia me fijaba en el 10 y verte calentar calmaba mis nervios, ya que sabía que contigo en el campo mi equipo era mejor. No ha pasado ni una semana y aún no he asimilado que ahora vistas de amarillo, por lo que puedo decirte que me costará olvidarte entre 19 días y 500 noches.

El valencianismo solo puede agradecerte todo lo que has hecho y desearte lo mejor en tu nueva etapa. Tu música sonará cerca de Valencia y estoy seguro de que en Villarreal no tardarán nada en empezar a valorarte. Te vas y el Valencia seguirá, pero nunca olvidaremos a Dani Parejo. Esto no es un adiós, sino un simple hasta luego. Mucha suerte, capitán.