El Real Madrid sacó un empate en el descuento en un sufrido partido de Champions en el Borussia Park este martes. Los blancos se llevan un sabor agridulce, propio de un encuentro en el que, a pesar de lograr en los últimos instantes el equilibrio en el marcador, ha existido un desequilibrio total sobre el juego. El 2-2 arrastra consigo un cúmulo de errores y falta de efectividad que ha dejado al Real Madrid con un resultado que, lejos de ser el deseado, ha sido para los blancos un enfrentamiento digno de reflexión.

Zidane recurrió al clásico 4-3-3 que ya venía de dar sus frutos en el partido frente al FC Barcelona, en el que se llevaron el Clásico por 3-1. La única novedad con respecto a aquel 11 titular fue Lucas Vázquez, ante la baja de Nacho que abandonó el campo en el descanso por una lesión. El gallego, que ya venía mereciéndose el puesto tras su espectacular actuación contra el Barça, no era duda para el once de este martes. Nuevamente se sentaría en la banca Modric, en un encuentro en el que Casemiro, Kross y Valverde marcarían los compases de la medular blanca. El M’Gladbach jugaba con un 4-4-2 que tomaría una presión alta desde los primeros momentos del partido, algo que rápidamente se hizo notar incomodando al conjunto merengue.

El Madrid trataba de iniciar en juego desde su área, recomponiéndose cuando no lograba éxito en el ataque, pero la intensa presión de los alemanes estorbaba la creación de jugadas de utilidad. Sin embargo, los visitantes se consolidaron como los indiscutibles dueños de la posesión durante todo el encuentro y, a pesar de que en el comienzo del partido no lograban encadenar acciones de peligro, fueron cogiendo el truco de un Mönchengladbach que conocía muy bien la tarea que se le asignó ante la visita de los españoles: retener a los rivales en las posiciones de menor peligro (para lo cual emplearon unapresión alta) y evitar en la medida de posible las llegadas en ataque de los blancos.

El Real Madrid en su dominio de la posesión.  |  Fuente: Real Madrid.
El Real Madrid en su dominio de la posesión. | Fuente: Real Madrid.

La posesión y el control del juego han sido indiscutiblemente del Real Madrid y su mejor amigo, los córners, pues hasta 5 córners llegó a desaprovechar el conjunto visitante solo en la primera parte. El M’Gladbach, por su parte, no conseguía generar ocasiones de peligro y tampoco parecían buscarlas, hasta que se aliaron con un amigo más leal que el del Madrid: las “contras”. Cuando lo único que aparentaba el equipo alemán era a rechazar las acometidas rivales, llegaron sus buenos y efectivos amigos, los contraataques, para servir la fiesta. Lo único que le faltó al conjunto de Zidane fue ese gran detalle, la efectividad, y eso fue justo lo que utilizarían los de Marco Rose para transformar el primer gol en una jugada de contraataque tras un inexplicable fallo en la entrega de Kross. Los de Marco Rose llegaron por segunda vez al área y en esa segunda vez, no fallaron, porque gozaron  justo de lo que el Madrid no estaba gozando: de efectividad.

El Borussia ya había probado la sangre y cada vez que iniciaba una contra ponía en evidencia el nerviosismo de los madridistas. Thuram era su hombre clave y para los blancos, su mayor pesadilla. Ese fue el nombre que evidenció que en el fútbol lo importante es hacer goles y esta realidad se estrelló con un Real Madrid que dominaba la posesión y todas las estadísticas, controlaba el juego, llegaba al área rival… pero no hacía gol, y sin goles no se gana.

Un Madrid tocado, pero no hundido

Por momentos, en la segunda parte se observaba un Madrid que se caía a pedazos ante un Borussia M’Gladbach que comenzaba a hacer visitas al área de los visitantes. Absolutamente todas esas jugadas partían de errores en las decisiones de los blancos, malas entregas y pases desacertados. Los alemanes no iniciaban el juego desde su campo, quienes “sacaban el balón” eran los errores de los madridistas, ya sea por un descenso en el rendimiento físico o la motivación, el desacierto de los de Zidane se configuró como el mejor aliado del Gladbach y así fue como llegaría el segundo de Thuram.

El ingreso de Hazard y Modric no se hizo notorio. Los jugadores no pudieron ofrecer el desborde y el giro que el partido necesitaba.  Tampoco lo hizo Rodrygo, que entró mas tarde por Asensio, que fue el cabecilla del peligro creado por los blancos, dejó importantes detalles de calidad y estuvo participativo en prácticamente todas las jugadas de ataque de los suyos y buscaba disparo y ocasiones de gol. El Madrid estaba destrozado, pero no muerto y a pesar de la falta de precisión, los blancos insistieron una y otra vez, no dieron el encuentro por perdido y agarraron de la mano a la perseverancia. Después de innumerables intentos, un gol de Benzema ofrecería una pequeña dosis de esperanza a un Madrid que estaba viéndose fuera de Champions. Más tarde, en el descuento, Casemiro firmó el empate que tanto habían perseguido durante los últimos instantes del partido.

Partido de reflexión en Borussia Park

A pesar de lograr rascar el punto en los últimos instantes, este Madrid deja en evidencia que tiene que hacer los deberes. El Real Madrid no estaba jugando un fútbol pobre, pero sí un fútbol inefectivo. Creaba peligro, llegaba al área, pero fallaba en la ejecución. Los rivales solo tuvieron que llegar al área dos veces para transformar su gol. Zidane tiene que mejorar no solo la efectividad de su ataque, además debe reforzar su defensa, pues todo ha quedado visto en este encuentro. Escasas llegadas de los rivales, todas provenientes de jugadas de contraataque y transformadas en dos goles en contra. Está claro que esta ha sido un partido para identificar errores, asumirlos y rectificar.