Nuevo tropiezo en casa. Esta vez inesperado, ante un rival de abajo y viniendo en dinámica positiva. Lo cierto es que, los futbolistas del Sevilla se han mimetizado con el clima de la noche, y han completado un partido del todo gris.

La alineación titular hacía presagiar un buen partido, y es que el técnico vasco optó por el once de gala. Defensa habitual, Fernando cubriendo las espaldas de Óliver Torres e Ivan Rakitic y Lucas Ocampos, Suso y En-Nesyri formando el tridente de ataque.

Los primeros minutos parecían confirmar estas sensaciones. El equipo salió metido en el encuentro, jugando con ritmo y acercándose al arco de Jordi Masip. A los diez minutos, un gran pase de Rakitic, dejó solo a Ocampos ante el meta catalán. El travesaño escupió la picada del argentino, y En-Nesyri no pudo conectar con el balón en el rebote.

Al filo de la media hora, llegó el penalti de San Emeterio. El cántabro tocó el cuero con las manos tras un remate de En-Nesyri, y Ocampos no falló desde los once metros. Todo parecía ponerse de cara en ese momento, pero lo cierto es que fue el origen del descenso en el nivel de juego.

El Sevilla se mostró cómodo tras el gol, quizás demasiado. Comenzó a ceder metros y protagonismo al equipo vallisoletano, que con un buen Orellana fue metiéndose en el partido y ganando terreno como quien no quiere la cosa.

El 4-4-2 de Sergio González mostró mucha solidez. Los locales no fueron capaces de generar acciones peligrosas ni por el carril central ni por las bandas, donde Jesús Navas y Acuña no tuvieron su mejor partido.

La situación se acentuó en el segundo tiempo, en el que los locales no fueron capaces de disparar una sola vez a la puerta contraria. Marcos André avisó mandando un genial taconazo al poste cinco minutos después de salir de vestuarios.

Julen dio entrada a Joan Jordán en detrimento de Óliver, para tratar de dar consistencia a la medular. Sin embargo, la sustitución no cambió nada, y el equipo seguía defendiendo demasiado atrás, conformista con el 1-0.

Los cambios de Sergio sí fueron determinantes. En primera instancia dio entrada a Rubén Alcaraz y Jota. Aunque sorprendió que retirara del verde a Fabián Orellana, tanto Rubén en la medular como Jota en ataque dieron mucho al Pucela.

Más tarde, el partido se fue decantando con la entrada de Míchel, Sergi Guardiola y Toni Villa. El Valladolid ganó en frescura, y los cambios de Lopetegui parecieron llegar tarde y mal. Ni Óscar ni De Jong ni Gudelj aportaron lo necesario para mantener la ventaja ni ir a por el segundo.

Finalmente, la insistencia del Pucela tuvo recompensa. Tras la salida de un córner, Raúl Carnero limpió las telarañas de la portería de Bono desde la frontal del área. Nada pudo hacer el guardameta marroquí para detener el espectacular zurdazo del gallego, que se estrenó como goleador tras 118 partidos en primera división.

El pitido final dejó a los sevillistas, y probablemente a futbolistas y cuerpo técnico, con la sensación de haber dejado escapar dos puntos muy importantes por no haber ido a por más tras adelantarse en el marcador en la primera mitad.