Grandioso derbi en el Santiago Bernabeu que acaba en tablas, dejando para ambos equipos un sabor amargo. El Real Madrid pierde una oportunidad de oro para acortar distancias con el Fútbol Club Barcelona y el Atlético para alcanzar la tercera plaza.
Primera parte igualada, intensa y con poca materialización ofensiva
El conjunto rojiblanco saltó al césped sin complejos, rebosando confianza y a ganar el partido. Los primeros minutos del encuentro reflejaron un dominio posesivo por parte de los de Simeone, con un Real Madrid un poco más desconectado y gris, sin ser capaz de hacerse con el balón.
Tras esos primeros compases de partido, los merengues comenzaron a inclinar la balanza posesiva a su favor, siendo capaces de llegar un par de veces al área contraria aunque con muy poco peligro. El planteamiento colchonero funcionaba, ya que no permitía al equipo blanco ninguna transición ofensiva rápida, bloqueando así a Vinicius y Benzema que venían de unas actuaciones histórica en Anfield hace unos días.
La primera mitad nos dejó en claro mientras se desarrollaba, que ningún equipo conseguía dejar su impronta, no habiendo un dominador claro, estando totalmente abierto y sin ninguna locura. El partido rezumaba respeto, ningún bando arriesgaría de más durante los primeros cuarenta y cinco minutos, con algún que otro disparo fuera del área y algún balón tímido colgado sin peligro para la portería defendida por Jan Oblak. En definitiva, mucha posesión pero poca pegada para ambos rivales, donde lo más destacable de la primera mitad fue la lesión del defensa mozambiqueño Reinildo Mandava que se antoja grave y de una larga recuperación.
El partido estalla
En el descanso, el partido había presentado una sensación descafeinada debido a un encuentro rocoso y gris donde faltaba descaro y una pizca de agresividad. Pizca que nos sirvió Angel Correa, propinándole un codazo directo al pecho al jugador alemán Rüdiger en un lance sin balón. Gil Manzano, colegiado de este encuentro no dudo ni un segundo expulsando al internacional argentino directamente, originando así una pequeña tangana que fue rápidamente sofocada.
Tocaba reconstruir al equipo, ya que el conjunto de Ancelotti salió más fresco, con una marcha más, arrebatándole la pelota al conjunto indio, que se encontraba con diez jugadores en el terreno de juego. El Cholo movió las piezas que pudo con algunas sustituciones pero el Atlético solo podía replegarse y parapetarse lo máximo que pudiese. En estas situaciones desventajosas, se suele recurrir a la siempre confiable opción del balón parado para suplir la ausencia de un jugador y con suerte anotar un gol.
Opción altamente provechosa para los rojiblancos, donde un balón colgado con mimo por Griezmann, acabaría en la cabeza de José María Giménez, introduciendo el balón dentro de la portería del real tras un excelso remate. El partido procede a romperse y a no seguir ninguna dinámica lógica, donde el equipo que más estaba sufriendo consigue anotar.
El Madrid acabaría encajonando a los de Simeone, hasta prácticamente meter al once dentro de su propia área sin opción de tener el esférico. Como nos dice nuestro refranero, "tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe", por lo tanto tras varias acometidas merengues a la portería de Oblak, encontrarían la recompensa del gol. Otra vez por medio del balón parado, concretamente un córner sacado con magia por Luka Modric que acabaría rematando Álvaro Rodríguez, canterano del Real Madrid de 18 años, completamente solo en el área tras un despiste en la marca del propio Jose María Giménez.
El 1-1 fue el resultado definitivo, aunque el Real Madrid, tras su anotación en el minuto ochenta no bajaría los brazos y seguiría luchando por hacerse con la victoria, lo cual acabo en esfuerzo inútil debido a una masterclass defensiva de Diego Pablo Simeone y sus muchachos.
Al Madrid, se le antoja imposible la liga ya que si el Barcelona ganase su próximo partido, estarían a diez puntos del liderato, agravando aún más esa distancia. En cambio el Atlético, sale reforzado del partido, donde volvió a sufrir, pero también a puntuar y a mostrar un juego claro y conciso reflejando la buena racha de resultados tras el mundial.