Djalminha o como marcarle al Celta el mejor gol blanquiazul en 16 años

El 26 de noviembre del año 2000 el brasileño marcaba un gol histórico en un partido para el recuerdo.

Djalminha o como marcarle al Celta el mejor gol blanquiazul en 16 años
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Por Santiago Liste Cortizo

Hoy en día, cuando los chavales deciden hacerse de un equipo muchas veces se opta por lo fácil: la moda, los grandes y ese "ser de los que ganan". Siempre es más sencillo subirse a un trasatlántico que admirar la belleza de un pequeño bote de remos. Y siempre es más difícil remar que esperar daiquiris en cubierta. Ahora que toca "remar y remar" como dijo el gran Emery en rueda de prensa en su día, es también momento para detenerse y valorar que hace no mucho tiempo era el color blanquiazul el que marcaba el tempo de la Liga y que eran otros los que desde proa veían alejarse la popa de la nave blanquiazul.

No era esa una época de ultimatums al entrenador, no existían problemas de generación de juego y desequilibrio en tres cuartos... había magia e ilusión, un bloque y también sangre y sudor, pero en este caso, lágrimas de alegría. Y emoción. Mucha emoción. Pero por ganar campeonatos y sin la angustia de verse amenazado por el descenso. Este pasado, añorado por todos y que se acaba rememorando en toda conversación con los amigos del sur de la Comunidad (títulos y rivalidad, copas de diversos materiales, etc), tiene hitos y momentos clave que siempre se intentan transmitir a ese nuevo deportivista que no opta por comprarse una camiseta azulgrana o blanca y sí por "bajar al barro" con la blanquiazul.

¿Puede ser un gol más que un gol?

26 de noviembre. Año 2000. Temporada 2000-2001. La Liga "falaba galego" con un Deportivo que llegaba a la cita como flamante campeón en la temporada anterior y colíder empatado a puntos con el Valencia y un gran Celta, el Celta de Víctor Fernández, tan plástico y estético en su juego como incapaz en numerosas ocasiones de convertir sus grandes actuaciones en puntos para su casillero. Atrás quedaba el derbi del enfrentamiento entre Djalminha y Mostovoi y los partidos de las "bombas" del Turu Flores. Era un encuentro al que el equipo celeste llegaba con muchas bajas y en el que se encontró con un penalti en contra en la primera parte que el propio Turu Flores lanzaba fuera. Pero todo cambia en el minuto 57. Irureta da entrada a Djalminha por un Valerón que empezaba ese año a componer su propia partitura vestido de azul y blanco pero que no tuvo ese 26-N una de sus mejores tardes. En cambio, el '8' estaba a punto de mostrar en público una de sus composiciones más brillantes.

En el minuto 76, Djalminha para el tiempo en una acción de genio, al alcance de muy pocos

En los instantes posteriores a su entrada al terreno de juego realiza un antológico pase de rabona al Turu que el argentino no es capaz de aprovechar entre la maraña de piernas celtiñas. Pero llega el minuto 76, y Djalma Feitosa Dias para el tiempo. Pase largo de Diego Tristán hacia la esquina superior izquierda del área viguesa (el Deportivo ataca hacia la grada de Maratón)...y la acción posterior es complicado definirla con palabras. Solo son unos segundos, pero pasan muchas cosas. El mediapunta brasileño recorta de tacón y rompe a Yago Yao, que sin saberlo y sin poder evitarlo estaba conviertiéndose en historia viva de los Deportivo - Celta. Con este gesto técnico deja el balón preparado para un golpeo de zurda, con rosca, inapelable y que se cuela en la portería de Pinto. La parroquia coruñesa estalla de alegría y rompe a aplaudir la última obra de arte de un futbolista diferente en todos los aspectos, aunque hablar de ello, de golpeos y regates y de collejas y cabezazos da para otro artículo...

Momentos como este forman parte de una historia en blanquiazul que hay que seguir construyendo en Primera

Final. Uno a cero. Victoria y a seguir coliderando con el Valencia. Eran 34.000 espectadores en Riazor ese día y es una imagen, una jugada, un gol...que con un entrenador u otro, en Primera o Segunda ha creado orgullo deportivista, del que es preciso tirar cuando no son buenos tiempos para la lírica y que ha emocionado por igual a aficionados de todo el mundo (gracias, YouTube).

Por eso, un gol puede ser más que un gol; y el que Djalminha marcó al Celta en Riazor ese 26 de noviembre del año 2000, lo es. Un hito en la estancia en Coruña de un mito. La definición de un jugador en una acción y un recuerdo de que cualquier tiempo pasado fue mejor, aunque se puede tirar de ese orgullo acumulado y luchar sin excusas por el presente de la entidad: "Somos los que somos y estamos los que estamos".