Ocho duelos sin ganar

El Dépor no conoce la victoria desde el mes de diciembre, cuando consiguiera los tres puntos ante el Leganés. En el mes de febrero tan solo ha sacado un punto, el conseguido ante el Español.

Ocho duelos sin ganar
Foto: LaLiga
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Por Maria Canela

Mientras haya esperanzas hay optimismo, pero los números del Dépor no invitan precisamente a soñar. Los gallegos no son capaces de ganar un partido desde el pasado nueve de diciembre, cuando se impusieron por la mínima al Leganés con un gol de Adrián, paradójicamente en el debut de Parralo.

Barcelona, Villarreal, Real Madrid, Real Sociedad y Alavés a domicilio; y Celta de Vigo, Valencia, Levante, Real Betis y Español en casa son los diez partidos que ha tenido que disputar el Deportivo desde aquella última victoria.

De los 30 puntos posibles en Coruña tan solo se han quedado tres puntos. Tres empates ante Villarreal, Levante y Español, todos ellos en Riazor.

El Dépor ha vivido desde aquel 9 de diciembre un cambio de entrenador y más soltura en el campo gracias al nuevo técnico, pero los resultados se repiten. Los balones no entran y cuando lo hacen, se desperdician con goles en contra. Abultadas goleadas y poca actitud para afrontar los partidos.

En una liga donde la diferencia entre los ‘grandes’ y los equipos más modestos es brutal, para conseguir tres puntos hay que correr, luchar y pelear cada pelota. Y el Dépor lo intenta, pero solo eso no vale. 

Que un equipo como el cuadro gallego luche durante los primeros tramos del partido y deje al rival llevar al control durante otra gran parte del encuentro no es favorecedor para hacer su fútbol.

Para un equipo sufridor como el Deportivo, Riazor debe ser un fortín. Y esta campaña no lo está siendo. Pese a que la afición se empeña y apoya a los suyos, como debe ser.

Cierto es que todos siguen creyendo, pero la sensación que dan los jugadores en el campo es otra. Hasta el día de la destitución de Cristóbal Parralo el Deportivo de La Coruña arrastraba el escudo por todos los campos de España a los que viajaba. Claro ejemplo son las abultadas goleadas ante el Barcelona, Real Madrid o Real Sociedad.

La llegada de Seedorf por su parte parecía ser un soplo de aire fresco.  Pero ese aire no terminaba de llegar. Los blanquiazules ganaron en forma física y llegaron a poner en aprietos a sus rivales en algunos tramos del partido, pero no culminaban. El estilo de juego del equipo mejoraba pero los resultados, que a fin de cuentas es lo que importa en el fútbol, no llegaban. Tres partidos, dos derrotas y un empate. Si se quiere conseguir la salvación hay que darle la vuelta a todo, y hay que hacerlo ya.

Un equipo modesto no puede rendirse cuando le marcan un gol. No puede despreciar gran parte de las ocasiones que tienen, porque los fallos penalizan. Y el Dépor, de momento, está condenado.