Se iniciaba el partido en el Iberostar con el equipo local como colista, tras la victoria del Mirandés ante el último verdugo de los mallorquines, el Alcorcón. Hablar de victoria como necesidad era irritante por su evidencia. El Nàstic, sin embargo, necesitaba rehacerse del importante tropiezo en casa ante el Almería, que le seguía condenando a la lucha de la que nadie quiere ser partícipe.

Una soporífera primera parte

En los primeros 45 minutos, las necesidades no se tradujeron en buen fútbol. El Nàstic presentó el bloque alto en salida del Mallorca, por lo que el balón largo sin aparente destinatario significó, mayoritariamente, una constante lucha por hacerse con el balón en mediocampo. Solamente los movimientos de ofrecimiento de Emaná podían desencadenar en tramos de buen fútbol de asociación entre los tres centrocampistas catalanes. 

El Mallorca estuvo francamente mal. Las dificultades en salida, propuestas por el rival, resultaron determinantes en los minutos de atasco del conjunto local. Los balones largos a Brandon toparon, constantemente, con alguno de los tres centrales de azul. El equipo no encontraba comodidad ni siquiera en jugada lateral, pues la escuadra visitante acumuló interiores en la ayuda, además de la inmediata cobertura al lateral que proporciona la línea de cinco. Además, los forzados centros no hallaban destinatario. Desesperante. En general, un desastre que los jugadores eran incapaces de solucionar por sí mismos.

La tónica no varió

En la segunda mitad, el hilo futbolístico siguió un camino muy semejante al de los 45 primeros minutos. El equipo de Barjuan fue un equipo impotente en la construcción de juego, mientras que el Nàstic aprovechó su ordenado repliegue para evitar que, las pocas veces que los bermellones traspasaron líneas de presión, llegaran con peligro a la zona definitoria. Las ocasiones llegaron con cuentagotas. Una de Lago y, sobre todo, una de Brandon en la recta final acabaron, eso sí, por desesperar al graderío, que empujó para acabar derrumbándose.

El Mallorca se topó contra un ordenado Nástic que pecó de excesivo conformismo

El Nàstic pareció pecar de excesivo conformismo. El equipo de Merino dio sensación de poder incomodar algo más la portería de Santamaría, quien reaccionó cuando tuvo que hacerlo. Tejera y Muñiz se hicieron dueños de los volantes y, por ello, Barjuan varió su sistema al 4-4-2 con la intención de evitar que el Nàstic siguiera aprovechando las espaldas de sus interiores.

La actuación de los exponentes de mayor calidad del equipo balear tampoco ayudó. Brandon estuvo especialmente desacertado, al igual que Sasa Zdjelar y Angeliño, que firmó su peor partido de rojo. Juan Domínguez, tal vez, fue el mejor del equipo de casa, iniciando y dándole sentido a las embestidas de los mallorquines.

Situaciones

La anteriormente nombrada victoria del Mirandés ante el Alcorcón podía parecer positivo para ambos equipos, pero, visto lo visto, el mayor beneficiado fue el equipo de Tarragona. El Mallorca comparte la última posición de la tabla con el equipo de Miranda de Ebro, mientras que el conjunto visitante sí se fue con la sensación de haber sumado. A falta de los respectivos encuentros de Rayo y Almería, los de Sergi Barjuan se encuentran a cuatro unidades de la salvación.

Sergi Barjuan: "Hacer ver a los jugadores lo que se están jugando es mi tarea"

El nuevo entrenador del Mallorca confesó que, en la primera parte, el equipo dio una impresión realmente decepcionante. El catalán se mostró resignado ante la situación, delante de comprometidas preguntas. No se puede negar lo evidente y, sin hacerlo, el técnico catalán buscó dar la sensación de seguir esperanzado con el objetivo de la salvación.

Sin embargo, también pretendió dar a ver que su reciente llegada a la isla le puso las cosas aún más complicadas de cara a una hipotética victoria. "Si es que apenas les conozco", apuntó.