El inicio del periodo de fichajes de verano en el Rayo Vallecano comenzó de forma un tanto pausada, llegando a impacientar a la afición franjirroja, ansiosa de ver caras nuevas por Vallecas.
A mediados del mes de julio se produjo una importante novedad. El Rayo lograba la cesión del meta Alberto García procedente del Getafe. El guardameta era un hombre muy valorado en la categoría por su amplia experiencia, así como sus buenas actuaciones sin importar la portería que defendiera.
"El Rayo es un gran club, no supone un paso atrás"
El catalán llegaba al conjunto vallecano después de haber tenido un destacado papel en su anterior club, hasta el punto de ser titular en la mayoría de partidos de la fase regular, quedando en el banquillo de forma sorprendente en los playoffs. A juicio del propio protagonista, salir del Getafe una vez logrado el ascenso a Primera División no supondría ningún paso atrás, pues llegaba a otro gran club.
De esta forma llegaba a Vallecas un seguro bajo palos, a priori. Ante la escasez de porteros en el cuadro franjirrojo, Alberto se hizo de inmediato con la titularidad. Ni la llegada de competencia en su puesto hizo que cambiaran las cosas. Michel, desde la jornada uno, le dio toda su confianza para que ocupara la portería del Estadio de Vallecas.
Alberto no tardó en adaptarse a su nuevo equipo, a sus nuevos compañeros y al modelo de juego que pretendía implantar el entrenador madrileño. Este estilo, incluso, no le resultaba incómodo, pues exigía al cancerbero habilidad en el juego de balón con los pies, característica que cumplía perfectamente el barcelonés.
Decisivo en más de un encuentro
Las jornadas se sucedían y el portero cada vez adquiría más importancia en el devenir del Rayo, siendo vital para la obtención de unos preciados puntos en sucesivos encuentros.
Paradas que valen victorias
Así sucedió en partidos como el disputado en el Heliodoro Rodríguez López frente al Tenerife, en el que buena parte de las opciones de victoria de los visitantes fueron gracias a la magistral actuación del guardameta visitante, el cual, sin embargo, no puedo evitar el tanto del empate local en los últimos minutos. De forma similar aconteció en la última jornada disputada este año, en la que el Rayo visitaba Lugo. Los lucenses tuvieron una ocasión clara en forma de penalti para igualar el partido y, aunque el balón se marchó por encima del larguero, de haber ido a portería habría sido detenido por Alberto, que adivinó la intención del delantero local.
En suma, Alberto García es uno de los que más culpa tiene de que el Rayo Vallecano concluya este año en una meritoria cuarta posición en la tabla clasificatoria, tan solo un punto por debajo del segundo clasificado, el Cádiz.
Algo más que un futbolista
Fuera de lo meramente deportivo, el arquero catalán también ha sorprendido gratamente a los que más sienten y tienen el corazón cruzado por la franja. Desde su llegada a Vallecas Alberto transmitió su apoyo a la afición en la defensa de unos valores respaldados con orgullo por él mismo, como así reconoció en su presentación.
Fuertes lazo creados con la afición
Tal ha sido la unión con los rayistas que hasta se ha convertido en el portador del brazalete de capitán en el campo pese a llevar tan solo unos meses en la disciplina franjirroja.
Otra muestra más de su conexión con la grada del Estadio de Vallecas son sus celebraciones a la conclusión de los partidos en los que el Rayo termina victorioso, así como las muestras de reconocimiento y cariño que transmite tanto a los Bukaneros como al resto de franjirrojos que acompañan al Rayo allí donde juega cada fin de semana, sin importar el lugar.
En conclusión, el fichaje de Alberto García ha sido todo un acierto por parte del club tanto en lo futbolístico como en lo extradeportivo, pues se ha convertido en uno de los estandartes del equipo, acaparando mucho peso en el vestuario debido a su espíritu de líder.