Eran muchos los que aseguraban que Sergio García tenía todo lo necesario para alzarse con un grande, pero lo cierto es que, por unas cosas u otras, siempre se le resistía el triunfo. El castellonense llegaba a Augusta con 73 grandes a sus espaldas y siendo el jugador con más majors jugados de forma consecutiva -no se pierde uno desde el Masters de Augusta de 1999-. Y quizá nadie habría apostado un mísero céntimo a que, si al fin lo lograba, el torneo en cuestión sería el Masters. Cosas del destino.

Lo cierto es que Sergio se mostró muy fiable desde el jueves y ya en la segunda jornada durmió colíder, algo que mantendría en la tercera, para afrontar el temido domingo en Augusta desde lo más alto. Y no empezó nada mal la cosa, pues tras la disputa de los primeros cinco hoyos de la jornada decisiva, el castellonense aventajaba en tres golpes a su máximo perseguidor, su compañero de partido Justin Rose. Sin embargo, tres hoyos después la ventaja se había esfumado. Pero lo peor aún estaba por llegar, pues tras dos bogeys consecutivos en los hoyos 10 y 11, Sergio se quedaba a dos golpes de Rose. Algunos años atrás, en ese preciso momento se habría terminado el torneo para él.

Reacción de campeón

Pero, afortunadamente, este es otro Sergio. De hecho, se creció ante la adversidad y salvó un valiosísimo par en el 13, tras tener que dropar después de un mal golpe desde el tee. Eso, unido a que Rose erró un claro putt de birdie, le abrió nuevamente la puerta. A partir de aquí, el español recuperó sus mejores sensaciones y con un birdie en el 14 y un espectacular eagle en el 15, igualó nuevamente la contienda. Su golpazo en el 16 fue respondido por Rose con maestría y, pese a que Sergio dejó su bola algo más cerca del hoyo, solo el inglés logró hacer el birdie. Tocaba volver a remar.

Su intento de birdie en el 17 se quedó corto, pero Rose no logró hacer la recuperación desde el bunker, por lo que se llegó al 18 con empate. Rose presionó a Sergio dejando su bola a apenas dos metros del hoyo para birdie tras un bote muy generoso, pero el español ni se inmutó y la dejó incluso un poco más cerca. El inglés erró su putt y le dio a Sergio la oportunidad de cerrar el torneo. Pero falló. Y, por un instante, a todos se nos vino a la cabeza aquel putt de Carnoustie diez años atrás. El golf no podía volver a ser tan cruel con Sergio. El Masters tendría que decidirse en el playoff. Pero esta vez la reacción del español tras su intento fallido fue diferente. Así como en Carnoustie se vio a un Sergio hundido, en Augusta simplemente se le vio gesticular como queriendo decir que la bola no había caído hacia donde él esperaba. Borrón y cuenta nueva, debió pensar.

Y tocaba jugar de nuevo el 18. Sergio calcó lo que acababa de hacer minutos antes y volvió a dejarse una opción clara de birdie, aunque algo más lejana. Pero Rose esta vez falló su salida a la derecha y tras estar bloqueado por los árboles se vio obligado a renunciar a llegar al green de dos. Su tercer golpe le permitió dejarse una mínima opción de salvar el par, pero la erró. Ya poco importaba, pues Sergio embocó su putt de birdie y estalló de alegría. Acababa de enterrar todos sus fantasmas. Justo el día del 60 aniversario de Seve. 74 majors después. Costó tanto que ahora sabe mejor y, según el propio Sergio, “es incluso más dulce por esa larga espera”. Al fin, 18 años después, 'El Niño' se hizo grande.