El parón causado por el coronavirus le ha tocado más de cerca a determinados deportistas. Mikaela Shiffrin es una, lamentablemente, de ellos. Máximo exponente del esquí alpino, la estadounidense ha visto como en este 2020 su mundo se le caía a los pies, para después intentar recomponerse y acabar enfrentándose a una dura cuarentena, alejada de sus esquís.

Doble campeona olímpica, el primer golpe que recibió la deportista fue el fallecimiento de su abuela Nana, a la que estaba muy unida. Esto ocurrió solamente unos días antes de que la temporada diera comienzo, en Soelden.

Sin probar victoria hasta en la Copa del Mundo hasta Bansko, en donde logró parar el cronómetro en 1:29:79, parecía que la norteamericana podría remontar una temporada que empezó lejos de lo deseado. Pero el agujero de los horrores no había hecho más que empezar.

Jeff Shiffrin, el padre de la campeona, murió prematuramente, debido a un accidente casero en Colorado. Su mujer y su hija viajaron lo más rápido posible desde Europa, con el fin de pasar a su lado sus últimos momentos. Él era el que la asesoraba, al ser un antiguo esquiador, y quien la acompañaba en todas las competiciones internacionales.

Tras unas semanas recuperándose de la pérdida, intentó volver a esquiar en Are, pero fue demasiado tarde. La temporada, a partir de aquella misma competición, quedó suspendida a causa de la COVID-19.

Su cuarentena se ha basado en seguir entrenando y en mantener viva la memoria de su padre, con vistas a la temporada que viene, esperanzada. ‘Lo que quiero es esquiar y disfrutar esquiando. Por eso estoy peleando para poder estar en Europa y competir en la Copa del Mundo’’, dijo en una entrevista para skiracing.com el pasado mes de julio.

Quiere volver a liderar el deporte, como ya se ha acostumbrado a hacerlo, y dejar atrás esta dura temporada. ‘’Era líder de la general, tenía casi en mis manos el Globo de slalom y lo perdí cuando se fue la persona más importante de nuestras vidas. Pero el mundo siguió y nosotras paramos’’.

‘’La competición continuó, se celebraban las victorias de los ganadores y hubo momentos en los que pensé que a la gente le gustaba tenerme lejos y que no me querían. Ese ha sido uno de los obstáculos que debí que superar. Es un error pensar en ello y una reacción vengativa no me llevaría a ningún lado. Por eso intento mantenerla lo más lejos posible’’, puntualizó.

Poder volver a entrenar ha sido su particular forma de retomar una normalidad, lejos ya de ser normal. Primero en Copper Mountain y ahora en Mount Hood, se ha unido a otras dos velocistas estadounidenses, Breezy Johnson y Laurenne Ross, con el fin de ponerse a punto para un invierno incierto.

Sus más directas oponentes, Federica Brignone y Petra Vlhova, superan a la americana en cuanto a sesiones de entrenamiento en la nieve, pero su entrenador Mike Day asegura que Mikaela ya es capaz de ejercitarse al nivel más alto.

Sea como sea, este ha sido el 2020, hasta ahora, de Shiffrin, una luchadora a la que ahora le ha llegado el momento, de verdad, de ganar. Lo que pase durante este invierno será ya fruto del azar, mientras tanto, toca inspirarse con su fuerza y esperar a verla de nuevo encima de unos esquís.