En el primer día sin natación en los Juegos de Río nadie echó de menos a los astros del agua porque llegaron los de la pista para tomar el protagonismo y recordar lo efímera que es la gloria y lo fértil que es el talento en la cita olímpica. Wayde Van Niekerk irrumpió en la gran noche reservada para Usain Bolt y los aficionados disfrutaron así de dos prodigios: el tercer oro olímpico del jamaicano en los 100 metros y un estratosférico récord del mundo del sudafricano en los 400. Juntos se entrenaron los dos rayos de la noche en junio en Jamaica y juntos centellearon en el Engenhão.

Van Niekerk, de 24, recordó al Bolt joven que irrumpió en Pekín para destrozar récords inimaginables y marcar una era. Entonces ganó por primera vez los 100 metros olímpicos alumbrando marcas fuera del raciocinio. Ahora se bastó para vencer como los campeones, sobreponerse a las dificultades y enterrar una vez más cualquier amenaza de cambio de régimen. Su marca (9,81s) decepcionó. Corrió en la final solo cinco centésimas más rápido que en las semifinales, cuando dio la impresión de que iba a volar en tiempos cercanos a los de Londres (9,63s). Una deficiente puesta en acción ante la bala Gatlin arruinó el cronómetro pero no su victoria. Remontó con su zancada enorme y su nula resistencia a la velocidad y derrotó al estadounidense por ocho centésimas, siete más que en el Mundial de hace un año. Como Phelps, la veteranía empeoró su marca pero su efigie gigante empequeñeció a los rivales. Bolt encontró el camino de la victoria y no parece que vaya a perderlo en su recorrido por Río hacia el triple-triple, el tercer oro seguido en 100, 200 y 4x100 metros, y los nueve oros de Carl Lewis.

Tres dorados como los que quiere sumar Bolt tiene ya Simone Biles, que espera otros dos para lograr lo que ninguna gimnasta antes en unos mismos Juegos. La reina de los aparatos no encontró oposición a Amanar y su Cheng casi perfectos en la final de salto, la primera que disputó tras sus victorias en el concurso individual y por equipos. Con su homólogo Uchimura discreto en el suelo, brilló entre los hombres Max Whitlock, vencedor en apenas dos horas en suelo y caballo con arcos, para regalar a Gran Bretaña otros dos oros en su día de ensueño.

Tres opciones a la basura

El fulgor de la noche internacional contrastó con el apocado domingo español. España compitió toda la tarde por tres medallas que se escaparon y colocan a la delegación en una situación muy delicada para afrontar la última semana olímpica. Rafael Nadal resucitó en el segundo set ante el deshonesto Nishikori y claudicó en el tercero víctima de la desesperación por la picardía de su rival, desaparecido casi un cuarto de hora en el baño entre set y set, y por su físico, machacado por una semana titánica de competición tras dos meses de inactividad que terminó con un oro y una amarga medalla de chocolate para él. No logró subir al cajón que encabezó otra vez como en Londres Andy Murray, vencedor en otro sudado duelo ante Del Potro. 

Marina Alabau sufrió el entierro de su medalla en un mar calmo tras una noche de intranquilidad y desvelo y una mañana de discusiones con los jueces, que finalmente la dejaron competir en la regata definitiva del RS:X reconociendo su error al no revisar el material antes de la competición. Con la remontada por objetivo tras una semana bastante más discreta que la que coronó a las sevillana con el oro olímpico en Londres, Alabau empujó su tabla hasta el podio en las primeras boyas, pero el viento desapareció y la windsurfista comprobó impotente como algunas de sus rivales le superaban y terminaba 5ª, a las puertas como en Pekín.

Rafael Cabrera también encendió las esperanzas de la remontada en el golf con un 'eagle' y dos 'birdies' en los primeros diez hoyos del recorrido definitivo que lo colocaron por momentos en el podio. Mantenerse parecía la misión complicada, sobre todo cuando el estadounidense Kuchar y el belga Reed comenzaron a brillar y al canario se le apagó la magia y aparecieron los 'bogey'. Pareció más que notable su quinto puesto al llegar de secundario ante Sergio García, que apareció en el último día para escalar hasta la séptima plaza.

Dos diplomas en el debut del golf que no son suficientes para lanzar a España en el medallero tras dos días de sequía y otra que se vislumbra por delante. La última semana se afronta con cinco medallas. Es cierto que la situación era peor en Londres, donde se llegó a el segundo domingo con tres, pero un cierre deslumbrante alcanzó para sumar 17 medallas. Ahora tampoco queda demasiado margen de error: la vela, el piragüismo, el atletismo, el taekwondo, el bádminton, el triatlón, la rítmica y los equipos deben aparecer con sus mejores galas. Claro que en Río no suman las dos medallas seguras de la sincronizada. En el debut, Ona Carbonell y Gemma Mengual lo bordaron en las preliminares para superar a Ucrania y situarse provisionalmente cuartas pero, como ya se sabía, parece que la jerarquía ha cambiado y al dúo no le corresponde esta vez el podio.

Nada hay escrito, sin embargo, sobre los equipos. Solo el hockey masculino está en fuera de juego tras una derrota postrera y ajustada en los cuartos ante Argentina. El martes, los hombres del waterpolo afrontarán a Serbia como castigo por liderar su grupo, las mujeres del balonmano deberán derrotar a Francia y las del baloncesto, a Turquía. Este lunes, vida o muerte ya para las chicas de waterpolo ante Rusia y para las del hockey hierba ante Gran Bretaña. A los de Scariolo les toca derrotar a Argentina para poder llegar tan lejos. La venganza por el hockey y por Nadal también es una buena razón.