Paralímpicos, los Juegos verdaderos

No existe nadie que pise con mayor firmeza el suelo que un atleta paralímpico, son ellos los verdaderos portadores de la antorcha del espíritu olímpico

Paralímpicos, los Juegos verdaderos
Foto: Diego Luchini
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Por Mariano Jesús Camacho

“Citius, Altius, Fortius”, la frase pronunciada por el dominico Henri Martin Didon, fue adoptada por Pierre de Coubertin para resumir el espíritu olímpico. “Más rápido, más alto, más fuerte” símbolo sin duda de la lucha del ser humano por mejorar a través del deporte. Una cita que cobra sin duda su auténtica dimensión en estas fechas de septiembre, en las que Río acoge la celebración de los Juegos Paralímpicos. Sin ningún género de duda las verdaderas olimpiadas, aquellas que tienen su ceremonia de inauguración en cualquier hospital del planeta, aquel en el que un ser humano tras sufrir un accidente o conocer el diagnóstico de una enfermedad, comienza batir sus propios registros de superación. Con la fundamental colaboración de los servicios sanitarios, el papel de los rehabilitadores físicos y psicológicos, más el apoyo familiar, los atletas demuestran la lección de que todo ser humano puede sobreponerse prácticamente a cualquier obstáculo.

El verdadero espíritu olímpico

Foto: www.ottobock.com
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Por la citada razón todo avance tecnológico que facilite la vida cotidiana de aquel que sufra  algún tipo de discapacidad, es de importancia capital en la mejora de la calidad vital de todos los seres humanos. El estudio científico del estímulo de la psicología motivacional, y la asombrosa capacidad humana de adaptación al cambio, debe ser de obligado cumplimiento en la evolución de la humanidad. Por cada millón invertido en el diseño y fabricación de prótesis, vehículos adaptables, en todo tipo de tecnologías médicas, mecánicas y biomecánicas, serán millones de personas las que se verán beneficiadas. Nadie puede ser más alto, más rápido y más fuerte, que aquel que ha superado mentalmente los devastadores efectos de una enfermedad  o un accidente incapacitante. Por ello ese espíritu olímpico del que tanto se habla puede identificarse de forma diáfana en cualquier barrio de cualquier ciudad, en zonas de guerra y paz. Basta observar a hombres y mujeres, niños y niñas, que se adaptan a un nuevo cuerpo, una nueva vida, superando tanto las barreras arquitectónicas como sociales y psicológicas que han de afrontar. En ese punto comienzan los verdaderos Juegos, las verdaderas Paralimpiadas. El ser humano tiende a asentarse en su zona de confort, pero tanto el azar como la vida le pueden poner a prueba en cualquier momento. Es en ese instante, en el que supera el impulso instintivo de resistirse y afronta una adaptación al cambio, cuando se produce la magia. Aquella que se contempla cada día en cualquier punto de la imperfecta esfera azul que nos acoge.

“Supervalía”

Foto: juegosolimpicosrio2016.com
Foto: juegosolimpicosrio2016.com

El cénit de todo este proceso se puede contemplar en estos días en Río, cuando el equivocado término minusvalía se transforma en ‘supervalía’. El oro, plata y bronce sonoro de estos hombres y mujeres, se convierte en la metáfora metálica y acústica de sus historias cotidianas, pero el éxito queda garantizado para todos debido a su ejemplar capacidad de adaptación y superación. El proceso, muy lento y doloroso, comienza a brillar al dar el primer paso en una clínica de rehabilitación, el primer paseo por un mundo absolutamente a oscuras, al obrar el milagro de volver a caminar gracias a una prótesis, al sentirse nuevamente libre surcando el agua de una piscina o gozando de la brisa que impacta sobre un rostro que atraviesa una calle a lomos de una silla de rueda adaptada. No hay mayor motivación para el ser humano que una meta, y el deporte está absolutamente plagado de ellas; es como un regalo de los dioses creado para reparar estropicios del azar o situaciones que en la mayoría de los casos ha propiciado el mismo ser humano.

La luz interior

Foto: EFE
Foto: EFE

El mundo va tan deprisa que una gran mayoría pasa su existencia sin vivir en absoluto, hasta que de pronto toda su vida se concentra en un solo instante. En ese instante todo se vuelve del revés y la acción cotidiana más sencilla llega a convertirse en una auténtica quimera. Absolutamente todo aquel que ha conseguido equipararse a los demás pese a su discapacidad, (ya sea adquirida o de nacimiento) valora profundamente ese instante en el que decide que no existe mayor inteligencia que la habilidad para adaptarse al cambio. La vida del hombre no solo tiene una historia sino cualquier historia posible. Para muchos el mero hecho de pasear, leer, andar, correr, escribir o respirar, representan un gran reto y la mayor de las competiciones.

Obviamente la discapacidad es un serio obstáculo para desarrollar muchas actividades que los que no sufren discapacidad no valoran en su justa medida, pero ello no impide que mientras las facultades físicas y mentales no estén disminuidas tan seriamente como para que la vida se convierta en un sufrimiento, se puedan superar las limitaciones y se lleve una vida tan llena como sea posible. Es sumamente importante la luz interior, esa chispa de la vida absolutamente identificable en todos estos hombres y mujeres que un buen día decidieron no permitirse el lujo de estar discapacitados en espíritu a la vez que físicamente. Paradójicamente las cifras de discapacitados espirituales van en aumento, seres que creen ser perfectos y que están muy lejos de acercarse a otros que consideran inferiores por el mero hecho de sufrir algún otro tipo de discapacidad.

No existe nadie que pise con mayor firmeza el suelo que un atleta paralímpico, son ellos los verdaderos portadores de la antorcha del espíritu olímpico. Tras una presea de cascabel se oculta una gran historia de superación en la que lo que verdaderamente enriquecedor es el camino, aquel en cuyo final se encuentra el objetivo, que no es otro que ser y existir, perder el miedo a vivir ganándose también el derecho a morir en el momento que cada ser decida, siempre con la seguridad de que se ha vivido plena e intensamente hasta el último segundo. Argumento que es en esencia lo que defiende la atleta paralímpica Marieke Vervoort, que ha generado gran controversia y será una de las estrellas de los Juegos.

Las estrellas de Río

Cuentan que las estrellas en Río se ven diferentes, que el Cristo Redentor prácticamente puede tocarlas con sus manos. También dicen que su brillo es el que mantiene la esperanza de un pueblo castigado por la pobreza y la desigualdad, aquel que sigue preguntándose si la celebración de dos grandes eventos deportivos sirvió para paliar en alguna medida la escasez de derechos de primera de necesidad. Pero en estos días narran que al contemplar las estrellas desde Ipanema o Copacabana, son como el puro Carnaval. No en vano los brasileños se ven reflejados en la cascada de historias de superación de hombres y mujeres a los que solo cabe el sentimiento de admiración. Son cuatro mil los atletas paralímpicos que compiten en Río, pero en el mundo se cuentan por millones. Es absolutamente esencial que el resultado del desarrollo tecnológico y científico, llegue a ser accesible a países tanto desarrollados como subdesarrollados. Los avances han demostrado que pese a las discapacidades, el desarrollo de una vida medianamente normal dentro de las limitaciones, es posible. De ahí que los Juegos Paralímpicos constituyan un excelente espejo y altavoz para reclamar inversiones en este campo de la investigación.

Foto: www.radiohc.cu
Foto: www.radiohc.cu

Con menor repercusión mediática que los Juegos Olímpicos, el aficionado disfrutará y aprenderá de sus historias de superación. Como la de Jason Smyth, campeón de los 100 y 200 metros lisos en Pekín y Londres, o la de Isis Holt, corredora en la categoría T35, para atletas con parálisis cerebral, una niña que vuela para dominar en los 100 y 200. Reconocerá la fortaleza del nadador brasileño Daniel Dias, que con quince medallas en dos Juegos sigue queriendo más. Admirará a Tatyana McFadden, atleta paralizada de cintura para abajo que aspira a siete medallas en Río, donde disputa sus quintos Juegos Paralímpicos después de acudir a Atenas, Pekín, Londres y a los Juegos de invierno de Sochi en 2014. Se sorprenderá con el ciclista Alex Zanardi, expiloto de Fórmula 1 que tras un accidente sufrió la amputación de ambas piernas, pero que encontró su camino de adaptación en la handbike, una bicicleta cuyos pedales se mueven con las manos. Se quedará prácticamente sin habla al ver a lanzar flechas con los pies a Matt Stutzman, que aspira a su segunda medalla paralímpica, como la iraní Zahra Nemati, que defiende en Río sobre su silla de ruedas el título de campeona paralímpica de tiro con arco.  Porque si algo conocen estos atletas es que volar no es imposible, como ha demostrado el alemán Markus Rehm, que con su pierna de fibra de carbono planeó hasta los 8,40 metros en un salto eterno. Y como no podía ser de otra manera vibrará con Teresa Perales, la Trischa Zorn española. La nadadora estadounidense es la deportista paralímpica más condecorada en la historia de los Juegos, sumando 55 medallas, hecho por el cual entró en el Salón de la Fama del deporte paralímpico en 2012. La española que llegó a Río con 22 medallas, ya ha conseguido la primera de las seis a las que aspira, y es la punta de un iceberg de superación que ha abanderado el jugador de tenis de mesa de José Manuel Ruiz Reyes. Él ha portado la bandera en esta ocasión, aquella que cada día cosecha una victoria en cada una de nuestras calles y hospitales, en los que la vida determina el 10% del camino, pero que depende en gran medida del 90% restante de la adaptación y la reacción.

Ciertamente es bastante comprensible que cada uno de ellos, aun obteniendo una recompensa mediática con la comparación, no desee que sus logros sean equiparados a los de Phelps o los de Bolt, puesto que los Paralímpicos son sencillamente los Juegos verdaderos.

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Sobre el autor
Mariano Jesús Camacho
Diez años escribiendo para medios digitales. Documentalista de la desaparecida web Fútbol Factory. Colaboré en la web deportiva italiana Sportvintage. Autor en El Enganche durante casi cuatro años y en el Blog Cartas Esféricas Vavel. Actualmente me puedes leer en el Blog Mariano Jesús Camacho, VAVEL y Olympo Deportivo. Escritor y autor de la novela gráfica ZORN. Escritor y autor del libro Sonetos del Fútbol, el libro Sonetos de Pasión y el libro Paseando por Gades. Simplemente un trovador, un contador de historias y recuerdos que permanecen vivos en el paradójico olvido de la memoria.