21 de octubre de 2001, circuito de Sepang (Malasia). Bajo una humareda y una visera arcoiris, se esconde una sonrisa imborrable. No hay persona más feliz que él. Daijiro celebra con una alegría inusitada que es Campeón del Mundo de 250cc. Desde sus inicios en las minimotos a los cinco años, había soñado con ese momento. Nadie podía evitar que el nombre de Daijiro Kato se inscribiera con letras de oro en la historia del motociclismo. Un nombre, que diez años después de su pérdida, sigue muy presente en un mundo en el cual dejó una huella indeleble.

Los inicios de un campeón

Sus inicios fueron similares a los de la gran mayoría de los pilotos. Desde su infancia, Daijiro comenzó a competir en las minimotos, siendo campeón del certamen japonés de Pocket Bikes en varias ocasiones y pasando a las motos de competición a los 15 años. Tras aclimatarse a ellas, logró vencer por primera vez en el campeonato japonés dos temporadas después. Pero lo mejor estaba por llegar.

Su historia en el Mundial comenzó más tarde que la de otros muchos campeones coetáneos. Kato disputó su primera carrera a los 19 años, en el GP de Japón de 1996 en la categoría de 250cc. El de Saitama corría como piloto invitado en un trazado que conocía como la palma de su mano: el circuito de Suzuka. Kato no tardó en demostrar su valía. A los mandos de una Honda y con su célebre 74 en el carenado, luchó hasta el final con Jacque y Ukawa por la tercera posición del podio. Por delante, nadie pudo con Biaggi –entonces claro dominador de la categoría intermedia- y con su compatriota Noriyasu Numata, con quien ya había coincidido en el campeonato nacional japonés. Pero aquel día Daijiro brilló con luz propia, certificó el podio en su primera carrera mundialista y dejó su sello, el cual no tardaría en ratificar. Había nacido una joya del motociclismo.

GP de Japón 1997 y 1998: Daijiro deja su sello

Corría el mes de abril de 1997 cuando llegó la segunda oportunidad de correr una carrera del Mundial de Motociclismo para Daijiro Kato. De nuevo en 250cc y con Honda, volvería a correr como piloto invitado en Suzuka, en esa ocasión la segunda cita de la temporada. En una carrera marcada por el dominio nipón –los cuatro primeros clasificados fueron japoneses-, el brillante piloto de Saitama se impuso en un vibrante final de carrera a sus compatriotas Tohru Ukawa y Tetsuya Harada ante el delirio de las gradas del circuito de Suzuka después de la gran actuación de sus pilotos. Kato mostró una vez más su descaro encima de la moto, ganando a sus dos compatriotas, muchos más experimentados que él en el Campeonato del Mundo, tras superarlos en la chicane final.

Daijiro se impuso en el GP de Japón de 1997 y 1998, a los que acudía como piloto invitado

Al año siguiente volvía a repetirse la situación. Regresaría a Suzuka como wild-card y el resultado sería calcado. Tras volver a luchar por la victoria contra algunos de sus compatriotas más experimentados, Kato se impuso en el GP de Japón y logró su segunda victoria en el Mundial en la que era tan solo su tercera carrera. Daijiro irrumpió con mucha fuerza, pese a que solo disputaba año a año la cita celebrada en su país. Para la temporada siguiente, en Motegi y bajo una fuerte lluvia, no pudo repetir la victoria en su única carrera de la temporada, pero la quinta posición obtenida volvió a dejar claro el talento que poseía el joven piloto nipón.

2000: primer año completo y consagración en el Mundial

Kato estaba sobradamente preparado para disputar el Mundial de Motociclismo, y así sucedería en el año 2000. En una temporada en la que las Yamaha de Jacque y Nakano se iban a convertir en la referencia de la categoría de 250cc, Daijiro se iba a consolidar como la apuesta de Honda. La marca del ala dorada confió en un piloto que a los 23 años daba su salto definitivo al campeonato y que ya había demostrado de lo que era capaz.

Su brillantez en sus escasas oportunidades previas le abrieron de par en par las puertas del Mundial. Y no defraudó en su primera temporada. Sin conocer la gran mayoría de los circuitos del campeonato, Kato empezó la campaña con cuatro podios –uno de ellos, victoria- en las cuatro primeras carreras (Sudáfrica, Malasia, Suzuka y Jerez).

Cerró su primera temporada completa en el Mundial con tres poles, nueve podios y tres victorias. Tuvo opciones matemáticas de lograr el título hasta la última carrera, en la que Nakano y Jacque apabullaron y se jugaron el cetro del cuarto de litro en un final para el recuerdo en la recta de meta bajo la bandera a cuadros. Su tercer puesto en la general, la subida de los dos primeros a 500cc y su destacable debut mundialista le situaban como principal favorito al título de la categoría intermedia de cara a 2001.

2001: un campeón imbatible

Era su temporada. A los 24 años, Daijiro Kato se enfrentaba a una oportunidad única. En su segundo año como piloto del Mundial de 250cc, enrolado en el equipo Telefónica Movistar que dirigía Fausto Gresini y con el pleno apoyo de Honda, era el principal candidato para lograr el campeonato. Su veterano compatriota Tetsuya Harada, que regresaba con Aprilia al cuarto de litro tras dos temporadas en la categoría reina, se convertiría en su principal amenaza.

Ganó el título de 250cc con 11 victorias de 16 posibles

Pero no sería suficiente para frenarle. Kato dominó con mano de hierro desde la primera carrera, ganó las cuatro pruebas iniciales y solo la lluvia en Mugello y Assen le separaron de engrosar aún más el número de victorias a mitad de campeonato (ganó seis de las ocho primeras carreras). Impuso su autoridad en todo momento y no dio opciones a sus rivales.

Acabó la temporada con récord de victorias (11) y puntos (322) en la categoría intermedia. En solo dos años la cilindrada de 250cc se le había quedado muy pequeña al genio de Saitama. De la mano de Fausto Gresini iba a dar el salto a MotoGP, en la primera temporada de la categoría reina con su nueva denominación. La mayor promesa del motociclismo nipón llegaba a la categoría reina.

2002: año de altibajos en el debut en MotoGP

La primera temporada de la era MotoGP contó con diversidad de prototipos. Los equipos oficiales de Honda, Yamaha y Suzuki serían los primeros en tener las novedosas motos de cuatro tiempos y 990cc, mientras que el resto de la parrilla continuaba con las dos tiempos de 500cc. Así sucedería con Kato, que en el equipo satélite de Gresini arrancaría la temporada con una Honda NSR500.

Logró el podio en su tercera carrera en MotoGP con una moto de 500cc

Pese a ello, el piloto japonés no se arrugó y en su segunda carrera rozó el podio, lográndolo dos semanas después en el GP de España (Jerez). El exceso de ganas y de continuar la dinámica de buenos resultados pese a la inferioridad mecánica con las MotoGP trajo consigo una faceta desconocida hasta entonces en Kato, la de cometer errores. No acabó en Le Mans, Mugello y Sachsenring y no consiguió resultados destacables en el segundo tercio de la temporada.

Todo cambiaría a partir de Brno, momento en el cual contó por primera vez con una 990cc. En su primera carrera con una MotoGP finalizó en segunda posición, obteniendo su segundo podio de la temporada. De nuevo aparecieron los errores, que lastraron su final de temporada. Cerró su debut en la categoría reina con dos podios, una pole y la séptima posición final en el campeonato. Las sensaciones fueron muy positivas a pesar de los continuos altibajos a lo largo de la temporada, lo que le situó como uno de los nombres a tener en cuenta para la temporada 2003, en la que partía como uno de los principales candidatos para frenar el incontestable dominio de Valentino Rossi en MotoGP.

Suzuka: escenario de un sueño que acabó en pesadilla

Con 26 años, en un momento de plena madurez deportiva, Kato se presentaba ante la temporada de su confirmación en MotoGP. De nuevo con Fausto Gresini, recuperando el patrocinio de un potente sponsor como Telefónica Movistar y con mayores garantías que en el año anterior, todo parecía indicar que así sería. El mejor tiempo en los test de Sepang reafirmó que el ‘74’ era uno de los pilotos a tener en cuenta antes del inicio de la temporada 2003.

Suzuka, el lugar que acogió sus primeras gestas deportivas, era el escenario del primer Gran Premio de 2003. El fin de semana estuvo marcado por los accidentes de Melandri y Barros durante las diferentes sesiones de entrenamientos, que en el caso del italiano le impidió disputar la carrera. El piloto de Yamaha se rompió el fémur, un tobillo y la nariz en el incidente, algo que evidenció que las condiciones de seguridad del circuito japonés eran bastante mejorables.

De cara a carrera, Kato partía desde una undécima posición que no plasmaba las buenas sensaciones de pretemporada. Tocaba remontar, y el piloto de Saitma lo estaba consiguiendo a marchas forzadas. Al pasar por meta en la segunda vuelta marchaba ya en sexta posición, pero esa sería la última vez que el genial piloto japonés iba a cruzar la línea de meta. En la tercera vuelta de carrera, un fuerte choque contra el muro de la chicane de entrada a meta acabaría con la vida del piloto más brillante de la historia del motociclismo japonés. Tras dos agónicas semanas aferrándose a la vida, Daijiro Kato falleció el 20 de abril de 2003 en el hospital de Yokkaichi.

La leyenda de un humilde campeón

Diez años después del fallecimiento de Wakai en el GP de España, el Mundial de Motociclismo sacaba a relucir de nuevo en 2003 su parte más oscura. Daijiro Kato, un humilde campeón nacido en la localidad japonesa de Saitama, no tuvo la opción de poder demostrar del todo su potencial. Su efímero paso por el Campeonato del Mundo fue suficiente para dejar una huella imborrable a base de victorias y actuaciones brillantes, coronadas con un título mundial.

Tras su marcha, el ‘74’ amarillo inundó el campeonato para recordar que el gran campeón japonés continuaba presente. Su compañero en aquel fatídico 2003, Sete Gibernau, pudo brindarle cuatro victorias durante la temporada.

Sin hacer mucho ruido, Kato se había consolidado en la élite del motociclismo y había conseguido hacerse con un hueco en la historia. Su finura a los mandos de una moto era su seña de identidad. Era rápido, eficaz, diferente. A base de trabajo había conseguido uno a uno sus objetivos y había forjado una exitosa trayectoria, que una nefasta jornada en aquel circuito donde grabó por primera vez su nombre con letras de oro le arrebató de manera cruel.

Su luz se apagó para dejar paso a las 74 estrellas que brillan a su alrededor en el Olimpo del motociclismo, deporte que una década después de su marcha, sigue sin olvidar a uno de sus héroes.

Unidos por el motociclismo

En la localidad japonesa de Chiba, un pequeño llamado Shoya soñaba con ser piloto. Quería emular a su ídolo, Daijiro Kato, un Campeón del Mundo que mantuvo expectante a Japón, pues era el elegido para romper la maldición del país del sol naciente y ganar el primer título en la categoría reina.

Un día, cuando aún era un niño, Shoya pudo conocer a su ídolo, con quien no dudó en fotografiarse. Años más tarde, con un 74 amarillo grabado a fuego en su mono, cumplió su sueño de ser piloto y llegar al Campeonato del Mundo. Shoya ganó una carrera, empezó a forjar su camino y a tratar de seguir los pasos que llevaron a su ídolo a lo más alto. Desgraciadamente, no tuvo la posibilidad de lograrlo.

A los 19 años, un desafortunado incidente en Misano acabó con la vida de Shoya Tomizawa. El motociclismo japonés volvió a llorar la pérdida de otra de sus grandes promesas. El chico de la eterna sonrisa se fue haciendo lo que más amaba, por lo que luchó desde su infancia. Unidos por una pasión, por un cruel destino que les separó del motociclismo, Daijiro Kato y Shoya Tomizawa permancen juntos como aquella mañana en la que el pequeño Shoya conoció a su ídolo.