El circuito de Hungaroring siempre ha ocupado un lugar especial en el corazón de Fernando Alonso. Trece años después de su primera victoria en la Fórmula 1, el piloto de McLaren Honda vuelve a Budapest para colocar a la escudería de Woking como la cuarta fuerza en este Gran Premio tras los Mercedes, los Red Bull y los Ferrari. Tanto Alonso como su compañero, Jenson Button, han acabado sétimo y octavo respectivamente en las dos sesiones de hoy, creando un ambiente optimista en el equipo.
Lejos de pecar de exceso de optimismo, el español actúa con cautela. "Habrá que esperar. En Silverstone también fuimos sextos o séptimos y luego en la clasificación estuvimos rozando la Q3" afirmó Fernando recordando que los sábados el resto de equipos mejoran con el cambio de mapa de motor para una vuelta y ponen la modalidad 'súper'. Sin embargo, confía en que el trazado del circuito húngaro les de menos ventaja al carecer de rectas largas: "hemos entrado en cuatro de las últimas cinco Q3, espero repetirlo mañana" continuaba el asturiano explicando la importancia de calificar bien el sábado debido a la dificultad de adelantar el domingo.
No fue un camino de rosas
Sin embargo, el día del piloto asturiano no fueron todo buenas noticias. Los problemas en el MP4-31 han sido la tónica de este viernes. De hecho, antes del comienzo de los segundos entrenamientos libres uno de los ingenieros de Honda recomendó a Alonso a cambiar la unida de potencia por otra usada, por la que no sufrirá ninguna penalización. "Pusimos la unidad de Austria y Azerbaiyán y hemos rodado sin problemas" aseguró Fernando Alonso.
El cambio de motor afecta al desarrollo del Gran Premio, más aún cuando la unidad retirada tenía tan poco kilometraje. No obstante, Alonso lo ha aceptado con positividad para evitar que le influya en los resultados del fin de semana. "Siempre que cambias la unidad de potencia después de una sola carrera (Silverstone) es una mala noticia, pero en ningún caso es un paso atrás; son cosas que suceden", concluyó.