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Grosjean le gana la carrera a la muerte

Romain Grosjean puede presumir de haberse encontrado con la muerte de frente y haberle ganado la batalla. El pasado 29 de noviembre mantuvo a todo aficionado al automovilismo en vilo después de un accidente a gran velocidad contra las protección que provoco que su monoplaza se partiera por la mitad y se incendiara.

Grosjean le gana la carrera a la muerte
Fotomontaje: Ana Alonso, VAVEL España
kepagarmendia
Por Kepa Garmendia

Un milagro. Según la RAE, un milagro es “un suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa”. Uno por uno. El suceso fue raro, ya que nadie esperaba que el monoplaza del francés se prendiera en llamas después del fuerte impacto que tuvo contra las protecciones. Extraordinaria fue la actuación de los comisarios y sobre todo la del coche médico y de sus integrantes, que tienen gran parte de la culpa de que Romain siga con vida.

La definición llega a su fin con “maravillosa”. Maravilloso es el hecho de que todas las medidas de seguridad implantadas por la FIA (Federación Internacional del Automovilismo), en especial el Halo, un sistema de seguridad utilizado en monoplazas de automovilismo que protege la cabina del piloto de golpes de objetos contundentes externos, el cual ha sido criticado por algunos de los aficionados al automovilismo por ser antiestético (la estética por delante de la seguridad, egoísmo propio de los más cobardes), hayan dado sus frutos y hayan salvado la vida de un piloto.

No es un piloto cualquiera. Aun habiendo impactado contra las barreras con una fuerza descomunal, Romain sacó el instinto de supervivencia característico de los animales más hábiles, capaces de detectar el peligro y salvarse, y decidió que su hora no había llegado todavía. Accidente raro, reacción extraordinaria y un final maravilloso.

  • Recuerdos amargos

No es plato de buen gusto para los aficionados a la F1 echar la vista atrás y recordar todos aquellos pilotos que se quedaron por el camino. Ayrton Senna o Jules Bianchi son dos de los ejemplos más recientes de pilotos fallecidos en competición. Precisamente la madre de este último, Christine Bianchi, publicó un mensaje en el que se mostraba agradecida de que la muerte de su hijo hubiese contribuido a que se salvara la vida de una persona. Palabras duras, pero que demuestran mucha valentía y saber seguir adelante.

La FIA trabaja día y noche para que la Fórmula 1 sea más segura hoy de lo que era ayer, pero menos segura de lo que lo será mañana. No es de extrañar, dado a que nos encontramos en una era donde los pilotos compiten con los monoplazas más veloces de la historia de la F1. 

  • 27 segundos en el infierno

Una de las medidas de seguridad implementada por la FIA fue la incorporación de trajes ignífugos hechos con materiales homologados. Dichos trajes son testados para que protejan al piloto por 11 segundos a temperaturas infernales. Romain no solo estuvo más del doble de ese tiempo entre las llamas, sino que solo sufrió quemaduras leves en las manos y en un pie.

Unas heridas que suenan a comedia si se aprecian las imágenes del accidente producido en el circuito de Bahréin. Se rumoreó que Romain también podría tener una o dos costillas fracturadas, pero esto fue descartado una vez el galo fue trasladado a un hospital cercano. Unas quemaduras superficiales que quedarán marcadas en la piel de Romain y que le ayudarán a recordar aquellos largos 27 segundos en los que se vio envuelto entre llamas.

  • Silencio sepulcral y respiración entrecortada

Como en todo gran premio de la F1, los pilotos completaron una vuelta de formación alrededor del circuito y se colocaron en las posiciones que les correspondían para poder darle comienzo a una nueva carrera. Rugen los motores. Se encienden las luces rojas una por una, hasta llegar a la última. Se apaga el semáforo y los 20 monoplazas salen despedidos como cohetes. Buena salida de Hamilton, mala salida de Bottas que se queda clavado. Todas las miradas puestas en la cabeza de carrera, viendo como algunos ganan posiciones mientras otros la pierden, hasta que ocurrió la desgracia.

Ocurrió lo que nadie creía que ocurriría. Grosjean ve un carril libre en la zona derecha de la pista y gira su volante para poder colarse delante del Alpha Tauri de Daniel Kvyat. Mala decisión. Choque de neumáticos y el francés sale disparado hacia las protecciones en la zona derecha de la pista. Luego todo ocurre muy rápido. Un monoplaza partido en dos como si lo hubiesen cortado con una sierra gigante y unas llamas que devoraban el monoplaza del galo con el piloto aún dentro.

Dejan de dar imágenes del accidente, mala noticia, ha pasado algo grave. Bandera roja. Silencio en la retransmisión televisiva, silencio en el paddock. Mil preguntas en las mentes de los espectadores. ¿Dónde está Romain? ¿Ha logrado salir del monoplaza? Nadie sabe nada. Los otros pilotos preguntan por radio mientras se dirigen de vuelta al pit-lane. El monegasco Charles Lecrerc parece ser el que está más preocupado por el accidente. “¿Is he okay?” “No please”, se lamenta por radio. Sufre Charles, pendiente de la situación. Después de segundos que parecían horas, seis palabras milagrosas son pronunciadas por los comentaristas al cargo de ese gran premio. “Nos comunican que Romain está bien”. La gente vuelve a respirar. Romain estaba bien.

  • Modo supervivencia activado


Vuelven las preguntas. ¿Cómo ha salido del monoplaza? ¿Dónde está Romain? Hay quien no se lo cree aún. Se viven minutos de tensión en la retransmisión. Sabemos que Romain está bien y está a salvo, pero nadie tiene idea alguna de cómo ha conseguido salvarse. Es imposible. Con lo que nadie contaba es con el factor sorpresa, en este caso el factor milagro. Llegan las imágenes del accidente. El monoplaza atraviesa las barreras, se parte por la mitad y se forma una gran fogata. Uno, dos tres… Veintisiete segundos viendo como se quema el monoplaza, sin rastro del piloto.

Acuden los comisarios de pista con extintores, también hace lo propio el coche médico que sale en todas las carreras por detrás de los monoplazas. Intentan apagar un fuego que parece que va a más a cada segundo que pasa. Algo asoma entre las llamas. Algo no, alguien. Romain Grosjean. Apoya las dos manos sobre la barrera metálica y salta al otro lado con la ayuda de uno de los médicos. Conmocionado, cojeando y a falta de una bota salió Grosjean de entre las llamas. Por su propio pie. Según lo relata él mismo, pensando en su familia y en que su vida no podía terminar en ese instante. Modo supervivencia activado.

  • Ya no importa la carrera, Romain está a salvo

Para la mayoría de los espectadores la carrera ya había perdido cualquier importancia que pudiese tener. Romain estaba bien y eso era lo que primaba. Pero como se suele decir, "the show must go on", que se traduciría al español como "el show debe continuar". El gran premio no tuvo mucho más aparte del accidente del francés y el coche volcado de Lance Stroll unas cuantas vueltas más tarde, quien choco con Kvyat igual que hizo Romain.

El piloto canadiense terminó con el monoplaza bocabajo, mientras que el piloto ruso fue sancionado con diez segundos e penalización por la maniobra. Lewis Hamilton volvió a ganar y doblete de Red Bull en el podio para ocupar el segundo y tercer puesto. Los aficionados a la F1 tuvieron un bonito detalle, otorgándole el premio al conductor del día a Romain Grosjean, con una amplia ventaja sobre el segundo. Hamilton gano la carrera, pero Grosjean le gano su carrera particular a la muerte.