Jorge Lorenzo -y los demás pilotos Ducati de la parrilla- tenían claro desde Sepang donde surgieron las órdenes de equipo que debía dejar facilitarle un poco el trabajo a Andrea Dovizioso para que fuera campeón del mundo. Le volvieron a indicar el famoso mensaje (subliminal) diciendo que cambiara el mapa de su moto al 8 y al ver que el mallorquín no procedía, se lo indicaron en la pizarra con un ‘-1’ y una flecha hacia abajo.

“Dovizioso no tenía ritmo en todo el fin de semana, sufría mucho, si hubiésemos llegado a otro circuito seguro que habría sido más rápido. Yo en cambio he tenido ritmo todo el fin de semana similar al de Márquez, tenía al grupo delantero a siete décimas, sabía que a pesar de recibir mensajes por parte del equipo que sugerían dejar pasar a Dovi, lo mejor que para todos, tanto para mí como para Ducati y para Dovizioso era seguir tirando hasta el final, ya que tener mi rueda delante le hacía mejorar esa décima o dos que le faltaba de ritmo. De hecho todo el fin de semana le faltaba medio segundo y en carrera una o dos décimas. Habríamos", se excusaba el piloto de Palma.

Dejando aparte el tema de las órdenes de equipo, la carrera de Jorge ha sido muy buena pero admite que fue difícil: “Ha sido una carrera muy dura, con muchas vueltas y un ritmo increíble los cuatro o cinco primeros pilotos. He salido bien pero me he quedado en mala posición para la primera y segunda curva, y no he podido superar posiciones para estar más delante y pilotar un poco mejor”.

Hasta que la catástrofe llegó en forma de caída: “Desde el primer momento he visto que de delante el neumáico duro era un pelín duro en las curvas de derechas, pero era la última carrera del año y tenía que intentarlo hasta el final. He dado todo lo que tenía hasta que me he caído intentando coger a Pedrosa y Zarco. La rueda delantera ya me estaba avisando y sabía que era cuestión de tiempo que me cayese”.