Los locales fueron un equipo serio, con personalidad, de jugadores comprometidos a la causa, que sacaron todo de sí y pisaron fuerte. Fueron netamente superiores en lo futbolístico y sobre todo en lo anímico a un interminente Rampla Juniors que se vio superado por completo.

Los albicelestes fueron siempre al frente, tomaron la iniciativa y el control del balón desde el mismo comienzo y no fue de extrañar que rápidamente se pusiera arriba en el score. Apenas iban 9 minutos cuando Mario Regueiro capturó la pelota en las cercanías del área rival volcado sobre la izquierda, levantó la cabeza, vio llegar sin marcas por derecha a Aníbal Hernández y con un envío aéreo lo habilitó dejándolo sin marcas. Hernández, se acomodó en el aire y con un espectacular cabezazo cambió la trayectoria del balón colocándolo por arriba del golero Long, que solamente atinó a mirar como ingresaba el esférico a su arco. Gol, golazo y primera explosión de alegría en el Tróccoli.

Ni el gol en contra despertó al rojiverde, por el contrario lo sumió en un estado total de nervios y se tornó inoperante en ataque al igual que su último partido frente a Peñarol. El dueño de casa, por el contrario siguió con el manejo total del partido, mandando en todos los aspectos. Así fue como se veía caer el segundo gol y así fue,llegó , también del goleador Aníbal Hernández, también golazo tras gran pared con José Luis Tancredi que hizo delirar a la parcialidad albiceleste. Corría el minuto 60 y fue el punto final, la caída definitiva para un picapiedra que sigue padeciendo la posibilidad de un nuevo descenso.

De esta manera, sin lugar a dudas el equipo del viejo Tróccoli, es el dueño de la Villa.