El Gernika anula al filial madridista

Tal y como sucediera la pasada tamporada en su primera visita a Urbieta, Gernika y Real Madrid Castilla se volvieron a repartir los puntos en un encuentro esta vez sin goles,en el que los pupilos de Santiago Solari demostraron ser un equipo compacto y ordenado, pero sin la chispa necesaria para superar la consistencia de un equipo local que llegó incluso a soñar con la victoria en el tramo final del partido. 

A pesar de la entidad del rival, el técnico local, Jabi Luaces, apostaba de inicio por un once repleto de jugadores de cariz ofensivo, con dos delanteros natos como Etxabe y Etxaniz, acompañados de dos jugadores en banda como el joven Íñigo y Aimar Cid, a los que se sumaba la posible incorporación desde el centro del campo de Abaroa o el capitán Torrealdai. La consigna desde el principio era clara: mandar balones largos para que el poderío físico de su dupla ofensiva propiciara segundas jugadas que crearan el desconcierto en la joven zaga del Castilla. SIn embargo tanto Lienhart,con destacada presencia en su vuelta al once, como Hermoso, se fajaron bien con sus pares, y bien secundados por el trabajo defensivo de Tena en el mediocentro, se bastaban para contener las embestidas locales.

En el otro lado del campo, Odegaard, que reaparecía por fin con el filial, se mostraba muy participativo y hasta trabajador, intentando llevar la batuta del equipo, aunque la imprecisión en los pases y la presión ejercida por los jugadores del Gernika sobre los madridistas impedían que el fútbol de toque triunfara sobre el directo. De ahí resultaba un combate nulo donde los mayores sobresaltos, por decir algo, le llegaron a Altamira ante los disparos de Enzo y Febas al filo del cuarto de hora de partido; especialmente el segundo, que acabó despejado a córner por el mera gernikarra. Otro par de disparos lejanos, uno del vástago de Zidane desde casi el centro del campo, y otro de Valverde desde la frontal, fueron el resto de avisos del equipo de Solari en unos primeros cuarenta y cinco minutos en los que Carlos Abad apenas tuvo que intervenir en la otra portería.

Tras el descanso fueron sin embargo los locales los que se animaron a probar al cancerbero canario con un disparo, también desde lejos, de Torrealdai, que no crearía mayores apuros. El desgaste parecía que poco a poco empezaría a pasar factura en el equipo vizcaíno, que perdía por minutos el control del esférico y que sufría la ocasión más clara cerca del minuto 65, cuando una gran internada del lateral Tejero era culminada con un remate del otro lateral, Quezada, que salía ligeramente desviado de portería. El Castilla porfiaba en su intento de elaborar el juego, y la entrada de Cedrés había dado algo más de verticalidad a un equipo que, por troa parte, adoleció de pegada en los metros finales, ante una zaga local liderada por Otiñano, a quien Luaces incrustó con éxito como central para secar a la presumible estella rival, Sergio Díaz.

Los cambios introducidos acertadamente por el técnico de Busturia para oxigenar la línea ofensiva ayudaron a mantener la presión más adelantada del Gernika, que incluso dispondría de dos buenos acercamientos sobre el área visitante. El primero , en un doble remate de Jon Etxaniz que repelió providencialmente Carlos Abad, y el segundo, a poco tiempo del final, en un potente disparon de Madrazo a media altura que hacía lucirse de nuevo al guardameta de Puerto de la Cruz. Un aviso para el segundo equipo del Real Madrid de que los anfitriones no se iban a limitar a esperar replegados el pitido final, y que frenó en cierta medida cualquier intento de arreón final visitante que no llegóa a producirse.  El punto logrado por cada equipo hizo justicia a los méritos contraídos por uno y otro, suponiendo uno menos en la cuenta atrás de los de la Villa Foral hacia los 45 de la salvación, al tiempo que permiten al filial merengue estrenar su casillero a domicilio en su objetivo de no descolgarse de inicio de la zona noble de la clasificación.

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