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A 40 años del rugido de la selva

La histórica pelea entre Ali y Foreman por el título mundial de los pesados que tuvo lugar en la antigua Zaire y que marcó un antes y un después en la historia del boxeo mundial.

A 40 años del rugido de la selva
Foto: Web
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Por Agustín Mendez Ocko

Kinshasa es la ciudad más grande y la capital de la actual República Democrática del Congo. Se encuentra cerca del Río Congo y está enfrentada a lo ancho del mismo con la capital de la República del Congo, Brazzaville. Lo que seguramente nadie pensó es que cuando esta localidad africana estaba denominada bajo el nombre de Zaire, albergaría un hecho histórico no sólo para el boxeo internacional sino también para el deporte mundial.

El 30 de octubre de 1974 se enfrentaron el entonces campeón mundial de peso pesado, George Foreman, y el legendario Muhammad Ali, considerado como el mejor boxeador de todos los tiempos. La contienda se realizó bajo la complicidad del dictador Mobutu Sese Seko y el promotor Don Luther King.

 Aquella madrugada, Zaire se vistió de fiesta para recibir a los púgiles que protagonizaron lo que para muchos fue la Pelea del Siglo. Sesenta mil espectadores asistieron al estadio “20 de mayo” para presenciar la histórica reyerta.

Ali fue el campeón indiscutido de los pesos pesados. Pero su ideología y su forma de actuar lo condenaron ante las autoridades de los Estados Unidos, que debido a la negativa del boxeador para formar parte del ejército que combatió en la Guerra de Vietnam, prosiguió a embargarle todos sus títulos y suspenderlo por varios años de los cuadriláteros.  Además, el pugilista americano fue condenado y recibió una multa de 10 mil dólares.

La contienda con Foreman, que por aquel entonces era el monarca de los pesos completos, era la oportunidad perfecta para Ali de demostrar que él seguía siendo el rey. Muhammad tenía una forma de pensar bien marcada: Estaba en contra de la guerra,  del racismo, de las drogas y el alcohol. Quizás ese pensamiento fue el factor principal por el cual se metió rápidamente en el bolsillo a la gente de Zaire, que ya habían elegido de qué lado de la balanza iban a estar.

"Vuela como una mariposa, pica como una abeja; sus manos no pueden golpear lo que sus ojos no pueden ver", esta frase recitaba Alí mientras realizaba la preparación para la pelea más importante de su carrera y de su vida. El combate comenzó a las cuatro de la madrugada de Zaire, y a las diez de la noche en Nueva York.

El plan  del moreno de 1,91 metros era claro: Recuperar el título que le quitaron en el escritorio. Pero enfrente no tendría a un rival fácil ni mucho menos. El gran George Big Foreman (47, 0 ; 37 KO)  venía de obtener su título tras propinarle una  paliza a Joe Frazier. Sus puños demoledores fueron un verdadero castigo para el ex campeón de peso completo, que cayó siete veces en tan sólo dos asaltos.

Finalmente llegó el día. Para muchos, Alí tenía todas las de perder, ya que con 32 años y pocas peleas encima luego de su suspensión, no podría generarle algún tipo de inconveniente al imponente Foreman, que llegaba en la cúspide de su carrera a esta reyerta.

El combate comenzó con un Foreman más activo de arranque, como estaba previsto. Alí, lejos de realizar su clásica táctica, la de moverse a lo largo y a lo ancho del ring, se posó en una esquina para recibir todos los golpes  propinados por su rival.

Cuando promediaba el quinto round, Foreman empezó a mostrar síntomas de cansancio producto de la cantidad de puños que había efectuado. Fue en ese momento cuando el retador y  ex campeón encontró su oportunidad para inclinar la contienda a su favor.

Ali se adueñó del ring y bastaron solamente tres asaltos para demostrar que nunca había perdido esa habilidad para los guantes. Un derechazo fue el culpable de mandar a Foreman a la lona y así el mejor púgil de toda la historia recuperó ese título que nunca debió haber perdido.

La lluviosa madrugada de Zairé no tuvo más opción que rendirse ante los pies de ese hombre al que consideraban como un héroe. Ese héroe había regresado para hacer justicia. Para recuperar lo que le pertenecía. Esa noche el público fue espectador de una verdadera guerra en el ring. En la cual dos bestias hicieron sentir más que nunca el rugido de la selva.