Es difícil describir con palabras una hegemonía de tal calibre. En todos los deportes, cada cierto tiempo, aparece un grupo que se impone al resto. Que somete a cualquiera que aparece en su recorrido. Que logra hacerse con el poder absoluto en su disciplina. Pero no por un corto periodo, sino manteniendo esa autoridad con el transcurso de los años. Es, hasta cierto punto, algo sobrenatural. Lo de los Warriors es uno de esos casos. Es el resultado del dominio aplastante de una época.

Conseguir alcanzar lo más alto de la NBA tiene un mérito incalculable, pero más aún lo tiene el lograr establecerse. Salir como vencedor de una competición de este nivel es una de las hazañas más complejas a nivel deportivo. 30 equipos compitiendo y solamente hay hueco para uno en la cima. Quizá esto sirva para dimensionar lo que significa. De ahí que el premio más especial solo esté al alcance de los mejores.

El 16 de junio de 2015, los Warriors se hacían con su primer campeonato desde el año 1975. 40 temporadas tuvieron que pasar. Ocho años después, serán siete los que luzcan en las vitrinas de San Francisco. En una etapa en la que hay tanto talento repartido por la NBA, se trata una gesta sin igual.

Además, el caso de esta franquicia le añade más espectacularidad si cabe. Los tres pilares sobre los que se ha sustentado la dinastía proceden directamente del Draft. Por supuesto, nada de facilidades. Ningún regalo. Stephen Curry (pick 7), Klay Thompson (pick 11) y Draymond Green (pick 35) son fruto, además de su indudable talento, del esfuerzo y de adaptarse a los constantes cambios en función de sus habilidades. Siempre buscando el bien para el equipo, nunca el propio. Sin exigir nunca más de la cuenta. La idea permanente de que el beneficio colectivo es la base del éxito.

Es indiscutible que se trata del mejor equipo de la década pasada, pero es que lo normal sería que ese dominio se fuese evaporando con el paso del tiempo. Es algo que tiene que suceder por naturaleza. De hecho, ocurrirá, pero aún no. Después del dramático desenlace que tuvieron los playoffs de 2019 para los Warriors, resultaba complicado pronosticar que hoy estaríamos hablando de un nuevo hito protagonizado por ellos mismos.

Hicieron falta 2 temporadas más en la más profunda de las sombras. Fue la etapa más oscura. No fue sencillo venir de conseguir un back to back y que las principales figuras del conjunto cayeran presas de graves problemas físicos, como si de una maldición se tratase, o perder los servicios de un jugador de la talla de Kevin Durant. Fue el inicio de un declive que podía parecer el fin.

De hecho, no ha sido hasta este mismo curso cuando esos pilares básicos anteriormente mencionados han vuelto a compartir minutos en cancha. El último en volver fue Klay Thompson, después de una larga lucha de más de dos campañas frente a la peor cara del deporte: las lesiones. Pero rendirse nunca fue una opción.

«He tratado de visualizar este momento durante años. Estoy emocionado por haber regresado y ahora las cosas pueden volver a su camino», declaró el propio alero tras su victorioso y emotivo regreso ante Cleveland Cavaliers, en enero.

Minimizar lo que ha hecho Stephen Curry a decir únicamente que ha cambiado el baloncesto por el triple es algo excesivamente estúpido a estas alturas, pese a que haya sido el precursor principal. Ha cambiado la concepción del juego, a todos los rasgos. Se trata de un ser extraordinario. Una de las mentes más maravillosas que ha pasado por el deporte. Una capacidad excepcional para leer un sinfín de situaciones. Para comprenderlo todo.

Por si hacía falta demostrar más, ya tiene en su haber el único galardón que faltaba en su palmarés: el MVP de las Finales. Aunque ni siquiera hiciese falta para contemplar su legado de leyenda.

Cuando Golden State Warriors estaba contra las cuerdas en el Game 4, la eliminatoria pendía de un hilo. Un hilo muy fino, de los que normalmente suelen acabar rotos. De sobra se sabe que remontar una serie con un 1-3 en contra es una misión casi imposible. Ese día, en el TD Garden, ante toda la presión y con los de la bahía cinco punto abajo en el marcador a falta de medio cuarto por disputar, Stephen Curry se volvió a vestir de superhéroe. Finalizó el duelo con 43 tantos en su cuenta personal.

Solo alguien de su estilo fue capaz de hacer un 0-9 en triples en el Game 5 y volver a ser el que clavara la daga final a los Celtics para regresar a la cumbre en el Game 6, en otra de esas memorables actuaciones que quedarán para el recuerdo.

<strong><a  data-cke-saved-href='https://www.vavel.com/es/baloncesto/2022/02/28/nba/1103484-asi-esta-la-carrera-por-el-mvp.html' href='https://www.vavel.com/es/baloncesto/2022/02/28/nba/1103484-asi-esta-la-carrera-por-el-mvp.html'>Stephen Curry</a></strong> con el trofeo de MVP de las Finales y su cuarto campeonato // Fuente: Golden State Warriors
Stephen Curry con el trofeo de MVP de las Finales y su cuarto campeonato // Fuente: Golden State Warriors

Stephen Curry es un jugador tan especial y tan diferente a cualquier concepción conocida que hasta resulta una tarea complicada decir qué posición ocupa. Porque sí, sobre el papel es un base, de eso nadie duda. Sin embargo, cuando hay acción, adopta posturas distintas en función de las necesidades y el contexto. No es el clásico base encargado de manejar el juego y que necesita mucho balón para sentirse cómodo. Es más, en ocasiones, es todo lo contrario. A veces puede actuar asumiendo un simple rol secundario y dedicarse a ser un arma de catch and shoot, por poner alguno de los tantos posibles ejemplos. Es un deportista único.

  • Artífice del éxito

Andre Iguodala, Draymond Green, Stephen Curry y Klay Thompson. Cuatro nombres que pueden decir que han ganado 4 finales de la NBA en los últimos 8 años. Y perteneciendo a la misma franquicia, algo al alcance de muy pocos. Un éxito rotundo. Indispensables, cada uno en su función.

Todos orquestados por el mismo director: Steve Kerr. Su figura no deja de magnificarse con el paso del tiempo. Y es que no es para menos. La cabeza pensante detrás de lo que se plasma a la hora de salir a la cancha. Una de las mentes más influyentes del juego desde que nació este deporte.

Ganador en todos los ámbitos: cinco veces campeón como jugador (tres en Chicago Bulls y dos en San Antonio Spurs) y cuatro como entrenador (todas en Golden State Warriors). Una persona que permanecerá en el recuerdo para la eternidad, por su magnificencia y lo que ha supuesto para el baloncesto moderno. Imprescindible a la hora de hablar de la NBA desde finales del siglo pasado. Una referencia dentro y fuera de la cancha.

Fuente: Getty Images
Fuente: Getty Images
  • Boston, testigo de la leyenda

Fue un rival digno, al que ya no le dio la gasolina después de unos playoffs, y una temporada en general, memorables, pero que sobre todo han acabado siendo agotadores. Compitieron hasta que lo permitieron sus fuerzas. Una campaña magnífica que servirá para que los de Massachusetts sean candidatos perpetuos al título en años venideros.

Solo quedó presenciar otro capítulo de la historia que se recordará mientras exista el ser humano. Pero quizá no sea el último de Golden State Warriors. Puede que este no sea el que cierre el libro. Lo único que hay que hacer de momento es contemplar lo cosechado y disfrutar de esta perspectiva irrepetible. Alegrarse de ser contemporáneos de estos fenómenos, que parecen más propios de guion de película que de la realidad. Al fin y al cabo, resulta imposible saber cuánto van a durar.