Copa Confederaciones 2013: Amarillo, el color del fútbol

Hablar de la selección brasileña es hacerlo de una leyenda viva. Con cinco entorchados, la auriverde es el combinado nacional con más Copas del Mundo. En sus casi 100 años de vida se han escrito páginas que se encuentran entre las más míticas de la historia del juego más popular del planeta. Por todo esto y por el hecho de jugar en casa, Brasil parte como una de las favoritas para la conquista de la Copa Confederaciones.

Copa Confederaciones 2013: Amarillo, el color del fútbol
Fotomontaje: Miguel Balderas | VAVEL.com
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Por Borja Refojos

Cinco estrellas en el pecho de la camiseta amarilla representan la grandeza de Brasil en el fútbol. El solo hecho de mencionar su nombre, evoca una admiración que solo se puede explicar desde una institución que transciende al mero deporte. La verdeamarelha es famosa en todo el mundo. Jugadores y entrenadores míticos están en la mente de cualquier aficionado. Ocho Copas América y tres Confederaciones completan un palmarés inigualable. Pero, sobre todo, la plena identificación de amantes del fútbol de todas partes del globo con un estilo propio, convierten a la seleçao en un equipo único. El jogo bonito plasma sobre el césped toda la alegría, el dinamismo y la energía de un pueblo.

Brasil es la única selección que ha participado en todos los Mundiales

La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) nació el ocho de junio de 1914. Fue miembro fundador de la CONMEBOL en 1916 y ese mismo año participó en su primera Copa América. En 1923 entró a formar parte de la FIFA y en 1930 participó en el primer Mundial que se celebró. Es la única selección que ha participado en las 19 ediciones del torneo disputadas hasta la fecha. En la vigésima (2014) tiene asegurada su presencia al ejercer como anfitriona. Durante sus primeros años, los éxitos se “redujeron” a la conquista de tres Copas América, en el 19, en el 22 y en 49. Este último trofeo, así como su papel de organizador, le hicieron partir como absoluto favorito en 1950 para estrenar el casillero brasileño en los mundiales.

El maracanazo

Antes de su idilio con la Copa del Mundo, el país sudamericano tuvo un enorme desencuentro amoroso en el torneo de 1950. La competición contaba con la participación de cuatro equipos: Brasil como anfitriona, España, Suecia y Uruguay. El estadio más emblemático del país, Maracaná, sería el escenario de un campeonato configurado en una liguilla en la que todos los combinados jugarían entre sí, con dos puntos para la victoria y uno para el empate. La última jornada reservaba un Brasil - Uruguay que se convirtió, de facto, en una final. Los locales llegaban avasallando a la cita. Dos goleadas de escándalo (7-1 a Suecia y 6-1 a España) dejaban a los anfitriones con cuatro puntos. Por su parte los celestes habían ganado con bastantes dificultades a Suecia (3-2) y habían empatado con España (2-2), resultados con los que sumaban tres puntos en su casillero.

El escenario era inmejorable para Brasil. Le llegaba el empate, jugaba en casa ante casi 200.000 espectadores y la sensación era de absoluta superioridad. Los periódicos de ese día amanecieron con titulares como “Brasil campeón del mundo de 1950” o “Brasil vencerá, la copa es nuestra”. Todo tipo de pancartas con mensajes que aludían a la victoria local, adornaban el mastodóntico estadio recién inaugurado. Incluso el propio presidente de la FIFA, Jules Rimet, tenía tan clara la victoria de la, por aquel entonces, selección blanca, que solo se preparó un discurso en portugués. El fútbol tenía otras intenciones.

El partido se desarrolló con un dominio absoluto por parte local, pero la defensa y el portero celestes consiguieron contener al todopoderoso ataque brasileño y se alcanzó el descanso con el resultado inicial. Al poco del inicio del segundo acto, Friaça adelantaba a los amarillos. En ese momento emergió la figura del capitán uruguayo Obdulio Varela, que supo templar el partido para romper el ritmo de su rival. Schiaffino y Ghiggia le dieron la vuelta al resultado ante la incrédula mirada de la afición. El resultado ya no se movería y Uruguay se alzaba de manera imprevista con su segunda Copa del Mundo. Este suceso se bautizó como maracanazo. Desde entonces, se conoce con este término cualquier victoria contra pronóstico de un equipo inferior a otro en su campo. A raíz de este partido, Brasil viste de amarillo y no de blanco como hacía hasta ese momento.

Las primeras estrellas en el pecho

El drama del 50 quedó atrás. En el siguiente torneo, la canarinha acabaría en un discreto sexto puesto. Cuatro años después, llegaría el primer entorchado para Brasil. El torneo disputado en Suecia vio nacer al mito. Un adolescente de apenas 17 años, llamado Edson Arantes do Nascimento y conocido por todos como Pelé, formaba parte de una plantilla con grandiosos jugadores como Zagallo, Vavá, Didí y sobre todo, otro genio como fue Garrincha. Vicente Feola comandó a esta selección hacia su primer título mundial. La auriverde desarrolló un juego brillante y ganó con autoridad todos sus encuentros, la final ante la anfitriona incluida. En esa final, Suecia empezó ganando, pero Brasil consiguió remontar gracias a un extraordinario Pelé que anotó dos goles, uno de ellos soberbio, al hacer un sombrero sobre un rival dentro del área y ejecutar sin dejar que el balón tocase el suelo. Las lágrimas inconsolables del muchacho al final del partido ya pertenecen al imaginario colectivo de este deporte. El 5-2 final otorgaba su primer título al combinado sudamericano.

En el 62, en Chile, Brasil defendía su título. Aymoré Moreira sustituyó a Feola como seleccionador apostando por la continuidad para volver a ser campeón. Pronto apareció un serio problema: la lesión de Pelé en el partido de la primera fase ante Checoslovaquia, que dejaría a O Rei sin volver a jugar en el torneo. Fue entonces cuando un genio eclipsado encontró vía libre para dejar fluir todo su descomunal talento. Garrincha lideró a los amarillos hacia su segundo entorchado, dejando en el camino a Inglaterra, Chile y nuevamente a Checoslovaquia, esta vez en la final. Todavía a fecha de hoy existen muchas voces que sostienen que el malogrado extremo de Pau Grande era, al menos, tan bueno como Pelé. Sin duda, la historia no le guardó el lugar que merece un genio que falleció de cirrosis en medio de la pobreza.

El mejor equipo de la historia

En Inglaterra, en el 66, la verdeamarelha no pudo revalidar el título cosechado cuatro años antes. El desgaste de muchos jugadores y los férreos marcajes a Pelé dieron con los huesos brasileños fuera del torneo a las primeras de cambio. Sin embargo, la seleçao supo reponerse y renovarse de la mano de Mario Zagallo. El Lobo, que había sido bicampeón mundial como jugador en el 58 y en el 62, asumió el reto de ser el seleccionador en Mexico 70. El profesor presentó un equipo que ha pasado a la historia como el mejor combinado nacional que ha existido.

La selección del 70 está considerada la mejor de la historia

Todos los atacantes de aquella plantilla eran el número diez en su club. Un equipo de ensueño que engendró el jogo bonito, el estilo alegre basado en el desmesurado talento natural de los futbolistas brasileños, que pasaría a ser la seña de identidad de la seleçao para siempre. La delantera formada por Jairzinho, Pelé, Tostão y Rivelino comandó una trituradora amarilla que enamoró a todo el planeta con su juego. Otros grandes jugadores como Gérson, Clodoaldo o Carlos Alberto completaban un combinado de otra galaxia. El 4-1 contra Italia en la final en el estadio Azteca, dejaría para el recuerdo un maravilloso gol que ejemplificaba el talento y la facilidad asociativa de aquella selección. La pelota avanza metros entre combinaciones y regates ante la impotente mirada de los jugadores italianos. El cuero llega a Jairzinho en el carril del diez, inicia hacia adentro y combina con Pelé que, tras un segundo de pausa, se lo entrega a Carlos Alberto que lo incrusta en la red transalpina. Brasil ganaba su tercer título y se quedaba la copa Jules Rimet en propiedad. Pelé también alzaba su tercer cetro mundial y se convertía en leyenda.

Reyes sin corona

Tras ser eliminados en semifinales en las dos siguientes citas, Brasil llegó al mundial de España en el 82 con un equipo absolutamente maravilloso. El fútbol da para muchos debates en el país sudamericano. Igual que hay quien dice que Garrincha era tan bueno como Pelé, hay muchos brasileños que sostienen que el equipo del 82 era tan bueno como el del 70. El hecho de no tocar metal relegó a este conjunto a un lugar secundario en la historia totalmente inmerecido. Zico, Sócrates, Falcão, Eder o Junior. En cada puesto había un virtuoso. Juntos conformaban una orquesta que en cada partido tocaba fútbol de seda. Si el equipo de Zagallo era la samba, este de Tele Santana era bossa nova. Suavidad y mesura. Improvisación. Las portentosas cualidades de aquella selección le hacía ser la gran favorita para el mundial español. Sin embargo, los caprichos del fútbol aparecieron de nuevo.

El Brasil de 70 era la samba, el del 82 la bossa nova

Tras maravillar en la primera fase, ganando todos sus encuentros, Brasil ganó a Argentina en su primer choque de la segunda. El siguiente compromiso contra Italia se sigue recordando en el país sudamericano como La tragedia de Sarriá. Un Paolo Rossi desaparecido hasta el momento, decidió resucitar en ese encuentro y hacer tres goles. La verdeamarelha empató hasta en dos ocasiones, pero el delantero de la Juventus volvería aparecer en un saque de esquina para poner el definitivo 3-2 en el marcador. Italia pasaba a semifinales y acabaría proclamándose campeona. Brasil caía eliminada. Aunque no consiguió ganar la copa, aquel equipo ganó el corazón de todos los amantes del fútbol.

El resurgir

24 años tuvieron que pasar para que Brasil se convirtiera en tetracampeón. Fue en Estados Unidos, en el año 94, con Carlos Alberto Parreira como seleccionador y Zagallo como segundo. El Lobo había participado de alguna forma en todos los mundiales conquistados hasta ese momento. En el 58 y 62 como jugador, en el 70 como seleccionador y en el 94 como segundo. Aunque este equipo ganó el título, no tuvo la repercusión histórica de otros seleccionados. La apuesta por juego más físico, más europeo, no gustó a muchos aficionados. Este Brasil acumulaba mucho trabajo en la zona ancha, con Dunga, Mazinho o Mauro Silva, firmes defensas como Aldair o Marcio Santos y un gran portero como Taffarel. No obstante, siempre hay lugar para la magia cuando las camisetas amarillas salen a un campo. Bebeto y, sobre todo, Romario, ponían el talento y el gol. La escuadra auriverde eliminó a Holanda y a Suecia para llegar a la final contra la Italia de Roberto Baggio. El partido fue trabado, tosco, con poco fútbol. El desenlace fue en penaltis, por primera vez en una final mundialista. Brasil ya era tetracampeona.

En la siguiente edición, en Francia, Zagallo volvía a ser el seleccionador. Con grandes jugadores como Ronaldo, Rivaldo, Leonardo o Roberto Carlos, Brasil alcanzó la final, pero cayó derrotado ante la selección gala de Zidane, que se hacía con su primer título.

En 2002 llegó la quinta estrella en el mundial de Corea y Japón. Sin ser claramente favoritos como en otras ocasiones, la seleçao fue ganando partidos y ofreciendo buenas prestaciones amparándose en Ronaldinho, Rivaldo y un Ronaldo resurgido que lideró a su equipo hacia el título, con dos goles a Oliver Kahn en la final contra Alemania para un total de ocho en el torneo. De esta manera, el combinado de Scolari levantaba la que es, hasta la fecha, su última Copa del Mundo.

Dominador de las Confederaciones

El próximo quince de junio dará comienzo la ConfeCup. Brasil se perfila como candidato al título. Cuando las camisetas amarillas están sobre un campo siempre son favoritas. Además de esto, la seleçao juega en casa y con un grupo de jugadores jóvenes cada vez más conjuntado con el Mundial del próximo año en mente.

La trayectoria brasileña en la historia del torneo redunda en este favoritismo. La verdeamarelha ha participado en todas las ediciones desde el 97, dejando de tomar parte, únicamente en las dos primeras (92 y 95). De los seis torneos que ha jugado, la canarinha se ha impuesto en la mitad de ellos. Tres títulos. El primero fue en 1997. Con un potente bloque, el conjunto entrenado por Zagallo, lideró cómodamente su grupo con siete puntos. En semifinales superó a la República Checa y en la final aplastó a Australia por seis goles a cero. De este modo, un nuevo título viajaba a las vitrinas de la CBF en Río de Janeiro. En la siguiente edición, en el 99, Brasil sería subcampeón, tras perder con México por 4-3 en el partido definitivo.

Brasil ha ganado la mitad de las Confederaciones que ha disputado

Las dos siguientes citas se saldaron con sendos títulos para Francia. Tanto en 2001 como en 2003, los galos se hicieron con la victoria final. La canarinha tuvo discretas actuaciones con un cuarto y quinto puesto respectivamente. Sin embargo, en el 2005, Brasil se proclamó campeón en Alemania, título que revalidaría cuatro años más tarde en Sudáfrica. En el torneo alemán, los amarillos completaron una discreta primera fase. Se clasificaron segundos, gracias a la diferencia de goles ya que habían empatado a puntos con Japón. No obstante, se rehicieron en las semifinales eliminando a los anfitriones en un gran encuentro (3-2). La final tuvo un sabor especial para los brasileños por ser contra el eterno rival: victoria con autoridad a Argentina (4-1) para alzar su segunda ConfeCup. En el torneo sudafricano, la sorpresiva derrota de la selección española en semifinales a mano de Estados Unidos, privó al público de la final más esperada. Un exceso de confianza amarillo llevó a los norteamericanos a rozar la copa. Al descanso, Brasil perdía 0-2. No obstante, en una segunda parte mágica, Kaká y Luis Fabiano lideraron a la seleçao hacia una gran remontada (3-2) que significaría su tercera Copa Confederaciones.

Brasil se presenta a la cita que organiza cargada de alicientes históricos. Las mejores páginas de este deporte están escritas en amarillo. Sin embargo, el fútbol no tiene memoria. En la mano de Felipão y en la de sus jóvenes futbolistas está darle continuidad a la brillante historia de la selección más laureada del mundo.

Fotos: 1.- Ghiggia convierte el gol de la victoria de Uruguay. El Maracanazo. (Foto: Clarín). / 2.-Pelé llora sobre el hombro de Vavá. Brasil acaba de ganar el mundial del 58 en Suecia. (Foto: ESPN). / 3.- Sócrates y Zico celebran un gol en el Mundial de España 82. (Foto: El País). 4.- Lúcio a punto de levantar la Copa Confederaciones de hace cuatro años en Sudáfrica. (Foto: crhoy.com).

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Sobre el autor
Borja Refojos
Estuve en VAVEL desde octubre de 2012 a enero de 2016. En ese período coordiné la sección del Celta desde julio de 2013 hasta diciembre de 2015, así como la cobertura del Mundial 2014, además de escribir crónicas, reportajes y todo tipo de artículos informativos. Actualmente trabajo como redactor en la Axencia Deportiva Galega (ADG Media) y colaboro en tuRadio 88.4 Vigo. Email de contacto: [email protected]