Cuenta la leyenda que la frase "El perro es el mejor amigo del hombre" se pronunció por vez primera en 1870 en la sala de un juzgado norteamericano. El autor de la frase fue el abogado Graham Vest, quien la incluyó en los alegatos finales del juicio que marcó un antes y un después en la historia de los derechos de los animales. De la citada frase pudo dar fe tanto el protagonista de esta verídica historia, como el Club Atlético Independiente de Avellaneda, que durante el periodo más brillante de su historia tuvo como mejor aliado y amigo a Boneco, un can callejero que jamás olvidarán.

Juan Carlos Malodín, (Lolo para todos) era un ser humano al que un buen día se le acabó todo y se vio con una mano delante y otra detrás. Enfermo y con serios problemas en una pierna, emprendió una huida hacia adelante que le llevó a buscar el fatal desenlace del destino en la costa del rio, instalándose en una vieja estación abandonada del ferrocarril Mitre, (Anchorena) ubicada a escasos metros del Rio de la plata. Con una pierna agangrenada Lolo aguardó la precipitación de los acontecimientos, hasta que una luz acompañada de un ladrido se le apareció. En la brumosa noche los ojos encendidos de un perro callejero enamorado de la misma mujer, le hizo ver que en los huesos de adoquín y alquitrán, en la espada cruel de frío de esa señora era posible sobrevivir.

Le pareció a Lolo que aquel perro empadronado en las aceras era como un muñeco, por lo que comenzó a llamarlo Boneco. El can tremendamente despierto y agradecido entabló de inmediato una intensa relación con Lolo, linyera desahuciado de la vida al que comenzó a lamer la herida de la pierna, obrando un milagro de curación que escapó a toda lógica científica. Pronto Lolo se percató de las dotes creativas de Boneco, que siempre agradecido no dudaba en responder positivamente a las lecciones de su dueño, llegando a dominar con enorme destreza el arte del malabarismo y las piruetas. La gente se divertía con el número de Boneco, por ello Lolo llegó a la conclusión de que se podían ganar la supervivencia con la facilidad artística del perro. Se comenzaron a presentar en cumpleaños, fiestas infantiles, circos; definitivamente Boneco tenía cuerpo de perro, alma de ángel de la guarda, vocación de Chaplin y como veremos más adelante, corazón rojo.

Lo cierto es que Lolo encontró una razón para vivir en Boneco, ambos hablaban el idioma universal de la calle, sus códigos, la morada del no tiempo, los aullidos del hambre, mil vidas, mil historias, mil esquinas y el mundo entero en un detalle. Hugo Doliani, periodista que defendió haberle descubierto en los bajos fondos de Martínez, pudo leer un poema escrito en la pared por el paria de la vida en el que decía: Aquí vive un hombre solo, como si estuviera en el destierro, pero tal vez lo tenga todo, porque tiene a su perro. Recorrieron en circos todo el país hasta desembocar en Independiente. La vinculación entre Lolo y Boneco era tremenda, su historia fue publicada en una revista y Nicolás Pipo Mancera contactó con Dolina para que les localizara para su programa de televisión. Las puertas de la tele se abrieron para la maravillosa pareja y en 1972 Boneco se convirtió en actor, apareciendo en Gorosito y Sra. serie del Canal 13 de televisión. Con el dinero que consiguió por la aparición de Boneco en televisión, Lolo le pudo comprar una casa a su madre y se compró un Fiat 600 que acondicionó quitándole la parte trasera para que Boneco pudiera viajar junto a él, ya que consideraba que la mitad del citado coche pertenecía al perro que le había cambiado la vida.

Su relación con Independiente comenzó por la tremenda simpatía que profesaba Malodín por los Diablos Rojos, Lolo lo llevó un día a un entrenamiento de Independiente y los futbolistas se encariñaron con él. Los jugadores comenzaron a notar que ganaban seguro cuando Boneco estaba presente, por lo que se convirtió en talismán. Todos se quedaban más tranquilos cuando tenían cerca la mirada limpia de este perro callejero, que sembró alegría allá por donde pasó. El 24 de marzo de 1974, salió por primera vez como mascota oficial de Independiente, en un partido en que el rojo ganó a Racing 4 a 1. Desde entonces Boneco se convirtió en uno más de la plantilla de Independiente, viajaba con ellos, con credencial, pasaporte, pasaje. Los protagonistas aún recuerdan un truco que no saben muy bien cómo conseguía hacer: "Lolo le daba un pañuelito y le decía el nombre de alguno de nosotros, por ejemplo, 'lleváselo a Bertoni' y Boneco se lo llevaba. Todavía no entendemos como lo hacía. Era un perro muy especial". Ricardo Bochini le echaba de menos cuando no estaba, Percy Rojas recordaba que Independiente viajaba por todo el planeta, y en los lugares más remotos le preguntaban por la gran mascota de Independiente. Al famoso Boneco, el inolvidable perro de Independiente que se cansó de ganar campeonatos.

La leyenda de Boneco se fue agrandando con el tiempo, con las fechas ganadoras de la inolvidable década de los setenta. En la memoria de la gente, la imagen de Boneco con un banderín rojo y otro con los colores de la albiceleste en la boca. Boneco salía con el gran equipo que tenía Independiente, posaba para la foto y daba una vuelta a la cancha, por la que tenía que detener su alegre trote en numerosas ocasiones para saludar, tanto a los hinchas del rojo como a los rivales, que le aplaudían a rabiar. Boneco, que tenía alma de Chaplin, saludaba con sus dos patitas y recibía la ovación del respetable. Era querido por todos y con su fidelidad demostró que el dicho popular de que todos los perros van al cielo es rigurosamente cierto.

Con la muerte de su querido amigo Lolo, la respuesta de Boneco desde el punto de vista sentimental fue absolutamente demoledora. El perro se quedó durante todo el velatorio debajo del féretro, acompañó la pompa fúnebre hasta el cementerio y una vez allí se quedó junto al túmulo funerario de Lolo, negándose a comer y a beber, impidiendo que lo movieran del lugar y entregando su vida junto a Lolo. Boneco se dejó morir, pues el sentido de la existencia de ambos la encontraron el uno con el otro.

Boneco permanece en la memoria de la gente porque fue un ángel de la guarda, perro guía, perro de la calle con miles de vidas vívidas y una sola por entregar, la suya que entregó a Lolo y su querido Independiente. Como cantó Alberto Cortez: Era callejero por derecho propio, su filosofía de la libertad, fue ganar la suya sin atar a otros y sobre los otros no pasar jamás. Era un callejero y era el personaje, de la puerta abierta en cualquier hogar y era en nuestro barrio como del paisaje, el Lolo, Independiente y todos los demás.