Era el día de la revancha, de la remontada para los simpatizantes del club de Nueva York. Pero la realidad les golpeó una y otra vez (cinco en total) hasta que cayeron destrozados sobre la lona. Ni Frank Lampard, ni Andrea Pirlo, ausentes en el encuentro de ida, serían capaces de dar la vuelta a una eliminatoria que tuvo un dominador de principio a fin.

El estadio estaba a rebosar, no cabía un alma más. Los aficionados del New York City no tenían pensado abandonar a su equipo en el momento más importante de la temporada. Su ayuda era crucial para superar el último escollo antes de la gran final. Los protagonistas llegaban en fila, de uno en uno al lugar que los situaría entres los cuatro mejores del fútbol estadounidense. 

Primero un tiempo de silencio por Paul J Tuozzolo, el asesinado agente del orden y la seguridad del estado en el Bronx. A continuación, los himnos de Canadá y de Estados Unidos entonados sentidamente por un patriótico jefe de policía. Los aficionados de Toronto se hacían notar al final del cante, jaleaban con júbilo la melodía de su nación.

Comenzaba la verdadera diversión

Sin más dilación, el conjunto azul celeste sacaba de centro. Un ritmo impresionante. Toronto atosigaba en su área a New York durante los primero minutos. En el 3’ ya forzaron el primer saque de esquina. Los de rojo para nada salieron amedrentados ante el percal que había montado en el Yankee Stadium.

¡Gol! Minuto cinco y Giovinco hizo el 0-1. Un bombazo que silenciaba a los locales. Un pérdida en banda derecha, luego un gran pase de Altidore a la frontal del área, después un espectacular regate  de tacón del delantero italiano, finalmente una definición cruzada al palo corto del portero son la causa de ese cambio en el marcador. El agregado mostraba una diferencia de tres goles, la cuesta arriba se volvía más empinada para los de la ciudad que nunca duerme.

Vanney no descansaba, sus instrucciones sobre los futbolistas no cesaban, quería que el equipo siguiera compacto ante las acometidas rivales. Mientras tanto la dupla de los delanteros seguía haciendo de las suyas. Se dio otra gran ocasión del 10 de Toronto, otra vez a pase de Jozy, desbaratada por un ágil, rápido y atento Johansen. Pero el segundo impacto sobre la cara de los locales fue de penalti. Una patada imprudente y de novato del central Brillant atentó contra las pocas posibilidades de sus compañeros y de él mismo. El bajito delantero italiano estaba en todas, otra vez él batió al arquero. Definió de la mejor manera posible: fuerte, raso y ajustado al palo. Imposible para el guardameta.

Uno tras otro iban llegando los goles de los visitantes. Esta vez fue el otro miembro de la pareja de baile. Alitodore recibió un balón bombeado que no dudó ni una milésima de segundo en empalar de volea. El disparo, cruzado, quitó las telarañas  del arco, entro por toda la escuadra. Si no lo estaba ya, la eliminatoria quedaba sentenciada.

El encuentro era un abuso. El típico partido de colegio de los más mayores contra los más pequeños. Unos, con un empeño tremendo, solo consiguen toparse con un muro inquebrantable. Otros que, con poco esfuerzo, generaban una ocasión. Solo alguna individualidad de Villa o Lampard era capaz de generar un atisbo debilidad defensiva.

Tras el descanso, la fiesta canadiense no cesó. En los primeros minutos otro directo a la mandíbula neoyorkina. Ahora no fue ninguno de los delanteros, lo hizo el centrocampista Osorio, eso sí, con una jugada empezada por el azurro. Con un tiro preciso al palo corto se consiguió el primer tanto de la noche no efectuado por un delantero.

Era una fiesta en la zona de la grada visitante. Se lo estaban pasando de miedo viendo a su equipo maltratar al adversario. Ya en el minuto 91, llegó el último y definitivo golpe sobre un conjunto conmocionado y de rodillas. Otra vez fue La hormiga atómica.

Así terminó el idilio liguero del equipo de Villa y compañía, apeados de la peor manera posible. Toronto pasa a semifinales como un fuerte candidato al título, pero nada está decidido todavía. Ahora tendrán que enfrentarse al Montreal, equipo que ha expulsado al mejor de la conferencia en la fase regular, New York Red Bulls.