Nadie aguardaba en el Principado una temporada de fuegos artificiales como la que está protagonizando el Mónaco. Ni el aficionado más osado habría pronosticado en verano que los de Leonardo Jardim llegarían vivos en tres competiciones a la última semana de abril, liderando el torneo doméstico por delante del otrora intratable PSG, a ritmo de récord goleador. Todavía más difícil se antojaba pensar en llegar a la final de la Champions League, cuando el equipo tenía que afrontar dos previas para acceder a una fase de grupos en la que esperaban Bayer Leverkusen, CSKA y Tottenham.
El Mónaco de la temporada 2016/2017 ya ha destrozado todas las previsiones realizadas en agosto. Leonardo Jardim dirige desde el banquillo a un grupo de jugadores que se han dado a conocer en toda Europa debido a su desparpajo, juventud, talento e intensidad. Un conjunto que asombra al continente por sus números ofensivos y que lidera un campeonato liguero en el que no conoce la derrota desde diciembre. En Europa, Manchester City y Borussia Dortmund han sufrido el devastador contragolpe monegasco, sucumbiendo en el triunfal desembarco de los Mbappé, Bernardo, Falcao o Fabinho en las semifinales de la Champions.
Esta no está siendo, pues, una primavera clásica en el Principado. El Mónaco ha vuelto a tener opciones reales de ganar al menos un título grande más de una década después, habiendo llegado a instancias de gran magnitud con una plantilla que no estaba configurada para ello. Ante una situación tan privilegiada como inesperada tras finalizar febrero, y con el objetivo de competir al máximo ante los grandes equipos del planeta, Leonardo Jardim optó por maximizar los minutos de su once titular, una vez éste se formó del todo con la completa recuperación de Radamel Falcao y la impresionante explosión de Kylian Mbappé. Ello ha derivado en una ausencia prácticamente total de rotaciones y un once tipo que ha venido disputando dos encuentros por semana de forma ininterrumpida, manteniendo siempre un rendimiento abrumador.
Tan sólo los suplentes Almamy Touré, Andrea Raggi, Joao Moutinho, Nabil Dirar y Valère Germain, siempre con una cuota de minutos reducida si no median lesiones de los titulares, han aportado aire eventualmente a una alineación que se recita de memoria. Son, en conclusión, 15 o 16 futbolistas los que han venido jugando para Jardim en los últimos meses, con lo que ello representa en términos de desgaste para los que figuran siempre en la alineación titular.
Dicho estrés físico se ve refrendado en los datos. El Mónaco es el equipo que más encuentros ha disputado esta temporada en Europa, con 56. Esta cifra es ligeramente superior a la que presentan sus rivales en las próximas semanas, el PSG (51) en liga y la Juventus (48) en Champions. La corta longitud de la plantilla provoca que nueve futbolistas monegascos superen a estas alturas los 2000 minutos, de los cuales cinco están por encima de los 2500, o rozando la cifra. Sin embargo, sólo Gonzalo Higuaín supera este último guarismo en el equipo turinés, mientras que Edinson Cavani es el único que hace lo propio en el gran rival nacional.
Además, el tremendo nivel del equipo de Jardim se ha alcanzado mediante un estilo agresivo y vertiginoso, que requiere un ritmo altísimo de partido para ser aplicado con éxito. Llevar a cabo dicho plan con una plantilla tan reducida durante tal cantidad de encuentros es, cuánto menos, meritorio. Es comprensible, del mismo modo, que el miedo a presentar un bajón físico en el final de un camino glorioso haya embargado al cuerpo técnico del cuadro del Principado.
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Con un panorama que mezclaba euforia y agotamiento a partes iguales, el Mónaco llegaba a una de las semanas claves de la temporada. En siete días, los de Jardim tendrían que disputar las semifinales de la Coupe de France en París, defender el liderato de una Ligue 1 que el PSG también quiere jugando ante el Toulouse, y recibir a la Juventus, en la ida de la segunda semifinal continental que los del Principado disputan en este siglo. El discurso del técnico luso siempre situó la liga en la cabeza absoluta de las prioridades de su combinado, y el sueño de la Champions ha embriagado ya a la plantilla y a toda Francia, que no colaba a un club entre los cuatro mejores de Europa desde el año 2010.
No había otra opción que sacrificar la Copa, pese a tratarse de un duelo de gran magnitud ante el PSG, el equipo que les había goleado unas semanas atrás en la Final de la Copa de la Liga. El Mónaco, así, formó el miércoles con un once formado por los menos habituales, en el que tan sólo Andrea Raggi y Valère Germain, que además fueron sustituidos a la hora de partido, superaban los 300 minutos jugados este curso. Algunos jugadores del filial e incluso juveniles completaron un equipo que tenía la difícil tarea de medirse a las grandes estrellas del cuadro capitalino.
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La propia directiva ha respaldado una decisión del todo lógica, pero que sólo los que navegan en la abundancia se pueden permitir. Y es que la derrota por 5-0 no afectará demasiado a los ánimos del grupo, pues las prioridades siguen siendo otras. Ganar la liga 17 años después y llegar a la final de la UEFA Champions League por segunda vez en su historia tras hacerlo bajo el mando de Didier Deschamps en 2004 son ahora los fines que buscan los de Leonardo Jardim, un equipo que, este curso, da la sensación de que ha superado ampliamente sus propias previsiones.