Este ingeniero electrónico, entrenador de fútbol y ex futbolista de Portugal de 63 años tiene, como mandan los cánones por ser un Mundial, un gran reto por delante. Ni mucho menos le temblará el pulso, ya que de experiencia en este tipo de citas sabe un rato. Y es que más sabe el diablo por viejo que por diablo.
Hizo un Mundial excelente con Grecia en Brasil 2014, donde logró clasificar al conjunto heleno para octavos de final de la competición por primera vez en su historia, siendo eliminado en dicha ronda frente a la selección de Costa Rica en la tanda de penaltis. Es conocido en la República Helénica por haber entrenado al AEK Atenas, al PAE Panathinaikos y al PAOK de Salónica.
Tras el 2014 se hizo cargo del banquillo de su país en una época turbulenta y llena de dudas. Pero Santos supo reconducir esa situación. Portugal comenzó a defender, como es propio de sus equipos, mucho mejor y a competir con mayor solidez. El entrenador de Lisboa decidió cambiar un sistema que no funcionaba a los portugueses. Del 4-3-3 al 4-4-2 formó una muralla, hizo un grupo compacto y más directo. Como entona su himno, Às armas! y eso teniendo arriba, liberado, al mejor rematador del momento de nombre Cristiano y apellido Ronaldo es una garantía.
Este católico y fumador empedernido es uno de los cuatro entrenadores que han dirigido a los tres grandes portugueses, haciendo pentacampeón de Liga al Oporto y también cosechando Copas y Supercopas. En el politeísmo griego es casi considerado un Dios. Aunque solo ganó a nivel de clubes una Copa, recuperar a esa Grecia rocosa que recordaba a la de 2004 levantó los ánimos de un pueblo que no atravesaba su mejor momento. Su título más importante y emocionante fue la última Eurocopa. Ahora, en el Mundial, debe defender esa corona. Y en ese arte Fernando Santos es de los mejores.