0-1, min 13, Pulisic. 1-1, min 28, Benzema.

Benzema impide que el Madrid se ahogue

El delantero francés iguala el tanto de Pulisic en la tormenta del Chelsea en el Di Stéfano y deja la vuelta abierta a la tragedia.

Benzema impide que el Madrid se ahogue
Benzema celebra el 1-1 / FOTO: UEFA 
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Por Juan Antonio Requena Morales

El empate se entiende desde dos prismas, el de un equipo que ha quemado etapas hasta alcanzar una madurez catedralicia, y el de un equipo que tiene en sus filas a un futbolista del linaje más excelso. La clarividencia de Karim Benzema en los últimos metros equilibró una balanza que el Chelsea había destrozado aboliendo todas y cada una de las certezas del Madrid. La enmienda de Zidane al descanso palió la falta de combustión blanca para adormilar un encuentro donde el ritmo había emborrachado al Madrid hasta ahogarlo. 

Llover sin mojar

Zidane se puso a Tuchel en el espejo y planteó su dibujo, donde Marcelo y Carvajal tratarían de fijar -sin éxito- a unos carrileros que encontraron el camino sobre su espalda. Arriba el rol de Pulisic dependió del 'señuelo de Kanté' para proyectarse sobre las rupturas. 

Onces iniciales y valoración / FOTO: SOFASCORE
Onces iniciales y valoración / FOTO: SOFASCORE

Hay equipos que, cuando ven los ojos al Rey, se enfrentan a una disyuntiva en la que prevalece el trato a las vestiduras. Tuchel ni se lo planteó. El alemán puso en escena a los suyos en el Di Stéfano con los mejores ropajes y procederes. Triangulaba el Chelsea desde las mazmorras de Mendy para rápidamente verticalizar hacia Courtois. La orden se repetía una y otra vez bajo la pulcritud en la salida. El Real Madrid se rompía en cada intento por presionar, a pesar del apetito con el que lo ejecutaba. El primer comando lo dirigió Mount y lo erró Werner tras rematar con todo a favor frente a un Courtois que se lo puso todo en contra con una estirada colosal. Delantero y portero se sumergían en las vorágines que estaban etiquetando sus respectivas temporadas. 

Pulisic, autor del 0-1 / FOTO: Chelsea FC
Pulisic, autor del 0-1 / FOTO: Chelsea FC

El Chelsea fue subiendo peldaños, con Kanté y Mount asaltando los costados de Casemiro para atraer y distraer la totalidad del ideario blanco. Rüdiger atisbó el desmarque de Pulisic y le dotó de un envío hacia las espaldas sobre las que el estadounidense se deslizó para poner el 0-1. Armado de temple, sacó a Courtois de sus palos para colocar el balón entre Varane y Nacho, que ejercían como protectores de la red.

Sin embargo, Benzema, que había escuchado la sinfonía europea con una carantoña juguetona, se encaprichó en que la eliminatoria tuviese todo el picante que se merece. Se lo gozó como catalizador en el ecosistema, estrellando primero un arañazo al palo para luego morder con una volea cuya categoría es afín al control y movimiento previos. 

El empate del Madrid se entiende desde Benzema / FOTO: Real Madrid
El empate del Madrid se entiende desde Benzema / FOTO: Real Madrid

La leyenda de Kanté como mediocentro de corte ofensivo pasará a mejor vida tras su primer tiempo. Surfeó en el intervalo que Marcelo y Kroos dejaban vacante para hostigar a la zaga, sometida a una encrucijada cuando el francés arrancaba. El frenesí generado por los Blues fue frenado por su propio desacierto y por la vehemencia de la tormenta, convertida en aliada blanca para disminuir las revoluciones hasta el descanso. El Chelsea hizo llover, pero no mojó a un Madrid que salió indemne del recital inglés.

Zidane abre el paraguas

La reanudación permitió al técnico galo rellenar los espacios con pegamento y tijeretazos que cosieron al equipo. El Madrid cerró sus brechas, y cuando el Chelsea armaba el escenario de la profundidad, Militao se multiplicaba para sellarlo. Los londinenses encadenaron minutos sobre un dominio plano del que terminaron huyeron. 

Militao, jerarca de la zaga / FOTO: Real Madrid
Militao, jerarca de la zaga / FOTO: Real Madrid

La cesión de metros británica permitió a Kroos y Modric acercarse a Benzema, aunque jamás a la portería de Mendy. El Chelsea custodió su área defendiendo lejos de ella, haciendo prevalecer la confianza que acaudala. Se movieron piezas desde la banda (Hazard, Odriozola, Asensio, Rodrygo, Ziyech, Havertz y Reece James), que no lograron sumar a un tablero cercado por la táctica. No obstante, Kanté seguiría corriendo sin cesar, banalizando el cansancio como si de un lunar se tratase. La decadencia del ritmo dejó sobre el terreno un armisticio en el que ninguno entregaría las armas, los británicos seguirían navegando en su precisión y sincronización, los españoles acabaron el partido con un cabezazo de Varane que cogió veneno tras tocar en Chilwell.

Kanté, un ser especial en permanente movimiento / FOTO: Chelsea FC
Kanté, un ser especial en permanente movimiento / FOTO: Chelsea FC

 

El Real Madrid se focalizó en que ocurriesen pocas cosas en el segundo tiempo. Sobre ese contexto se cernió una 'victoria' que le permitió sobrevivir en su atmósfera. La resistencia se explica desde el impacto emocional de un equipo diseñado para las situaciones intersemanales y desde el impacto de la figura del 9. Un conjunto huérfano en el océano encontró en Benzema el faro que le rescataría del ahogamiento. El otro dirigía la tormenta, y delegaría en Timo Werner un relámpago que sonaba, pero que no rompía.

Con el peso de las áreas contraponiendo el del resto del verde, el empate no se movería fruto de la inocencia del Chelsea desde el plano balístico. Su gestión de presión, control, verticalidad, y, en definitiva, de la totalidad de los conceptos balompédicos, le permitía diseñar eslabones sobre los que el Madrid se iría desarticulando. Tuchel leyó cada plano del juego, pero dejó el más determinante a juicio del balón, aquel con el que el escudo del Real Madrid ha hilvanado su leyenda.